OPINIóN
Antecedente

Un conflicto prolongado

La sorpresiva ofensiva ucraniana en Kursk plantea un interrogante: ¿se trata de un intento de ganar la guerra o de mejorar la posición de Ucrania para una futura negociación? Esta última posibilidad se ve hoy más cerca, especialmente si ganara Trump las elecciones del 5 de noviembre.

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Guerra. La invasión rusa a Ucrania lleva dos años y medio de pérdidas humanas y económicas. | AFP

La invasión rusa a Ucrania cumple el 24 de agosto dos años y medio. Tras el fracaso de la ofensiva realizada por Putin en los primeros meses de 2022, la guerra se estancó y Rusia recuperó algunas posiciones. Los intentos de Ucrania de llevar adelante una contraofensiva en el primer semestre de 2023 tampoco tuvieron éxito.

La guerra parecía en un punto muerto, como lo expresaron desde posiciones diferentes en ese entonces el jefe de las fuerzas ucranianas Valeri Zaluznhy y también el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Mark Milley. El tiempo parecía jugar a favor de Rusia: un conflicto prolongado iba a desgastar a Ucrania, limitando su provisión de armamentos y reclutamiento de hombres. Por el contrario, el transcurso prolongado del conflicto jugaba a favor de Rusia, con mayor capacidad de reclutamiento y de fabricar armamentos a mediano plazo. La histórica resiliencia rusa en las guerras era un antecedente que también jugaba a favor de esta opción.

Ahora, la sorpresiva ofensiva ucraniana en Kursk plantea un interrogante: ¿se trata de un intento de ganar la guerra o de mejorar la posición de Ucrania para una futura negociación? Esta última posibilidad se ve hoy más cerca, especialmente si ganara Trump las elecciones del 5 de noviembre.

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Los éxitos parciales de las fuerzas ucranianas en territorio ruso son sin lugar a dudas un cambio a su favor. El tema ahora es cuán sostenibles son en el tiempo.

Kursk es una región muy importante para la historia militar rusa. Entre julio y agosto de 1943, en el verano del hemisferio norte, en dicha región se libró la batalla de tanques más grande de la historia por la cantidad de blindados que se enfrentaron. Los alemanes habían sufrido la derrota de Stalingrado y se retiraban en desorden. El mariscal Erich von Manstein, que los mandaba, vio la oportunidad de un contraataque, que denominó Operación Ciudadela. En un giro sorpresivo, cambió la dirección de la retirada y destruyó la vanguardia soviética. Luego giró al norte y tomó la ciudad de Járkov, un objetivo vital en la zona para las operaciones actuales. En ese entonces Hitler deseaba una victoria contundente que le permitiera recuperar prestigio militar. También especulaba con obtener un gran número de prisioneros soviéticos para utilizarlos como mano de obra esclava en la industria armamentista alemana. Fue la última ofensiva estratégica que los alemanes pudieron realizar en su frente oriental.

Tras dos semanas de lucha, la operación llegó a un punto muerto debido al escaso éxito de los contraataques soviéticos y las grandes pérdidas en hombres sufridas por Alemania. Según fuentes alemanas, el ejército de Hitler sufrió 103.600 muertos y desaparecidos. A ello se agregan 433.933 heridos y enfermos fuera de combate. Según fuentes soviéticas, los muertos y desaparecidos rusos fueron dos veces y media más: 254.470. Los soviéticos heridos y enfermos fueron casi cinco veces más que los alemanes: 608.833. Estos perdieron entre 1.200 y 2.952 vehículos blindados y cañones de asalto; los soviéticos, por su parte, perdieron 6.064. Solo en materia de aviones los números se dieron a la inversa: los alemanes perdieron 3.700 y los rusos 2.220.

¿Es ganar la guerra o mejorar la posición de Ucrania para una negociación?

Kursk fue un punto de inflexión en la guerra ruso-alemana. El triunfo favoreció claramente a los rusos, aunque tuvieron muchas más pérdidas en hombres y vehículos blindados. La victoria soviética fue costosa, pero su mayor cantidad de efectivos y, especialmente, sus reservas le permitieron absorber y reponer estas pérdidas. En cuanto a la profundidad del avance de la ofensiva alemana, fue de 8 a 12 kilómetros en el norte y 35 en el sur, una superficie no muy diferente a la obtenida hasta ahora por las fuerzas ucranianas.

En la batalla, la sede del Grupo del Ejército Sur –que había visitado Hitler en febrero de ese año– estaba en Zaporiyia, donde hoy está la mayor central de Europa, puesta en riesgo por la actual batalla en Kursk. También hubo sangrientas operaciones alrededor de Volgorod, como tienen lugar ahora.

La historia es un precedente para analizar, pero en modo alguno un antecedente para pronosticar. Seguramente Kursk se va a integrar a la narrativa de la guerra en curso por uno u otro bando, con interpretaciones diferentes e incluso contradictorias.

* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.