En el actual contexto donde el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria sin precedentes, también se expresa una singular y sinigual colaboración en todos los países compartiendo conocimiento, dinámicas de trabajo, estrategias para el cuidado de las personas y la comunidad, y también hacia el personal sanitario.
Hoy, lo que era un compromiso, se revela como necesidad y urgencia. La pandemia del Covid-19, que está cambiando drásticamente las vidas de millones de personas, está cuestionando el abordaje de las problemáticas de salud. La situación nos ofrece la oportunidad de tener una nueva mirada sobre las políticas, planes y programas que se desarrollan en el sector.
Columna vertebral. El 7 de abril se presentó el informe Situación de enfermería en el mundo 2020 elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en colaboración con el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) y la campaña Nursing Now.
Ese mismo día, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, expresó que “los profesionales de enfermería son la columna vertebral de cualquier sistema de salud. Hoy en día, muchos de ellos se encuentran en primera línea en la batalla contra el COVID-19”.
“Este informe constituye un claro recordatorio del papel insustituible que desempeñan y una llamada de atención para asegurar que reciben el apoyo que necesitan para salvaguardar la salud del mundo”, agregó.
Todos tuvimos la oportunidad de experimentar, a través de situaciones personales, del testimonio de personas cercanas, o de imágenes de las Unidades de Cuidados Críticos en medios, la experiencia de internación de personas críticamente enfermas, con riesgo de vida, en internaciones prolongadas, con desenlaces donde hubo recuperación o, en otros casos, la pérdida y el profundo dolor. Detrás de esas imágenes, podemos plantearnos distintos niveles de análisis para pensar como sociedad qué rol ocupa la salud en relación con el bienestar y el desarrollo, y quiénes están a cargo de proveer los cuidados.
Entonces debemos comprender que la complejidad de los problemas de salud, que hoy se da por la pandemia u otros problemas, estará presente y requiere un sistema que garantice el acceso a la salud, y de profesionales formados y motivados que cuiden a todos y en todas partes.
La educación en Argentina. Si hablamos de educación superior, pasaron 10 años para que el Ministerio de Educación de la Nación resolviera, en acuerdo con el Consejo de Universidades, la inclusión de la carrera a la nómina de carreras de interés público (RM 1724/13). Luego, en el año 2015, se aprobaron los estándares de acreditación para el título de la carrera de Licenciatura en Enfermería. Estos estándares mínimos garantizan la calidad de la formación académica y, al mismo tiempo, muestran el estado de arte de la educación superior universitaria de enfermería lo que da cuenta de la necesidad de inversión para su mejora.
Actualmente, la licenciatura se dicta en casi todas las universidades del país. Los datos de formación, desde el año 2007 hasta hoy, dan cuenta de un crecimiento sostenido de la matrícula. Si bien las tasas de graduación no difieren de otras carreras de grado, no significa que sean altas. La necesidad de aumento del cuerpo docente y la inversión en nuevas herramientas de aprendizaje constituyen parte de los actuales desafíos.
La modalidad de formación técnico profesional también es parte del sistema de educación, y la meta es lograr el más alto nivel de formación. Frente a esto, ¿es posible que, como país, podamos sostener en el tiempo una política pública, al menos por una década, para garantizar un número óptimo de profesionales de enfermería? Después de todo, se está formando a las personas que proveen el cuidado de salud, y tienen la responsabilidad social para con todos nosotros y las futuras generaciones.
Los datos presentados a mediados de este año por el Ministerio de Salud dan cuenta que la tasa de enfermeras/os profesionales (licenciadas/os y técnicas/os) por mil habitantes para el año 2019 es de 3,55 y se advierte la disparidad entre provincias, donde la región de NEA Y NOA presenta la situación más crítica, por ejemplo, Catamarca y Santiago del Estero cuenta con menos de un profesional de enfermería por cada mil habitantes. Se hace explícita la prioridad de trabajar de forma intersectorial (gobierno, líderes de salud, educación y trabajo) para que los datos presentados tengan un correlato en la toma de decisión y en los compromisos asumidos dentro del sistema de salud por una política sostenida de recursos humanos de enfermería.
Cambios para un futuro mejor. La formación integral es trascendental en este contexto. Se necesita mayor inversión en la educación de futuros líderes de enfermería, y en el acceso a posgrados en el área. El óptimo acceso a la salud incluye un énfasis en modelos de atención primaria y prevención, en la gestión de la atención, y el seguimiento de pacientes crónicos y enfermedades infecciosas. Así lo ha demostrado la actual pandemia, posicionando estas cuestiones en la agenda mundial.
Hoy existe una heterogeneidad en la formación y en las condiciones de trabajo de los profesionales de enfermería, un ejemplo de ello es la realidad del pluriempleo en una fuerza de trabajo con una alta composición de mujeres. En este sentido la OMS recomienda “mejorar las condiciones de trabajo, en particular mediante niveles seguros de dotación de personal, sueldos justos, y el respeto del derecho a la seguridad y salud en el puesto de trabajo, tanto como “aplicar políticas en el personal de enfermería que tengan en cuenta los aspectos de género”.
Todo el recurso humano de enfermería es proveedor de cuidados, por lo que las características de cada enfermera/o cuentan en el equipo de salud y afectan al sistema en su totalidad. Los profesionales de todo el mundo compartimos la preocupación por los problemas de personal, la formación, las instalaciones deficientes y la educación en servicio y el apoyo inadecuados. Sin dudas, estas condiciones impactan en los resultados de salud, en detrimento de la calidad de atención.
Estar atentos y tener como centro y objetivo el cuidado de las personas y sus familias, con el conocimiento y competencias específicas, conjunto de habilidades, aptitudes generales, juicio profesional y valores necesarios, permite que los profesionales de enfermería dirijan las estrategias de cuidado dentro del campo de la salud, conformando un equipo con todos los profesionales del área. Los resultados de este trabajo conjunto se verán afectados si no encontramos una solución a los problemas del equipo de salud dentro del campo de juego. Solo que la salud no es un juego, es una responsabilidad social.
*Directora de Posgrados de la Escuela de Enfermería de la Universidad Austral.