OPINIóN
Recesión sin fin

Un cambio sustentable con disminución de pobreza

En ningún país normal, se duplicaría la pobreza en tan sólo 40 años. “Pavonearse en marchas ajenas, auto-proponerse en cargos partidarios y ocuparse anticipadamente de las elecciones de medio término, es una falta de sensibilidad social, humildad y vergüenza”, arranca el autor en análisis que desnuda el olvido sin mea culpa de la búsqueda del bien común.

06102024_pobreza_represion_indigencia_afp_g
| AFP

Haber llegado a tener más del 50% de pobres, partiendo del 25% en 1983, significaría una crisis terminal en cualquier país normal. Muy diferente sería partir de un 80% de pobreza y reducirla a un 50%. Llama la atención que la dirigencia siga echándose culpas mutuamente, mediante acusaciones simplistas de cada lado, sin ningún auténtico “mea culpa”. Una mezcla de hipocresía barata, mediocridad histórica, ideologismo acrítico, egoísmos personales y pereza intelectual. Pavonearse en marchas ajenas, auto-proponerse en cargos partidarios y ocuparse anticipadamente de las elecciones de medio término, es un insulto a la inteligencia y una falta de sensibilidad social, humildad y vergüenza. 

A esa actitud de los mismos de siempre se le ha sumado también Milei y su pequeña troupe, más interesados en su crecimiento político electoral, que en gobernar. Mientras se profundizaba la pobreza en el primer semestre de 2024, siguió con su irresponsable estilo pendenciero y polarizador, propio de una campaña electoral y no de hacer política vinculada a un criterio estratégico o patriótico. 

Datos de la pobreza

Alcanza al 52.9% de la población (con 18,1% de indigentes) y al 66% de los menores de 14 años (con 27% de indigentes), mientras siguen prevaleciendo las coberturas de la AUH, la Tarjeta Alimentar y los apoyos de la ANSES para los sectores más pobres, que no llegan a la clase media, cuyo nivel de vida cae por los aumentos de los servicios públicos y por la devaluación sin respaldo de un plan económico, en diciembre 2023, que se suma a laya realizada por Massa. Doble KNOCKOUT. Significa que el 42,5% de los hogares son pobres y entre los menores de 14 años ese porcentaje es del 66,1%, y del 60,7% entre los jóvenes entre 15 y 29 años. Niveles no vistos desde la crisis de 2002. En el segundo semestre de 2023 la tasa de pobreza era de 41,7 %. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Como el tero, Milei es un profesional del caos

El número de pobres creció en 3,4 millones y el número de indigentes en 1,9 millones, ¡en solo un semestre! Hacia diciembre de 2023, unos 5 millones de personas, más de 1,2 millones de familias, vivían en los llamados barriadas populares; se calcula que hay en el país unos 6500 barrios populares (5400 asentamientos y 1100 villas), que ocupan 700 kilómetros cuadrados, tres veces el tamaño de CABA, de los cuales un tercio está en la PBA, donde sólo en el conurbanose triplicó el número de villas entre 2001 y 2020. El narcotráfico feliz. Nadie puede hacerse el distraído ni decir “yo no fui”. 

10 puntos para recuperar la grandeza de una patria estancada

La historia. Raúl Alfonsín (1983) puso el Plan Alimentario Nacional (PAN) con 25% de pobres, pero terminó en hiperinflación que duplicó la cantidad de pobres (47%). Con la convertibilidad de Menem se redujo al 22%, pero cuando ésta estalló (como no podía ser de otra manera, según la mayoría de los economistas) con De la Rúa, subió al 44%. Al asumir Néstor Kirchner, ya había alcanzado el 62%. 

Con precios altos de commodities agropecuarias, licuación de jubilaciones y renegociación de la deuda externa, la economía se recuperó (2003-08) y la pobreza se redujo a la mitad (30%). Pero a partir del 2008 (CFK, Macri, AF), desde la crisis global financieraen adelante, aumentaron los problemas y el déficit fiscal, regresando la escala ascendente de la pobreza, que no se detuvo hasta ahora. 

La culpa es del otro. Reduccionismo usado por todos los dirigentes, simplificando un proceso realmente complejo, como es el progreso de una nación. Los liberales critican las décadas de asistencialismo y pobrismo distributivo, porque “destruye los valores del mérito y el esfuerzo”, pero luego se aferran a pocas variables macroeconómicas (equilibrio fiscal, dolarización) y van siempre destruyendo al Estado y con alta recesión hacen pagar los platos rotos a “los de abajo”, castigados por “votar mal”. 

El “outsider” se ha convertido en la “nueva casta” y también debe armar sus actos arreando militantes del conurbano"

Al argumento de que no se pueden proponer más gastos sin las correspondientes partidas de financiación, se opone el colega Mariano Obarrio, quién detalló la enorme cantidad de prerrogativas y privilegios que tienen sectores más pudientes a los que se le dan ventajas impositivas, fuera de toda lógica de justicia social (palabra prohibida), del orden del 4,72% del PBI, lo que equivale a U$S 28.300 millones y $ 34,2 billones, lo cual representa casi el 30% del presupuesto nacional de 2025, que será de 115 billones de pesos, el 16,5% del PBI. 

A su vez, los “populistas” critican al imperialismo, al neoliberalismo, a los grupos concentrados y descreen de las reglas del mercado, aferrados a un estatismo que todo lo puede (pero que no te cuida) o a los vientos de cola, que casi siempre los benefician. Ambos razonan ideológicamente y pretenden que la realidad se adapte a sus formatos preconcebidos. En muchos casos, ambos han apelado, con fines de mantener ficticiamente su gobernabilidad, al atraso cambiario para frenar momentáneamente la inflación, artilugio que siempre termina en un desastre cambiario, porque destruye industrias pyme, complica la competitividad exportadora, favorece las importaciones y rechaza el turismo receptivo; destruyendo empleo y la acumulación de divisas, que son los pilares de un buen plan estratégico.  

Los vectores de un cambio sustentable. La realidad es siempre más compleja, variable, impredecible y depende de factores externos e internos, lo que hace necesario tener planes. Siempre hay reglas permanentes que deben respetarse en el largo plazo, como la planificación estratégica que para nada es incompatible con las leyes de la oferta y la demanda del mercado; el Estado debe ocuparse de lo estratégico (planeamiento estratégico; desarrollo tecnológico; geopolítica; seguridad y defensa; justicia) y no de todo lo demás en forma exclusiva, aunque nunca debe dejar de supervisar el rumbo estratégico. Sin duda la creativa libertad popular deja un gran campo a la iniciativa privada y a las organizaciones libres del pueblo, que es por donde transitan la mayoría de las pymes. 

Lo que nunca se debe permitir es “privatizar” o “extranjerizar” las decisiones políticas del Estado, una de las formas más comunes de corrupción de los funcionarios. Apartarse de la guía del Bien Común y de los Intereses Nacionales debe ser considerado como Traición a la Patria. Hasta tanto no haya condena social cuando la política se aparte de estos simples criterios, seguirá la incertidumbre y la frustración. Para cumplir estas premisas básicas debe imperar el diálogo fraterno y la transparencia. 

Para que haya menos pobres, hace falta más empleo y por lo tanto más inversiones, la que sólo llegarán cuando haya previsibilidad y políticas de estado. A la China comunista arribaron décadas atrás miles de millones de dólares de inversión extranjera, simplemente porque su dirigencia estaba unificada, garantizaba seguridad y era creíble; además, porque pusieron reglas claras: se invierte de acuerdo a un plan nacional; se debe transferir tecnología al país receptor; una gran parte de lo producido debe exportarse para acumular divisas y otra al desarrollo interno; se garantiza absolutamente la repatriación de ganancias a tasas razonables para cada sector; se fiscalizan los estados contables y la corrupción de los funcionarios o el apartamiento de estas reglas, se castiga severamente (tema justicia no corrupta). 

Los liberales critican las décadas de asistencialismo y pobrismo distributivo, porque 'destruye los valores del mérito y el esfuerzo', pero luego se aferran a pocas variables macroeconómicas (equilibrio fiscal, dolarización) y van siempre destruyendo al Estado y con alta recesión hacen pagar los platos rotos a 'los de abajo' "

Estas ideas simples y concretas (para problemas complejos) otorga más garantías a los inversores extranjeros o nacionales, y tienen más significancia estratégica que tantas medidas ultra libertarias, que no garantizan lo más importante: previsibilidad y estabilidad sostenible en el largo plazo, para minimizar el riesgo. Con claras ideas podríamos crecer al 4-5 % anual, pero desarrollando industrias diversas para no depender sólo de la exportación de productos primarios.

La coyuntura política. El gobierno se ha sostenido hasta ahora por la opinión pública y nopor un apoyo explícito a las medidas tomadas; mas por tener fe en algo nuevo, aunque no se le entienda demasiado. Pero las encuestas han comenzado a reflejar claramente una caída de la imagen de Milei. 

Los viejos liderazgos (MM y CFK) pierden potencia aceleradamente y los nuevos siguen débiles por la extrema fragilidad de todo el conjunto"

El grueso de la opinión pública (muchos de sus votantes) cuestionan abiertamente su credibilidad, ya que el ajuste lo están pagando mayoritariamente los jubilados y la clase media; la recesión no parece tener fin y la inflación mensual no baja del 3-4%.El plan cruje y parece que el manejo cognitivo de los trolls en las redes ya no alcanza para seguir pareciendo algo “nuevo”. El “outsider” se ha convertido en la “nueva casta” y también debe armar sus actos arreando militantes del conurbano. El ministro Caputo sigue favoreciendo un “esquema Ponzi” de la bicicleta financiera y el “asesor” Caputo sigue su “packman” comiendo casilleros del Estado. 

En estas circunstanciaslos gobiernos comienzan a tener miedo que todo se venga abajo y endurecen el lenguaje, volviéndose más agresivos,que es lo que está ocurriendo. El problema al que se enfrenta el gobierno no es tanto fiscal, sino de credibilidad política. 

Su aferramiento reduccionista al factor único (la inflación) le quita maniobrabilidad y posibilidades de construcción política para tener mayor base de sustentación, por lo que usando el poder del Estado no hay que descartar aprietes, pactos y connivencia con aquellos sectores más interesados en sus propios intereses de corto plazo, que en resolver los problemas nacionales. 

Esto se está viendo en el PRO-macrista, que sigue negociando cargos; la autocandidatura de CFK favorece claramente el juego polarizador del mileismo y debilita fuertemente al justicialismo; algunos dirigentes sindicales y provinciales, también están negociando el mantenimiento de privilegios o tratando de evitar nuevos ataques a su sector.

Parece claro que los viejos liderazgos (MM y CFK) pierden potencia aceleradamente y los nuevos siguen débiles por la extrema fragilidad de todo el conjunto, pródigo en múltiples divisionismos internos, que terminará produciendo más inestabilidad, menos previsibilidad y por ende, más pobreza aún. Todos somos responsables. 

* Lic. Cs. Químicas FCEN UBA, Consultor Análisis Geopolítico, ex profesor de Escuela Superior de Guerra (ESG), ex miembro de Centro de Estudios Estratégicos de Ejército FFAA, ex socio Empresas de Comercio Internacional, ex consultor internacional en Transferencia Tecnológica