OPINIóN
Washington

Tensión por su política exterior

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Condoleezza Rice. Política estadounidense. | Bloomberg

La aparición de manera resonante de un artículo de Condoleezza Rice titulado “Los peligros del aislamiento. El mundo aún necesita de los Estados Unidos y este necesita del mundo”, ha generado un debate que abarca todos los registros de la política exterior de ese país. Esto se produce no solamente por los temas que propone replantear, sino que acorrala a la elite internacionalista de Washington a discutir en el medio de campaña presidencial. Pero lo interesante de esta presentación es la combinación entre la teoría de las Relaciones Internacionales y lo que Raymond Aron denominó su “praxeología”.

Para la exsecretaria de Estado, el estado actual del mundo no es una simetría de la Guerra Fría, sino una situación más peligrosa pero con diferencias en las características. Mientras que la ex Unión Soviética tuvo un aislamiento frente a Occidente e imponía su comunismo a su bloque de dominación; la China actual se ha integrado al mundo y deja librado a cada país su sistema político interno.

Asimismo, compara la situación actual con el siglo XIX y su lógica imperialista de conquista de territorios como lo está haciendo Rusia. Rice advierte que la diferencia de la Guerra Fría, en donde ambas potencias se enfrentaban de manera indirecta (Angola y Nicaragua), se contrapone con el momento actual, que podría desencadenar un enfrentamiento directo entre China y los Estados Unidos.

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La zona roja de la nueva guerra latente es el Mar de China, y Taiwán puede ser el disparador con múltiples variantes y sobre un eventual ataque a la isla, le exigirá a Estados Unidos responder.

A esto se le suma la falta de mecanismos de consultas que se encuentran presentes con Rusia en el plano militar al más alto nivel al considerar el crecimiento exponencial de las fuerzas armadas chinas. Entre su incremento, el nuclear.

Pero como otrora en la Guerra Fría, no solamente el componente militar está en juego. Otras dimensiones –y mucho más sofisticadas– se encuentran presentes: los semiconductores, la inteligencia artificial, la computación cuántica, la biología sintética, la robótica y los  avances en el espacio. Esta multidimensionalidad crea una competencia multinivel y no necesariamente de resolución unificada en los estados.

Estados Unidos –y por extensión el G7– podría estar arrepentido por dos motivos en su política frente a China. En primer lugar, por haber generado parte del su crecimiento  con la esperanza de que el desarrollo económico lleve a un cambio de régimen político como algunas teorías indicaban. Contrariamente, el gobierno endureció su política de centralización.  En segundo lugar, la plena interdependencia de las economías impide un desacople para disminuir su crecimiento. Tercero, los grandes problemas de la humanidad como el cambio climático dependen de China para resolverlos.

Finalmente, ¿se pronostica desde Washington una alianza plena y duradera entre China, Rusia, Irán y Corea del Norte? ¿Tiene estos actores la real voluntad de remplazar el orden global y ejercer un liderazgo sobre él? ¿No hay intereses contrapuestos cuando se analizan sus políticas exteriores de manera refinada? Y una pregunta contralógica: ¿no podría estar China conteniendo un peor escenario de estos actores si fueran dejados libres en su accionar? En este sentido, cabría preguntarse si finalmente China no cumplirá su misión de ser la garante de un mundo de libre mercado y que al final del día su sistema político sea cambiado desde adentro. Esta parece ser la propuesta de Condoleezza Rice: una nueva contención del siglo XXI.

*Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Austral.