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Teletrabajo: una sorpresa fuera de agenda para el sindicalismo argentino

En el segundo paro general realizado en mayo contra el gobierno actual, el home office permitió trabajar, si alguien lo deseaba. ¿Continuará mañana el “fuck you” del trabajo a distancia al sindicalismo argentino?

Paro general
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El jueves 9 de mayo fue el segundo paro general contra el gobierno nacional que convocaron, en forma conjunta, la Confederación General de Trabajo (CGT) y las dos CTA (Autónoma y la de los Trabajadores). Se trataba de un paro muy importante, porque era el primero que se llevaba a cabo post pandemia, en un mes de actividad laboral plena (el otro había sido en enero).

Aquel día, sin el complejo conflicto universitario actual (que no abordo en esta columna), en la mayoría de las casas de estudio donde trabajo, a los docentes que decidiésemos no adherir nos dieron la posibilidad de dar clases online a través de videoconferencia. El objetivo era claro: que profes y alumnos no perdiéramos la jornada, si así lo queríamos, y que ni el paro de transporte ni los piquetes nos impidieran tener una sesión de educación. Al aula física se la reemplazaba por el aula virtual y listo.

A mi clase de relaciones públicas de ese día asistieron todos los alumnos y la dicté con mucha alegría. Era la primera vez que podía eludir una disposición gremial coercitiva.

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Desde que comenzó mi vida laboral, en 1986, nunca me adherí a ningún paro, a ninguna huelga, hacia ningún gobierno y por ninguna causa. Y no fue porque no estuviese de acuerdo con lo que se reclamaba, sino porque siempre estuve vehementemente en contra de esa metodología.

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A pesar de ello, muchas veces no pude trabajar porque no había transporte público y un piquete me imposibilitaba llegar al aula u oficina con mi auto.

Por todo eso, en mayo sentí una soberana satisfacción. Luego de sufrir aprietes durante cuatro décadas, esta vez era libre por fin de hacer lo que quería. “Libre como el sol cuando amanece”, diría Nino Bravo.

Esto que me sucedió a mí, le sucedió a mucha gente. 

El home office, en todas sus variantes (trabajo administrativo, operaciones online a gran escala, reuniones laborales, compras y ventas minoristas, etc.), ese día se masificó en todos los ámbitos y con fervor. 

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Una parte importante del mundo laboral siguió andando como si nada. La herramienta que se popularizó durante la pandemia, y de la que escribí en aquel momento en este medio con algunos datos significativos, irrumpía por  primera vez con mucha fuerza en este tipo de jornadas sindicales.

Sucede que el teletrabajo tiene muchas ventajas de índole personal (comodidad, ahorro de tiempo y dinero, posibilidad de cumplir con las tareas  aun cuando se tiene una complicación, etc.) y colectivo (se descomprime el tránsito y el transporte público, bajan los niveles de contaminación, disminuye el stress urbano, etc.). A todas esas ventajas, en mayo se sumó una nueva: ¡se puede trabajar los días de paro general!

¿Se mantendrá esta tendencia en el futuro? ¿Continuará el “fuck you” del trabajo a distancia al sindicalismo argentino?

No soy pronosticador, pero lo cierto es que ya pasaron cinco meses y, por esta y por otras razones, no hubo otra huelga general... Y, por lo que se percibe, no la habrá en el futuro cercano. No es poca cosa.


*Consultor y profesor de RR. PP