OPINIóN
OPINION

Tecnología vs. habilidades blandas: cómo sobrevivir a la era de la IA

Adaptarse a la era de la IA no significa simplemente aprender a usar nuevas herramientas digitales, sino también cultivar habilidades que nos hagan únicos como individuos y como profesionales, haciendo crecer nuestra marca personal

Inteligencia artificial
Inteligencia artificial | Cedoc

La inteligencia artificial (IA) avanza a pasos agigantados, transformando industrias, automatizando tareas y redefiniendo las competencias que se valoran en el mercado. En medio de este panorama, surge una pregunta inevitable: ¿cómo pueden los individuos adaptarse y prosperar en esta nueva era?

Es cierto que la tecnología, con su capacidad para analizar datos complejos y ejecutar tareas repetitivas de manera eficiente, está reconfigurando los roles tradicionales en muchas industrias. Sin embargo, no podemos perder de vista que hay aspectos y cualidades humanas que ninguna máquina puede replicar: y es ahí donde entran en juego las habilidades blandas. 

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También conocidas como soft skills, refieren a aquellas competencias que no podemos estudiar y que son complementarias a las habilidades duras (hard skills). Dicho de otra manera, son los rasgos de la personalidad que nos permiten adaptarnos a los cambios, interactuar efectivamente y ser resolutivos.

¿Cuáles son las habilidades blandas más requeridas y valoradas en esta era? 

En primer lugar, se ubican la flexibilidad, la adaptación al cambio y la gestión de tiempos de trabajo. En un mercado cada vez más competitivo y cambiante, saber amoldarse a las diferentes situaciones y puestos de trabajo y estar preparado para afrontar nuevos desafíos es sin dudas el mayor plus que se puede tener. Este tipo de flexibilidad también se relaciona con la capacidad de integrarse y vincularse de forma armónica con los equipos de trabajo diversos, intergeneracionales y multiculturales. Y si bien ser comprometidos y responsables es una cualidad que está bien vista en todos los aspectos de la vida, saber autogestionar el tiempo será lo que marque la diferencia en cualquier emprendedor.

En segundo lugar, se ubica la capacidad de comunicarse efectivamente y saber trabajar en equipo. La comunicación es clave para entenderse en entornos laborales, donde la mayor parte de los intercambios son por correo electrónico, chat o videollamada. Además, las estructuras horizontales son cada vez más comunes en las empresas, por lo que saber trabajar de forma colaborativa resultará fundamental en cualquier posición. En este marco, saber escuchar, ser abierto y respetuoso será sumamente preciado, sobre todo para generar ambientes amenos de trabajo cooperativo.

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En tercer y último lugar, se ubica la creatividad, la innovación, la proactividad y la resolución. Tener capacidad de análisis, salirse de la zona de confort y proponer soluciones a corto y mediano plazo, es una forma distinta de enfrentar los desafíos y un diferencial en un mercado cada vez más competitivo. 

Si bien las habilidades blandas están muy relacionadas con aspectos propios de la personalidad, es importante aclarar que las mismas se pueden desarrollar. Lo que suele suceder es que en general las personas más grandes suelen ser más reticentes y los jóvenes más proclives, pero si realmente hay una intención de adaptación al cambio, todas estas habilidades pueden adquirirse con tiempo, trabajo y dedicación.  

A modo de cierre, podemos decir que adaptarse a la era de la IA no significa simplemente aprender a usar nuevas herramientas digitales, sino también cultivar habilidades que nos hagan únicos como individuos y como profesionales, haciendo crecer nuestra marca personal. En el corazón de esta transformación, es esencial reconocer que la tecnología y las habilidades humanas no son fuerzas opuestas, sino complementarias. Es en la combinación de habilidades duras y blandas donde reside el verdadero poder de la competitividad en el siglo XXI.

* Abogada, directora Estudio Arance.