OPINIóN
Poder

Resiento, luego anarquizo

Es posible comprender el fenómeno Milei , recordando un concepto de Friedrich Nietzsche: “el resentimiento provoca odio hacia todo aquello que signifique un impedimento de lo propio y deseable”. Cómo pensar, entonces, la grieta política argentina.

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Grieta. Hay una población dividida entre adherentes y opositores. También en el interior. | cedoc

Cuando comencé a escribir este texto pensé en robarle el título a la entrevista filosófica que le hizo Rubén Ríos a Mónica Cragnolini -“Milei según la filosofía”- y que leí hace ya unos cuantos días en la revista “Acción, en defensa del cooperativismo y del país”. 

Pero, a medida que fui avanzando en la escritura, me comenzó a parecer que si bien el título -o una posible paráfrasis- podía funcionar como “clickbait”, era también un círculo cuadrado, una imposibilidad.

Hay una sola idea en la que coincido con Cragnolini -especialista en Nietzsche- y que aquí parafraseo trayendo mucha agua para mi molino: es posible mirar el fenómeno de los seguidores de Milei -y de los argentinos en general- a través de la lente del resentimiento.

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De la situación política y social que atraviesa la Argentina, Cragnolini dice: “desde el punto de vista nietzscheano, estamos ante la obra del resentimiento más profundo”; según el filósofo “el resentimiento provoca odio hacia todo aquello que signifique un impedimento de lo propio y deseable” y, en este momento, “se concentró en la casta política”. Estimado lector,  le pido que retenga este concepto nietzscheano: “el impedimento de lo propio y deseable”

Resentimiento y voto castigo

Como decía, más allá de la idea-eje del resentimiento, no coincido con el resto de las apreciaciones de los prestigiosos filósofos de la entrevista, aunque les agradezco me provocaran este escrito. No coincido, un poco porque me parece que atribuyen el resentimiento a un solo lado de la grieta, otro poco porque la filosofía -o la academia en general- a veces peca (pecamos) de forzar lo observable para que encuadre con el marco teórico elegido y otro poco, porque me parece altamente improbable que la filosofía pueda explicar el fenómeno de los seguidores de Milei o a Milei; ni Nietzsche, ni todo el lote variado de filosofías de la libertad.

¿Quién sos vos para decir que yo no puedo? 

Mi tesis aquí, entonces, es acerca de las variadas formas que adquiere “el impedimento de lo propio y deseable”. Observo que en ambos lados de la grieta política en la Argentina mucha gente siente que algo, alguien o algunos le impiden realizarse en lo propio. Entiéndame, estimado lector, que no tengo la más mínima intención de condenar ese sentimiento que de por sí es muy difícil de admitir por quien lo experimenta. No lo condeno, en parte, porque es lo que es, un sentimiento y como tal involuntario y, en parte, porque suele ser doloroso -todo resentimiento tiene algo de tristeza, desencanto o frustración. 

Políticas del resentimiento

Lo que sí es más cuestionable es que ese impulso multiforme no se lo encuentra siempre sublimado o super-estructurado o canalizado en el respeto por lo institucional, sino que se le permite arrasar con casi toda forma de autoridad en variadísimos ámbitos de la vida social. Y digo casi toda forma de autoridad, porque aquellas que se rigen según criterios de una justicia ad hoc, transaccional e informal, en ciertos grupos de pertenencia, resisten.

Muchos en nuestro país y a ambos lados de la grieta política miran al otro, al que categorizan como privilegiado, como un impedimento para lo propio"

Si ese impulso doloroso y resentido hablase, diría: ¿quién sos vos para decir que yo no puedo? Y esa actitud desafiante, ese cuestionamiento, esa efervescencia, es para mí, sin duda, el principio de nuestra pervasivamentalidad anárquica que no tiene por qué auto percibirseanarcocapitalistapara ser y estar entre todos nosotros, en todos lados, todos los días.

Qué diría Nietzsche sobre la libertad y el populismo

Dos de las acepciones de “anarquía” que se encuentran en el “Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española” de la RAE  también me traen agua al molino que mastica este texto. Anarquía es “desorden o confusión, frecuentemente por ausencia o incumplimiento de unas reglas o normas” y también es “disconformidad, oposición, desunión, contrariedad, desacuerdo en las ideas o pareceres, o en las voluntades”. Curiosamente, esta última acepción en particular, la RAE la categoriza como una acepción argentina de principios del siglo XX.

Este resentimiento siempre está acompañado de frustración o hartazgo respecto de todo aquello que impide la movilidad, el ascenso social o el crecimiento tanto a nivel individual como colectivo"

Muchos en nuestro país y a ambos lados de la grieta política miran al otro, al que categorizan como privilegiado, como un impedimento para lo propio, ya sea porque tiene el privilegio de dictar las leyes o de crear una burocracia, ya sea porque tiene el privilegio de poseer el capital o los medios de producción. Mismo impulso, pero diferente el sujeto etiquetado como privilegiado – cuyo listado aquí no se agota. 

Ese impulso de color resentido varía, por supuesto, no solo en grados, en niveles, en fuerza sino también en su voluntad o determinación para mover la realidad. Pero, eso sí, siempre está acompañado de frustración o hartazgo respecto de todo aquello que impide la movilidad, el ascenso social o el crecimiento tanto a nivel individual como colectivo.

Ese resentimiento amasa y da forma al pan cotidiano de una mentalidad anárquica que no hace volar todo por los aires porque tiene fuerzas que lo compensan y que en este breve texto ya no podemos investigar. Esta mentalidad anárquica, en los hechos, no es la negación de todo principio como indicaría la etimología griega, sino el desprecio de que el principio esté en manos de alguien que no es de los nuestros y, por tanto, no está del lado del bien.

Anarquía macro y micro en un eterno retorno.


*Dra. en Filosofía, Investigadora FCE, UCA