OPINIóN
Iglesia y Peronismo

Raíces de la justicia social en el ideario de Perón

El paso del líder político por Roma, a partir de 1939, fue un antes y un después doctrinario. La influencia jesuita, la lectura de Santo Tomás de Aquino y el legado de varios Papas le hicieron reformularse qué le faltaba al movimiento que estaba naciendo en Argentina. Cómo influyó la herencia vaticana.

VATICANO - PLAZA SAN PEDRO
MUCHEDUMBRE. Ayer había dos horas de demora para entrar a la tumba de Juan Pablo II, debajo de la Basílica de San Pedro. | EFE

El concepto de justicia social está en el corazón mismo de la revolución justicialista, hermanado con los de independencia económica y soberanía política. El general Perón lo incorporó a su formación intelectual a través de múltiples lecturas y al calor de su fecunda experiencia política.

En su estadía en Roma, en el marco del periplo europeo del período 1939-1941, pudo profundizar su conocimiento del pensamiento social de la Iglesia. Lo marcó, fundamentalmente, el examen de la obra del padre jesuita Luigi Taparelli D’Azeglios.j. (1793-1862). En su libro, Ensayo teórico del derecho natural fundado sobre los hechos (1840-1843), Taparelli había incorporado a la “justicia social”, como elemento medular de su teoría.

En su concepción, la sociedad debía armonizar el poder público con la obligación de cooperación tendiente al bien social común. Se trataba del deber del hombre para la vida en comunidad. Perón conocía además la obra de Santo Tomás.

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En la SummaTheologiae, integra un tratado de la justicia, como una de las cuatro virtudes cardinales. La consideraba como justicia general o legal, o sea, aquella virtud que dirige las acciones de la persona singular hacia el bien común.

Asimismo, el concepto de justicia social había sido esencial en la encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII, documento revolucionario que cifra la génesis de la Doctrina Social de la Iglesia, con fuertes reminiscencias de los aportes del mencionado Taparelli. Encontraría eco más tarde en Quadragesimo Anno(1931) de Pío XI, enPopulorum progressio (1967) de Pablo VI (1967), en Laboren exercens (1981) de Juan Pablo II, hasta llegar a la más reciente Exhortación Apostólica EvangeliiGaudium (2013) del papa Francisco.

Asimismo, en su estadía en España, Perón conoció los escritos de José Antonio Primo de Rivera, que había postulado a la justicia social como uno de los cinco elementos esenciales de la Falange española. En la Argentina, los socialistas de manera incipiente habían utilizado el concepto en articulación con la noción de derecho.

Justicia social sí y Estado también

No obstante lo cual, fue Hipólito Yrigoyen quien le dio vitalidad. En Mi vida y mi doctrina (1923), refirió a la matriz humanista y cristiana de la justicia social. Posteriormente, el concepto corre como reguero de pólvora en el ideario del incipiente nacionalismo argentino. Algunos ejemplos: el periódico La Voz Nacionalista (1925) dirigido por Juan E. Carulla, lo incorporó a sus principios fundantes. Manuel Gálvez, teorizó sobre su sentido en Este pueblo necesita (1934). Juan Queraltó integró el concepto en el proyecto de la Alianza de la Juventud Nacionalista (1937), junto al de orden jerarquía, entre otros.

En la etapa del protoperonismo –período que se extiende desde la proclama del 4 de junio de 1943 hasta su asunción al gobierno el 4 de junio de 1946–, Perón le dio un impulso extraordinario. El 2 de diciembre de 1943, anunció en un discurso que el país entraba en la “Era de la Política Social Argentina”.

Y por primera vez integró el concepto en el mensaje del 31 de diciembre de 1943. Allí comunicó a los trabajadores: “Al finalizar el año 1943, he querido hacer llegar mi saludo a los trabajadores de todo el país, a fin de que el año nuevo nos encuentre espiritualmente unidos en una inquebrantable voluntad de grandeza patria y de justicia social”.

Poco después, en sus dos libros, El pueblo quiere saber de qué se trata (1944) y El pueblo ya sabe de qué se trata (1946), que recopilan discursos referidos a la política social argentina, la justicia social tiene un lugar de relevancia.

Tragedia de los comunes, Ley Base y justicia social

Tanto es así, que fue la guía político-doctrinaria de la acción emprendida desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y luego desde la presidencia, en sus tres gobiernos. El bagaje de la Doctrina Social de la Iglesia fue el puntapié que le permitió trastocar el orden liberal y proponer un nuevo modelo civilizatorio alternativo al capitalista y/o comunista, el de la comunidad organizada sustentado en valores humanistas y cristianos.

En este marco, surgen con vitalidad baluartes centrales del ideario justicialista que hoy parecen estar en extinción: la supremacía de los valores éticos y el bien común, el trabajo como como derecho y obligación de la persona humana, el salario justo y la previsión social, la protección de la familia, de los niños y de los ancianos, la relevancia de la propiedad privada y su función social, en el marco de un proyecto de matriz industrial, soberano y justo.

*Miembro de la Academia Argentina de la Historia, autor de “Perón. Mitos y realidades. A 50 años”.