La presencia de China en la esfera internacional es un tema cada vez más recurrente. China representa un caso único que transitó enormes cambios en poco tiempo, pasó de una sociedad de economía agraria a una gran potencia internacional en competencia con gigantes como Estados Unidos. Sin embargo, parte de la desconfianza hacia esta creciente potencia, se debe a que actúa diferente de lo que Occidente considera normal para una economía de su porte e influencia. Esta discrepancia se evidencia claramente en su relación y presencia en el continente africano.
África presenta muchas oportunidades y ventajas debido a su abundancia de recursos naturales, tanto renovables como no, su localización geográfica en relación con puntos clave de rutas comerciales navales y su gran población joven en edad económicamente activa.
Todos estos elementos son clave para un potencial de desarrollo económico enorme. Está claro que mantener una presencia cordial en países del continente africano resulta trascendental para economías con pretensiones de negocios.
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Sin embargo, la forma que toma tal presencia o influencia en África varía entre China y Occidente. Según recientes estudios en el área de relaciones internacionales, la diferencia entre, por ejemplo, Estados Unidos y China es debido a que las estrategias del primero parecen basarse más en la presencia militar y ayuda humanitaria, mientras que la potencia asiática se centra en la penetración y el desarrollo económico, para lograr el mismo objetivo. Está claro que ninguno de estos dos países se limita sólo a estas estrategias, pero sí se apoyan mayormente en las mencionadas.
En el caso de China, esta penetración y desarrollo económico se manifiesta en tres aspectos centrales: inversiones, préstamos y regalos. La mayoría de estos son realizados a través del BRI (belt road initiative o iniciativa de la franja y ruta), el cual es una serie de inversiones de desarrollo e infraestructuras globales que tienen el objetivo de mejorar las conexiones y la cooperación económica.
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Si bien originalmente se pensó para mejorar las conexiones entre Asia del Este y Europa, los proyectos de infraestructura como vías ferroviarias, redes de rutas e infraestructura marítima, se expandieron hasta Sudamérica y África, donde hay sectores, como el transporte, la energía y minería, que se benefician de los mencionados.
Investigar estas diferencias en estrategias para aumentar y mantener influencia y poder, entre Occidente y China son claves para complejizar y proporcionar herramientas con el fin de comprender un poco más a los grandes actores internacionales, las motivaciones detrás de sus acciones y no dejar que la desconfianza por lo diferente nos impida ver estrategias que nos pueden resultar útiles en el futuro.
