OPINIóN
Autonomía mental

¿Quién controla nuestra mente en la era digital?

Cada día es más difícil preservar nuestra independencia de pensamiento en un mundo que modela y digita nuestras ideas a través de algoritmos, redes y tecnologías. Las máquinas saben de nosotros más que nosotros mismos.

Inteligencia Artificial
Inteligencia Artificial | Reperfilar

Cada día que pasa, me doy un poco mas cuenta de cómo la tecnología se infiltra más profundamente en nuestras vidas, no solo como herramienta, sino como intermediaria de nuestras decisiones y muchas veces de nuestros pensamientos. 

Me preocupa un poco la capacidad de mantener nuestra autonomía mental, de preservar nuestra independencia de pensamiento en un mundo que constantemente busca modelar y dirigir nuestras ideas a través de algoritmos, redes y tecnologías que parecen saber más de nosotros que nosotros mismos.

Esta era nos trajo posibilidades inimaginables hace apenas unos años. 

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Libertades en tiempos de sedentarismo cognitivo

Sin embargo, esta misma era nos ha envuelto en una red de automatizaciones y decisiones que, poco a poco, parecen eliminar nuestra capacidad de pensar de manera autónoma. Como argumenta Alessandro Baricco en su obra The Game (publicada en 2018), el mundo digital ha transformado nuestras formas de entender y procesar la realidad. Lo que antes era un juego de habilidad manual o intelectual, ahora ha sido absorbido por sistemas automatizados que nos ofrecen todo hecho, sin esfuerzo ni mucha reflexión.

En este contexto, uno de los retos más grandes que enfrentamos es cómo mantener el control sobre nuestras mentes. Ya no se trata solo de proteger nuestros datos personales, sino de proteger la manera en que pensamos y procesamos la información que consumimos. Estamos cediendo el control a los algoritmos que determinan qué vemos, cuándo lo vemos y cómo lo interpretamos. ¿Somos conscientes de hasta qué punto esto está ocurriendo?

Entre la realidad y el like

Hay algo un poco preocupante en la forma en que las redes y las plataformas han reconfigurado nuestras prioridades cognitivas. Por ejemplo, el caso de Meta AI integrándose con WhatsApp, democratizando la IA a una escala masiva. Estas tecnologías están diseñadas para facilitarnos la vida, pero ¿a qué costo? cuando delegamos nuestras decisiones cognitivas en una máquina, estamos permitiendo que otros diseñen la forma en la que percibimos el mundo.

El filósofo Martin Heidegger, en su obra Ser y Tiempo (publicada en 1927), planteó la importancia de la conciencia del ser en su propia existencia. Esta conciencia parece estar siendo un poco opacada en la dimensión digital, donde las notificaciones constantes y la información sobrecargada nos alejan de la capacidad de pensar en profundidad. 

Heidegger hablaba del concepto de Gestell, un marco tecnológico que condicionaba y limitaba la percepción de la realidad. Hoy, este marco se ha convertido en una jaula algorítmica que no solo limita nuestra percepción, sino que también moldea la forma en que interactuamos con el mundo.

Las redes y las plataformas han reconfigurado nuestras prioridades cognitivas"

Por otro lado, Byung-Chul Han, en su ensayo En el enjambre (2014), describe cómo la cultura digital nos transforma en una multitud conectada, pero no necesariamente en comunidad. Nos convertimos en lo que él llama “el enjambre”, donde cada individuo, aunque conectado, se encuentra aislado, atrapado en un ciclo de comunicación instantánea y superficial. La reflexión profunda, el tiempo para pensar, queda relegado, desplazado por la necesidad de reaccionar de inmediato, de estar presentes en lo que otros ya diseñaron para nosotros.

El concepto de sedentarismo cognitivo también se vuelve cada vez más relevante. La comodidad de delegar tareas y decisiones a la tecnología nos hace menos activos mentalmente, llevándonos a depender de lo fácil y rápido en lugar de lo complejo y profundo. ¿Qué consecuencias tendrá esto para nosotros como especie? Si seguimos cediendo nuestra capacidad de pensar, podríamos estar caminando hacia un futuro donde la creatividad, la innovación y la reflexión humana estén en peligro de extinción.

El riesgo de que nuestras mentes se conviertan en un playlist generado por IA es más real de lo que parece"

El desafío, entonces, es recuperar lo humano. No implica rechazar la tecnología, sino ponerla en su lugar: como herramienta, no como dueña de nuestra mente. Desarrollar nuestras conciencias implica volver a la reflexión, al análisis crítico y al cuestionamiento de lo que nos rodea. Si seguimos por el camino de la automatización cognitiva, corremos el riesgo de convertirnos en meros consumidores pasivos de información, sin la capacidad de discernir lo que realmente es valioso.

Si seguimos por el camino de la automatización cognitiva, corremos el riesgo de convertirnos en meros consumidores pasivos de información"

No quiero caer en la nostalgia del pasado ni hacer una apología del rechazo tecnológico, que como bien sabrán soy lo mas lejano que existe a un tecnofóbico. Lo que quiero es plantear la necesidad de equilibrar nuestras vidas, de recuperar el espacio mental necesario para pensar, para reflexionar y para cuestionar. La autonomía mental es un derecho que debemos defender, pero también es una responsabilidad. No podemos permitir que toda la inercia digital nos arrastre hacia una superficialidad cognitiva de la que luego no podamos escapar.

Y ahora, más allá de la seriedad del tema, seamos sinceros: ¿de verdad queremos que un algoritmo decida si somos lo suficientemente buenos en lo que hacemos o pensamos? El riesgo de que nuestras mentes se conviertan en un playlist generado por IA es más real de lo que parece. 

Así que, por si acaso, la próxima vez que me llegue una notificación ofreciéndome "pensar mejor" con la ayuda de la tecnología, quizás prefiera apagarla y simplemente tratar de disfrutar de no hacer nada. Después de todo, a veces, el verdadero lujo es poder perder el tiempo... sin que una máquina lo mida.