OPINIóN
Unión Cívica Radical

Que se rompa, pero no se doble

03082024_alfonsin_menem_pacto_olivos_cedoc_g
Pacto de Olivos. El expresidente Alfonsín, principal impulsor. | cedoc

El historiador Loris Zanatta ha destacado que la historia argentina aparece atravesada por el conflicto entre dos tradiciones político-culturales competitivas, liberal la primera y nacionalista la segunda.

A lo largo de su historia, en el seno de la centenaria Unión Cívica Radical operó una suerte de conflictiva convivencia entre diferentes expresiones –a menudo con líneas muy difusas de diferenciación entre los diferentes sectores internos–, de esas tradiciones políticas.

Así, durante el período de liderazgo de Hipólito Irigoyen, este conflicto tuvo lugar entre sectores “personalistas” partidarios de la figura del caudillo radical y “antipersonalistas”, representados estos últimos en la figura de Marcelo Torcuato de Alvear; durante la década del 40 tuvo lugar la división entre “Unionistas”, partidarios de incorporar a la Unión Cívica Radical a un frente electoral de tinte antifascista, e “Intransigentes” partidarios de preservar la esencia que dio origen al viejo partido y un acercamiento con sectores de un emergente peronismo; hacia final de la década de 1950 la interna partidaria puso a los denominados “Radicales del Pueblo” encabezados por el histórico dirigente Ricardo Balbín, frente a los “Radicales intransigentes”, liderados por Arturo Frondizi y Oscar Alende con diferentes visiones respecto a cómo relacionarse con el peronismo, siendo los primeros más refractarios a cualquier tipo de acercamiento con el partido del General Perón, ya con su líder en el exilio, y más bien partidarios de alguna alianza con sectores del movimiento proscripto a partir de 1955 los segundos.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

A principios de la década de 1990 el conflicto entre sectores “Pactistas” y “Antipactistas” tuvo como eje diferentes visiones relacionadas con el acuerdo en 1993 entre Raúl Alfonsín y el entonces presidente Carlos Menem que dio origen a la carta constitucional sancionada en 1994, estando los últimos representados en líderes territoriales como Fernando de la Rúa y Federico Storani con una postura claramente opositora a la reforma acordada con el oficialismo, y los primeros en la propia figura del expresidente Alfonsín, principal impulsor del “Pacto de Olivos” y la propuesta de reforma constitucional condensada en lo que se conoció como el “núcleo de coincidencias básicas”.

Diferentes posturas en el seno del centenario partidario sobre cómo establecer una relación con el peronismo en su etapa “kirchnerista” a partir del 2003 generaron una fractura interna entre los “Radicales K” encabezados entre otros, por Julio Cobos, quien fuera vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner durante su primer mandato (2007-2011), o Gerardo Zamora, gobernador de la provincia de Santiago del Estero y los “Radicales Anti-K” destacándose entre ellos Ernesto Sanz o Gerardo Morales.

Estas divisiones cruzan en la actualidad al centenario partido en relación al gobierno de Javier Milei pudiéndose distinguirse entre los críticos “Rosados” con una visión cercana a la socialdemocracia como es el caso de su presidente, de origen extrapartidario, Martín Lousteau y los “Violetas” más cercanos a la visión “liberal” del gobierno nacional, matizada esta cercanía principista con orientaciones de orden pragmático encontrándose en este último sector sus gobernadores.

El lema del fundador de la Unión Cívica Radical Leandro N. Alem ha sido “Que se rompa, pero que no se doble” ¿Misión cumplida?

*Politólogo UBA.