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¿Qué le pasó a La Libertad Avanza?

No solo deben alejarnos de las crisis macroeconómicas sino de todo el resto de las razones por las que este país dejó de ser lo que alguna vez fue.

Patricia Bullrich y Javier Milei 20241031
Patricia Bullrich y Javier Milei | Cedoc

“Llegaron nuevas Ideas, que no eran nuevas sino recicladas. La gente moderna, ya no era moderna sino anticuada”. 

Estas estrofas de Ser Brigada, canción de la banda española León Benavente, resume considerablemente lo que vengo percibiendo en la actual coyuntura nacional.

He sido parte del grupo de 4 o 5 personas que le dieron vida a La Libertad Avanza. Como he contado varias veces esta semana, puse a disposición del actual presidente Javier Milei, no sólo mi experiencia política sino también mis equipos y varios recursos necesarios para la acción política incluso antes de que él llegase a Diputado por la Ciudad de Buenos Aires.

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Mi principal motivación, en aquél entonces, e incluso hoy día, era dotar a nuestro sistema político y a nuestra joven democracia no sólo de caras nuevas (quizá lo menos importante), sino también de un discurso, una mirada de país y una forma de hacer las cosas, renovada.

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Queríamos combatir ese statu quo decadente (lo que hoy se engloba en el slogan de “la casta”) que llevó a nuestro país de un 5% de pobres a mitad de los años 70 a la triste situación actual en donde más de un 50% de nuestros pibes, siquiera tienen garantizados dos platos de comida por día. Ni que hablar de la destrucción del sector privado, de la seguridad, de la defensa y de los valores mínimos que permiten la convivencia pacífica entre ciudadanos.

Como es sabido, en pocos años, esta estructura que construímos fue elegida por una gran mayoría de los argentinos para conducir nuestros destinos. 

Sin embargo, al poco tiempo de llegar al poder, para mi sorpresa, varios de esos rostros que fungían de representantes arquetípicos del pasado, fueron elegidos para integrar el gabinete nacional. Funcionarios que, con varios fracasos sobre sí, comenzaron a tallar no solo la gestión diaria de nuestra Patria, sino incluso a permear con sus ideas y sus prácticas, aquella opción nueva que quisimos poner a disposición de la ciudadanía.

Como si fuese poco, también las viejas formas regresaron a la arena política. A veces me dicen que en un contexto crítico las formas no son importantes, los procedimientos no son importantes, las instituciones no son importantes. Pero justamente me pregunto si no es exactamente eso lo mismo que nos han dicho todas las últimas décadas. ¿Acaso el argumento de la excepción permanente, de la crisis permanente, no es excesivamente parecido a lo que se ha vivido una y otra vez en estos más de cuarenta años de democracia o de incluso antes?

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Del mismo modo, me pregunto si perseguir funcionarios por su inclinación ideológica, si sostener aplaudidores en detrimento de profesionales y si mostrarle al mundo que quienes nos conducen pueden ser eliminados a los gritos y de un plumazo, también no es parte de todo eso que vinimos a cambiar. 

Y lo que es más preocupante e incluso más peligroso, ¿cómo nos ha ido a los argentinos toda vez que los gobiernos de turno nos han enfrentado a unos con otros? ¿Cuánto hemos retrocedido como sociedad? ¿Cuánto nos han devorado “los de afuera”, como dice el Martín Fierro, toda vez que nos hemos enfrentado entre hermanos?

En ese gran “¿qué nos pasó”? y en tan poco tiempo, es que me he planteado si mi pertenencia a La Libertad Avanza tiene el mismo sentido que tuvo cuando ayudé a fundarla y si no estamos justamente a tiempo de rever lo que estamos haciendo antes de que sea tarde

Esperable no deseable

Esa, y no otra, es la razón por la que en estas últimas semanas he cambiado mi habitual actitud de silencio público y he brindado las entrevistas que algunos periodistas me han pedido. Justamente, porque todo lo anterior ha estado coronado con otra práctica también recurrente: la imposibilidad del debate hacia adentro, la discusión de ideas y la argumentación para corregir errores. Circunstancias elementales no solo de un buen gobierno sino de una democracia real y libre de autoritarismos.

Sin extenderme más, espero que estas palabras sirvan para llamar a la reflexión de quienes no solo deben alejarnos de las crisis macroeconómicas sino de todo el resto de las razones por las que este país dejó de ser lo que alguna vez fue.

Eugenio Casielles es legislador de la Ciudad de Buenos Aires de LLA

 

LT