OPINIóN
Mapa americano

¿Por qué Maduro entregaría el poder?

Augusto Pinochet, otro dictador latinoamericano, entregó el poder luego de la elección de 1988, pero sabiendo que no iría a la cárcel, sino al Senado. A Maduro, alineado con Rusia, China e Irán, las sanciones de Occidente no le importan. ¿Cómo podrá salir Venezuela de esta encrucijada?

Maduro
Brasil le exige a Venezuela que muestre las actas de votación | AFP

Desde cuando gobernaba Hugo Chávez hubo debate sobre si Venezuela era o no una democracia, como si las únicas dos posibilidades de régimen político fuesen democracia o autoritarismo. Este debate creo que hoy queda zanjado. Sostener que en Venezuela hay una democracia es desconocer completamente qué es una democracia. Si la democracia fuese otro nombre para “ir a la urna” entonces Cuba también sería una. 

Alguien más benévolo con el régimen podría haberlo caracterizado como un autoritarismo competitivo, según la definición de Levistky y Way. 

Esto es un régimen donde se celebran elecciones en una cancha totalmente desbalanceada, donde los medios no son neutrales, no todos los adultos pueden votar, se atosiga a la oposición a través de persecución, encarcelamiento o proscripción. ¿Algo de esto nos parece familiar en Venezuela? 

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Ahora bien, ¿por qué entonces realizan elecciones si viven en un autoritarismo? Porque precisan simular ser una democracia por diferentes motivos. En el siglo XXI (en América) no ser una democracia sale caro. En otras regiones del mundo no tanto. Pero en América sí. Hay sanciones económicas y diplomáticas que afectan gravemente a la economía local que se aplican a los autoritarismos. Entonces hay incentivos a simular ser una democracia. 

Pero una característica típica de la democracia son las elecciones abiertas, libres y justas. Y elecciones de este estilo traen consigo incertidumbre sobre quién ganará. Esa incertidumbre disminuye cuando la cancha está totalmente desbalanceada a favor del oficialismo, donde las reglas de juego cambian día a día para hacer las elecciones más restrictivas y las condiciones para presentarse como candidato se tornan ridículas.

En caso de que Maduro aceptase la derrota, tendría que entregar el poder (...) Recordemos que tanto él como Diosdado Cabello y los principales jerarcas del régimen de Venezuela ya tienen pedido de captura internacional por vínculos con el narcotráfico y por violaciones a los derechos humanos"

Pero sigue vigente cierta incertidumbre y hay chances, pocas pero hay, de que la oposición gane las elecciones. En caso de que eso suceda, el oficialismo, en este caso Maduro, se enfrenta a una decisión compleja: aceptar la derrota y entregar el poder o desconocer la misma haciendo fraude, y continuar en el poder, dejando a las claras ya que de democracia no queda nada. 

La pregunta que debemos hacernos acá es, ¿qué incentivos tiene Maduro para tomar una u otra opción? Por supuesto que en una democracia aceptar la derrota forma parte del sistema, pero como Venezuela no es una, cabe la pregunta.

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En caso de que Maduro aceptase la derrota, tendría que entregar el poder, y con ello posiblemente enfrentar cargos judiciales a futuro. Recordemos que tanto él como Diosdado Cabello y los principales jerarcas del régimen de Venezuela ya tienen pedido de captura internacional por vínculos con el narcotráfico y por violaciones a los derechos humanos. Salvaría a Venezuela y evitaría sanciones graves, toda vez que podría tener una salida más o menos decente del poder. Pero claro, eso si Venezuela y su régimen aún fuesen considerados democracias. 

El régimen de Maduro ya está bien apoyado a nivel internacional en el eje Rusia-Iran-China. Poco le importa ya que las sanciones de Occidente se mantengan, tal vez algo le importa que se profundice, y seguramente quiera que se levanten y por eso realizó la mímica de elecciones"

En caso de que Maduro no acepte la derrota y falseara los resultados, gran parte de las consecuencias ya las tiene asumidas hoy: castigos y sanciones internacionales que ya posee, pedidos de captura internacional que ya tiene (con recompensa de 15 millones de dólares incluida). Los organismos regionales (OEA, Mercosur) ya lo sancionaron hace tiempo, y Estados Unidos ya le impuso sanciones y bloqueos económicos, los cuales levantó parcialmente durante el proceso electoral. 

El régimen de Maduro ya está bien apoyado a nivel internacional en el eje Rusia-Iran-China. Poco le importa ya que las sanciones de Occidente se mantengan, tal vez algo le importa que se profundice, y seguramente quiera que se levanten y por eso realizó la mímica de elecciones, pero no funcionó como esperaba. Es decir, todos los incentivos estaban del lado de no aceptar la derrota, falsear los resultados y al final del día, hacer una demostración de poder. 

Para que haya guerra civil tienen que haber armas de los dos lados, y acá sólo Maduro tiene armas"

En palabras de los autores citados: “es esencial diferenciar regímenes en los que las instituciones democráticas ofrecen un canal importante a través del cual la oposición puede buscar poder, de estos regímenes donde las reglas democráticas simplemente sirven para legitimar un liderazgo autocrático existente.” Venezuela pasó a ser la segunda.

A los que creen que esto podría desembocar en un alzamiento y guerra civil, un General del Ejército Argentino hace ya algunos años me lo explicó bien claro “para que haya guerra civil tienen que haber armas de los dos lados, y acá sólo Maduro tiene armas.” En otras palabras, para que exista una guerra civil efectiva, alguna potencia deberá proveer de armas a la oposición venezolana a la vez que esta debe estar dispuesta a comenzar una guerra donde posiblemente haya muchos muertos. Por un lado, difícil que Occidente, con la guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto de Medio Oriente de por medio, abra un tercer frente con Venezuela. 

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Por otro lado, los dos vecinos más importantes de Venezuela, Colombia y Brasil, siendo este último el país más relevante y poderoso de Sudamérica (sí argentinos, tenemos que entenderlo, Brasil hoy es muchísimo más relevante a nivel internacional que nosotros), difícilmente acepten una guerra civil en sus fronteras. Ya suficientes problemas tienen con un régimen autoritario vecino, con fuertes lazos con los países anteriormente mencionados. Es extraña la postura de Itamaraty, desde donde sólo ha salido un gran silencio al respecto en las primeras horas luego de conocerse los resultados. 

Un jugador global como Brasil ha tenido poco o nulo control sobre su zona de influencia más cercana, y no ha logrado intervenir en diferentes conflictos que han surgido en la región. Tal vez con esta elección tengamos la primera sorpresa y estén activamente trabajando para una solución pacífica y democrática al respecto, lo que explicaría el silencio. Pero hoy no parece la opción más probable, aunque no hay que descartarla.

Para concluir, ¿por qué Maduro no entregaría el poder? Porque no hay incentivos para que lo haga realmente. Ningún dictador entrega de buenas el poder, menos sabiendo que luego enfrentará juicios y posiblemente termine preso. Augusto Pinochet entregó el poder luego de la elección de 1988, pero lo hizo sabiendo que luego no habría cárcel, sino una banca en el Senado y sus intereses asegurados hasta hoy. 

Incluso las FARC (guerrilla, no gobierno) se desarmaron en Colombia, previa negociación de que no habría cárcel y podrían competir democráticamente. A esa falta de incentivo local, se suma la falta de incentivos regionales (Colombia y Brasil particularmente, que no se terminan de involucrar a fondo en el conflicto) y por último, la falta de incentivos globales, al ya tener asumidas las consecuencias de no respetar los resultados de las elecciones. 

El conflicto por el Esequibo (disputa con Guyana por un territorio hoy en control de este país, particularmente rico en petróleo) merece un punto aparte. En caso de accionar militarmente Venezuela, Estados Unidos posiblemente se involucre, por lo que los incentivos están puestos para que Venezuela ladre pero no muerda. La salida del régimen autoritario venezolano hacia uno democrático hoy no parece clara, y las elecciones recientes, que despertaron una gran esperanza, demostraron por ahora no ser más que una pantomima al servicio de Maduro.