Como dice una amiga: “Hoy todo es pistaccho e inteligencia artificial”. Y eso que vive en Mar del Plata y no en Palermo. Modas hay en todos lados y en filosofía, alguna vez, todo fue Heidegger.
No soy especialista en el amigo Martin Heidegger ni lo quiero ser. Pero, la sobreabundancia de reflexiones sobre la Inteligencia Artificial (IA) invita a ir al pasado a buscar bases para pensar. En esta retrospectiva, la conferencia del filósofo Martin Heidegger titulada La pregunta por la técnica parece ser una escala obligada.
Obligada, mas no recomendada -diría yo “con todo respeto”. Heidegger no es de las personas con las que me gustaría conversar largamente tomando un cold brew coffee y una torta de crema y pistaccho en un cafecito de Chacarita o Villa Crespo. Ni tampoco tomando una Pilsen en su cabaña de la Selva Negra alemana.
Y es que me puedo imaginar ese encuentro con él hablando lento, pero sin detenerse, monologando sin prisa, pero sin pausa, inventando palabras nuevas o usos insólitos de palabras comunes sin hacer contacto visual, mientras yo, por deferencia a su edad y su prestigio, le ofrezco una paciencia silenciosa que parece infinita, pero me va enfureciendo por dentro.
Pero, Heidegger fue Heidegger, así que ahí van mis apuntes sobre su conferencia brevemente aplicados al fenómeno de la Inteligencia Artificial que no tienen de ningún modo la pretensión de agotar lo que dijo el pensador alemán aquél 8 de noviembre de 1953 en la Academia Bávara de Bellas Artes -que agota a unos antes de que pueda agotarlo a él.
“Producir es dar lugar a algo que antes no estaba ahí”, dijo el filósofo.
Heidegger nos dice que para ver qué es lo esencial de la técnica hay que estar convencidos de que no es solo un instrumento neutral. Cuando la consideramos solo un medio para un fin es porque se la quiere dominar para que no se escape del señorío del hombre. La técnica es, sobre todo, un hacer propiamente humano.
Heidegger explica que la técnica es un comienzo de algo que puede llegar a ser, es el comienzo de la producción. La póiesis (en griego) o la producción es lo que da lugar a algo que antes no estaba ahí; es lo que hace que lo no-presente se haga presente. A este proceso, Heidegger lo caracteriza como un des-ocultamiento,asemejando este concepto al de la palabra griega aletheia que significa “verdadero” quitar el velo.
La producción des-oculta, des-cubre en la medida que ahora ahí hay algo que antes no estaba; y esto es lo esencial de la técnica, que, por su dinámica, revela o da a conocer algo.
Heidegger menciona técnicas que surgen de la aplicación de la física al dominio de la naturaleza. Por ejemplo, una represa hidroeléctrica o el uso de la energía atómica -recordemos que es 1953 y la primera bomba atómica se lanzó en 1945. Estas técnicas “provocan” la naturaleza para que ésta libere sus energías ocultas y se puedan explotar y acumular.
Heidegger dice que la técnica es “equívoca”, es decir, que puede entenderse en varios sentidos: puede ser “salvadora” o “peligrosa”. ¿Pero cuál es el peligro? No parece estar en la obvia cuestión ética; por ejemplo, el uso de la energía nuclear para crear la bomba atómica.
El peligro es que el hombre se pase a sí mismo por alto como lo interpelado -la reflexión humana es lo que está en peligro; que el hombre se centre en sí mismo y se niegue “a experimentar el aliento de una verdad más principial (sic)”.
Hay algo que excede al hombre, que el hombre no decide. Hay un destino del hombre que es caminar para preguntar, descubrir, revelar, buscar la verdad. En la técnica como hacer propio del hombre hay un destino y ese destino es la pregunta. La esencia de la técnica es “la entregada pertenencia al desocultar”.
Lo engañoso, la falsa apariencia es que el hombre en todas partes solo se encuentre a sí mismo “y se pavonee como señor de la Tierra”.
Heidegger y la IA
Al pronunciar Heidegger esta conferencia, los pioneros de la IA apenas estaban comenzando a conversar. Y, a diferencia de las técnicas mencionadas por Heidegger, la Inteligencia Artificial no tiene una relación directa con la naturaleza. Esta diferencia, en principio, no parece poca cosa en términos heideggerianos.
La IA generativa “crea” a partir de los datos existentes, que no están ausentes. La IA revela sus potencialidades implícitas mediante el cálculo probabilístico resultando un producto pseudo-original.
A diferencia de las técnicas mencionadas por Heidegger, en la IA no hay reglas de la naturaleza que desafiar para utilizar. La IA se enfoca en las reglas del pensamiento lógico y el lenguaje en las que hurgaban Marvin Minsky o Roger Schank, intentándolas reducir a procesos y pasos programables. Hay algo recursivo en el proceso de la IA sobre datos preexistentes que no parece realizar lo que dice Heidegger: develar, desocultar, hacer presente lo no-presente.
Por otra parte, la imagen del hombre intentando dominar las energías ocultas de la naturaleza en favor del campo o de la industria no se parece a la imagen del hombre intentando dominar las “energías ocultas” de las minas de datos que usa la IA. En términos heideggerianos, este prototipo de hombre de la IA parece mucho más concentrado en sí mismo y en los mundos creados con su propia mente -tal como le gustaría a Marvin Minsky, sin referencia a un mundo biológico exterior a ella.
Si le pidiésemos a Heidegger formularnos un consejo para lidiar con la IA como técnica-algo a lo que naturalmente me predispondría mal y con pereza – quizás nos echaría una conferencia de 20 páginas de lectura poco amigable. Pero yo les “traduciría” esto: Mantengan Uds. siempre a la vista el peligro más extremo: el no preguntarse, el no reflexionar, el no pensar. Confíen en el misterio y no se crean que son los señores de la Tierra.