El paso de una sociedad económicamente estancada, hacia otra en desarrollo, es un cambio no fácil de realizar en democracia. Los llamados países desarrollados lo lograron cuando las decisiones no se tomaban en democracia; y China lo está logrando en dictadura. Esto no significa que siempre deba ser así, pero parece que la democracia debe hacer algo al respecto. En esta línea de pensamiento resulta interesante revisar lo ocurrido en Chile el siglo pasado, y agregar elementos para entender lo que parece estar ocurriendo ahora en nuestro país.
Como un aporte para mostrar casos diferentes de estas falencias veamos algunos casos cercanos. Hasta 1973 Chile era una sociedad subdesarrollada, fruto de la inacción de las diferentes fuerzas políticas en cuanto a producir los cambios necesarios para salir del estancamiento. Aníbal Pinto, reconocido economista de ese país, decía que por detrás de ese subdesarrollo estaba un “empate” paralizante entre las fuerzas políticas que aspiraban al Poder: el Partido Nacional, conservador, de derecha, y la Democracia Cristiana, progresista con una orientación social católica. En 1970 se suma una alianza de comunistas y socialistas (la Unidad Popular) que no propone la socialización de los medios de producción, sino unas tibias reformas en la producción agraria e industrial, dando mayor participación a los trabajadores. Pero Salvador Allende, un demócrata respetuoso de las reglas de juego y de la división de poderes, es desalojado del poder por un golpe de Estado, sin motivo que lo justificara, ya que el orden constitucional seguía vigente, con respeto a todos los derechos sociales y económicos de los ciudadanos. Además, en 1972 se habían realizado las elecciones de medio término y la oposición (Democracia Cristiana y Partido Nacional, unidos) la ganan al obtener los dos tercios de los sufragios; resultados que son acatados democráticamente por el Poder Ejecutivo. Estos resultados permitían predecir la muy alta probabilidad de que, dos años más tarde, cuando se votara un nuevo presidente, ganaría la oposición.
Fueron diversas las hipótesis de las razones que dieran sentido a la interrupción de ese proceso democrático. La más conocida lo atribuía a la participación de los EE.UU., a través de la CIA, para enviar un mensaje a los diferentes movimientos sociales contestatarios de la región. Puede ser. Sin embargo, lo que aparece claro en los hechos, es que Pinochet, un oscuro jefe militar que traicionó la confianza de Allende, y sin una mínima preparación para conducir un cambio, fue utilizado por una burguesía incipiente que encontraba así la forma de superar el “empate” paralizante entre las fuerzas políticas, favoreciendo así el estancamiento.
A la luz de lo ocurrido en Chile, es interesante observar lo que viene ocurriendo en nuestro país. Ambos procesos presentan diferencias importantes, ya que en nuestro país no hubo golpe de Estado, sino una mayoría inédita de ciudadanos que da un “golpe” de timón para intentar salir del estancamiento económico y de la pobreza. Y otra diferencia importante es que mientras Chile logró cambios estructurales importantes, que fueron continuados por los gobiernos de la Democracia Cristiana y del socialismo que le sucedieron, en nuestro país aún es temprano para saber cómo termina este proceso de cambios. Pero también hay similitudes de origen, como es un “empate” cíclico entre las principales fuerzas políticas (kirchnerismo y radicalismo) que no supieron, o no quisieron, llevar adelante las políticas económicas que nos sacaran del estancamiento económico.
* Sociólogo.