Pepita la pistolera nunca pidió permiso. Errónea entonces la última comparación del Papa entre esa mujer de acción que ya robaba limosnas de la parroquia a los 7 años y una Patricia Bullrich que bordeando los 70 le pide la venia al Presidente para llevar a sus nietos a ver al ratón Mickey en Disney. Se equivocó Francisco en su graciosa declaración al unificar con sorna las dos personalidades. Y seguramente tampoco lo dijo porque la responsable de Seguridad también se dedica a robar. Legalmente, claro: la funcionaria utiliza un procedimiento lícito y respetable en la política, captura voluntades que antes pertenecían a un socio o a un jefe, Mauricio Macri en el caso de ella. Hurta más votos para nutrir el vínculo personal con Javier Milei, un aporte de capital a la sociedad oficialista. Si bien semeja un acto de rebeldía contra el ingeniero, y cierta autonomía, en rigor se trata de un conveniente cambio de patrón: Milei repite que ella es una de sus más exitosas ministras y que le reserva, para el 2027, una ocupación electoral de privilegio, sea la Vicepresidencia o, lo más probable, la candidatura a gobernar la Ciudad de Buenos Aires, donde la dama dispone de un propio caudal de seguidores. Como es obvio, Mauricio no ofrece nada, ni puede, solo flirtea con la política, y desde este miércoles se instaló en el Sur por tiempo indeterminado.
Ya tuvo su premio Patricia, se incorporó a la geometría del gobierno: se suma esta semana —como ya se había advertido en estas páginas— al dominante triángulo de hierro (Milei, hermana y Santiago Caputo) no solo por la paz en las calles. Ahora, participo en la llegada de Diego Kravetz como segundo a la cúpula de la SIDE debido a la decepción de Caputo con ciertas recomendaciones de influyentes figuras de Inteligencia. Los amigos de Guillermo Coppola pueden ser divertidos, pero no resuelven problemas: más bien los crean, sería su objeción a esos colaboradores.
Bajo su órbita —reconoce— se chocó la calesita de la SIDE, también las designaciones en Impositiva y Aduana, conocidos temas de Justicia, quedo afectado en la cúpula del poder. También le molestan operaciones en la prensa que lo dañan en la responsabilidad por la designación de Andrés Vásquez en DGI: un vapuleado jefe por ciertas inconsistencias tributarias que el gobierno, según dijo el vocero Manuel Adorni, no iba a dar explicaciones. Rara esa manifestación cuando el Presidente suele contar la máxima de su colegio basada en un pájaro que prefiere morir antes que estar sucio. Igual Adorni se perfila como el postulante a la ciudad el año próximo como senador —detalle a considerar: estuvo con Karina en un teatro de Flores arengando a simpatizantes—, cargo que ocuparía al mejor estilo César Jarovslavsky en los tiempos de Raúl Alfonsín: desde la banca seguirá actuando como defensor y portavoz de la gestión.
A todo esto, la Bullrich —que maneja Inteligencia de la Policía y Gendarmería— se agrega con Kravetz a ese entorno nacional. Asciende. El nuevo número dos de la SIDE, experto en política en jugar con fichas verdes, rojas o azules según la ocasión política, venía complicado en la Administración Jorge Macri, a punto de partir. Ahora se valorizó su pase que incluye a Soledad Acuña, exministra de Horacio Rodríguez Larreta. Y, por si fuera poco, el sucesor de Kravetz en la Ciudad, Ezequiel Daglio, suele remitirse a Patricia como referente. Golpazo adicional para Mauricio, quien rumia el apartamiento de su ex preferida como traición junto al hostigamiento que recibe por parte de ella. Incomprensible, ya que en público se queja porque no tuvo solidaridad cuando integro su gobierno para aplicar una política más restrictiva en materia de Seguridad. Nunca lo había dicho, parece un justificativo de su propio fracaso. Otro dato: le atribuyen a ella injerencia en el revoleo de departamentos en los Estados Unidos pertenecientes a una sociedad de Cristian Ritondo, más que próximo a Macri y titular del bloque PRO en diputados. También una vieja inquina propia, ya que una vez Mauricio lo imagino para la provincia de Buenos Aires y ella le advirtió: “Si lo pones de candidato, yo lo pongo preso”.
Las cartas ya se jugaron entre los dos luego de una historia común. Lo que el expresidente teme es que Patricia intente vaciarle más el partido y haya otras deserciones de su espacio para integrarse al Gobierno Milei o su cercanía. Anotar un nombre: Néstor Grindetti, hombre que tramitó negocios de la familia Macri, de pura confianza, ex intendente en Lanús, de paso penoso por el club independiente, hoy a la vera de Bullrich. Salvo las desavenencias por alcanzar el poder, aún se discurre sin entendimiento la razón por la cual se inició la ruptura entre el boquense, que la había elegido por encima de Rodríguez Larreta, la sostuvo como candidata y logro aportes para su campaña.
Nunca hubo roces, aunque en cierto momento Patricia —cuando su proyección se limitaba— empezó a colegir que Macri prefería a Milei en la Presidencia. Una duda. Después, ningún otro conflicto, la integración de ella en el actual gobierno y él cada vez alejado de la Casa Rosada. Primero le echo la culpa a Caputo por esa distancia, ahora admite que ha sido Patricia una operadora en su contra. Milei ya no es neutral, también lo fustiga a Macri para deshojar el árbol del PRO. Un esqueleto que, sin embargo, todavía le puede entorpecer la gestión del año próximo en el Congreso. Al revés de lo que ocurrió hasta ahora.