OPINIóN
Efemérides 20 de septiembre

París, Roma, Madrid y entonces, Buenos Aires

En 1880 Buenos Aires fue elegida capital del país y vidriera de los argentinos: las huertas devinieron jardines y algunas calles, boulevares con alumbrado eléctrico. El norte se llenaba de palacetes mientras el sur superpoblado se acomodaba a la escasez de hospitales, escuelas y exigencias sanitarias.

Buenos Aires 1880 y París en 1880
Buenos Aires 1880 y París en 1880. | Collage

El 20 de septiembre de 1880 se aprueba la ley que establecía la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, a partir del proyecto enviado por el presidente Nicolás Avellaneda. En este marco, la flamante Capital Federal comenzó a perfilarse como vidriera rutilante del país mediante una transformación urbana destinada en función del nuevo estatus asumido.

Consagrada como eslabón principal de las estrategias de modernización del país, la Ciudad de Buenos Aires fue declarada en 1880 “Capital de la República” y sede del gobierno nacional, federalizando el territorio tras largas pujas políticas internas, que se prolongaron durante toda una década. 

Ante tal acontecimiento, la Corporación Municipal proclamó que “dicha designación no sólo manifiesta la satisfacción de una necesidad general, sino también su engrandecimiento tanto moral como material”. Esta expresión fue la que sentó definitivamente las bases para una profunda transformación urbana.

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Paralelamente a esta euforia, las grandes oleadas inmigratorias multiplicaron la densidad de una ciudad que suscitaba problemas concretos de hábitat a resolver, donde numerosas epidemias de enfermedades infecto-contagiosas acentuaban las deficiencias sanitarias y pusieron en crisis los sistemas de salubridad e infraestructura urbanos.

Ante una Europa en crisis, producto del agotamiento agrícola, del crecimiento demográfico, de la desocupación persistente y de los conflictos bélicos generalizados, el nuevo continente era vislumbrado como un destino ideal para mejorar las condiciones de vida de una gran cantidad de trabajadores marginados del sistema, deseosos de convertirse en pequeños propietarios de parcelas de tierra para su cultivo o, simplemente, conseguir un empleo rural relativamente bien remunerado. 

El 15 de abril de 1986, Raúl Alfonsín propuso mudar la Capital Federal a Viedma

Para quienes arribaron al país, ambos deseos se vieron limitados por el escaso capital de que disponían y por la fuerte atracción ejercida por la ciudad de Buenos Aires, sitio en donde las posibilidades de hallar una ocupación se diversificaban. Entre 1870 y 1930 arribaron aproximadamente seis millones de inmigrantes europeos, de los cuales la mitad regresó posteriormente a su país de origen y la otra mitad se instaló en las grandes ciudades, principalmente, Buenos Aires.

La política económica llevada a cabo a nivel nacional tuvo a Buenos Aires como centro del sistema, al que confluía toda la producción agropecuaria desde el interior de la pampa húmeda para ser embarcada hacia los puertos europeos. A su vez, desde allí se enviaban manufacturas de todo tipo para ser comercializadas, principalmente, en el centro de la ciudad, y luego distribuidas hacia el interior. 

Entre 1870 y 1930 arribaron aproximadamente seis millones de inmigrantes europeos, de los cuales la mitad regresó posteriormente a su país de origen"

Esto provocó que la ciudad fuese periódicamente sacudida por importantes epidemias -cólera, viruela, difteria, escarlatina, sarampión, tuberculosis pulmonar, fiebre tifoidea y puerperal- que se sucedieron cada vez con mayor intensidad.

El cambio de la fisonomía en la ciudad fue notorio y evidente. Se poblaron los terrenos baldíos y se lotearon aquellos que originariamente fueron destinados a huertas, se ampliaron y generaron parques públicos, se abrieron numerosos boulevares para contener a suntuosos edificios y se comenzó a electrificar el alumbrado público, que reemplazaba paulatinamente a las viejas farolas a kerosene y a gas. En 1888 se acordaron los límites definitivos de la Capital Federal, que incorporaba a los antiguos pueblos de Flores y de Belgrano, totalizando más de 19 mil hectáreas. 

Los datos emanados del primer Censo Municipal de Población, Vivienda, Comercio e Industria, levantado un año antes, detectaron edificadas más de 1.300 manzanas (de las 144 previstas por su fundador, Juan de Garay, en tres siglos antes).

Mientras los barrios del norte se poblaban de palacetes franceses, la zona sur se esforzaba por acomodarse a exigencias de carácter higiénico y sanitario. 

El primer Censo Municipal de Población detectó edificadas más de 1.300 manzanas (de las 144 previstas por su fundador, Juan de Garay)"

El desarrollo de los barrios viejos y el surgimiento de otros nuevos era incentivado por la nueva dinámica del transporte, que reducía distancias y tiempos. De este modo, los suburbios se llenaron de nuevos barrios en un crecimiento que iba del puerto hacia la periferia, reproduciendo el esquema productivo del país, que lo hacía de Buenos Aires hacia la pampa.

Se observa, entonces, la convivencia de dos realidades contrapuestas: por un lado, el deseo de una ciudad moderna, capaz de seducir al mundo con una fisonomía acarameladamente europeizada y, por otro, un desborde poblacional al que debía proveerse de residencia, hospitales y escuelas, así como calles, plazas, alumbrado y agua corriente. Una dicotomía que puso de manifiesto la incapacidad de superar la crisis establecida en los distintos sistemas, e intentando articularla, la municipalidad debió actuar para arbitrar entre el bien común y el interés privado de los ciudadanos. 

Fue el tiempo de la denominada Generación del `80, que insertó al país como agroexportador y provocó una progresiva europeización cultural orientada a hacer de Buenos Aires, una París en América del Sur.

MM