OPINIóN
Día del Niño

“Papá, mamá: no soy su psicólogo”

Los padres no deberían involucrar a los menores para conseguir, tal vez, audiencia y aprobación en una decisión conflictiva. Ellos son los mayores y como tales se espera que demuestren experiencia, conocimiento y responsabilidad frente a quienes los miran como modelos.

Padres discutiendo delante de sus hijos 20240807
Padres discutiendo delante de sus hijos. | X @MundoChica

Involucrar a los hijos como psicólogos en problemas y responsabilidades de adultos puede parecer una solución conveniente debido a la percepción de que estos niños son más maduros o emocionalmente inteligentes. Sin embargo, esta práctica es injusta y potencialmente dañina para los menores, independientemente de su madurez aparente. Los padres deben ser quienes demuestren experiencia, conocimiento y responsabilidad, protegiendo a sus hijos de cargas emocionales inapropiadas. No se debe involucrar a los menores para conseguir tal vez, una tácita aprobación sobre una decisión conflictiva.

Es natural que los niños actúen como psicólogos de sus compañeros y amigos, ofreciendo apoyo y consejo en situaciones cotidianas. Esta interacción es parte del desarrollo social y emocional normal y les ayuda a aprender habilidades de empatía y resolución de conflictos. Sin embargo, cuando se les pide que asuman roles de adultos en problemas familiares, la situación cambia drásticamente.

Los niños, incluso aquellos que parecen más maduros, están en una etapa crucial de desarrollo emocional y psicológico. Involucrarlos en problemas de adultos puede interrumpir este desarrollo, causando estrés, ansiedad y sentimientos de responsabilidad inapropiados. Necesitan un entorno seguro y estable para crecer y desarrollarse adecuadamente, y asumir responsabilidades de adultos puede socavar esta estabilidad.

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La exposición a problemas y conflictos de adultos puede aumentar el riesgo de problemas de salud mental en los niños. Estudios han demostrado que los menores que enfrentan estrés emocional significativo tienen más probabilidades de desarrollar ansiedad, depresión y otros trastornos mentales en la adolescencia y la adultez. Además, pueden experimentar sentimientos de culpa y responsabilidad por problemas que están fuera de su control.

Los padres deben demostrar madurez y capacidad para resolver conflictos sin involucrar a los menores. Esto no solo protege el bienestar emocional de los niños y les enseña habilidades saludables de afrontamiento"

Hacer intervenir a los hijos en asuntos que son exclusivos de adultos puede crear una dinámica de poder desigual en la relación padre-hijo. Los niños pueden sentirse obligados a actuar como mediadores o consejeros, roles que no deberían asumir. Esto puede llevar a una pérdida de la infancia y a una relación disfuncional con los padres.

Es fundamental que los padres asuman la responsabilidad de manejar sus propios problemas y no deleguen estas cargas emocionales a sus hijos. Deben demostrar madurez y capacidad para resolver conflictos sin involucrar a los menores. Esto no solo protege el bienestar emocional de los niños, sino también les enseña habilidades saludables de afrontamiento y resolución de problemas.

Ver a sus padres inseguros puede hacer que se sientan vulnerables y ansiosos, afectando negativamente su desarrollo emocional"

Cuando los padres hablan mal del otro progenitor frente a sus hijos, están colocando a los menores en una posición extremadamente incómoda y dañina. Este comportamiento puede generar sentimientos de lealtad dividida, donde los niños sienten que deben elegir entre uno de los padres. Además, puede llevar a una percepción distorsionada de la realidad y a una pérdida de confianza en ambos padres. 

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Los niños necesitan ver a sus padres como figuras de apoyo y seguridad, no como adversarios. Pedir a los hijos que opinen sobre decisiones tan importantes como la separación o el divorcio coloca una carga emocional inapropiada sobre ellos. No deberían sentirse responsables de decisiones que corresponden a los adultos. Este tipo de involucramiento puede causarles ansiedad, estrés y sentimientos de culpa, ya que pueden creer que tienen el poder de influir en la estabilidad de su familia.

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Contar a los hijos detalles sobre nuevas relaciones sentimentales puede ser confuso y perturbador para ellos. Necesitan tiempo para adaptarse a los cambios en la estructura familiar, y compartir información sobre nuevas parejas demasiado pronto puede generar inseguridad y ansiedad. Es importante que los padres manejen estas situaciones con sensibilidad y respeto hacia los sentimientos de sus hijos.

Cuando los padres expresan dudas o inseguridades sobre sus decisiones frente a sus hijos, pueden transmitirles una sensación de inestabilidad y falta de control. Los niños dependen de sus padres para sentirse seguros y protegidos. Ver a sus padres inseguros puede hacer que se sientan vulnerables y ansiosos, afectando negativamente su desarrollo emocional.

El mal uso de los hijos como psicólogos o confidentes en situaciones de conflicto parental es injusto y perjudicial. Los padres deben asumir la responsabilidad de manejar sus propios problemas y proteger a sus hijos de cargas emocionales inapropiadas. Al hacerlo, se asegura un entorno más seguro y estable para el desarrollo saludable de los niños.