Una ola de disconformismo atraviesa los sistemas democráticos de todo el mundo. Oportunismo y especulación en algunos, resentimiento y frustración en muchos son capitalizados por movimientos políticos que crecen abjurando y maldiciendo su propia condición.
Crujen los instrumentos teóricos tradicionales utilizados por las clases dirigentes para intentar entender la realidad y tratar de actuar en consecuencia. Mutan los conceptos sobre el capital, el trabajo, la riqueza, el bienestar, la justicia, la libertad.
Se consolida un poder global de características inéditas, caracterizado por un nuevo recurso estratégico: el dominio de las tecnologías que posibilitan la apropiación y acumulación sistemática e instantánea de información y conocimientos a través de algoritmos capaces de autoaprender y automodificarse sin intervención humana. Es un recurso que no está en manos de ningún país de la tierra, si no de unos pocos multimillonarios tecnológicos: Elon Musk, Mark Zuckerberg... constituyen la elite de un nuevo poder que no se basa en ningún sistema político preexistente, si no en la posibilidad cierta de poder manejar la realidad a través de esos sistemas, que han penetrado silenciosamente en la intimidad de cada uno de nosotros a través de la masiva adhesión de la Humanidad a Internet y el dominio que unos pocos han logrado de su manejo.
Entre el Tecnofeudalismo y la Globalización Tecnocrática
El economista griego Yanis Varoufakis ha publicado recientemente un muy interesante libro de lectura obligada: "Tecnofeudalismo - El sigiloso sucesor del capitalismo". Varoufakis sostiene "que el capitalismo está muerto, en el sentido de que sus dinámicas ya no rigen nuestras economías" y que "ese papel lo desempeña ahora algo fundamentalmente diferente", manejado por los "señores tecnofeudales" a través de un "capitalismo de las nubes" que ha reemplazado al beneficio como motor del capitalismo tradicional, por la renta feudal.
Por qué la Inteligencia Artificial obligará a reconfigurar el rol docente
El Tecnofeudalismo no es el único intento de caracterización de un escenario posible. Un conjunto de profesionales y técnicos argentinos consideran que la economía actual se encamina a una fase superior de la globalización financiera, a la que denominan Globalismo Tecnocrático. Una clara referencia a los riesgos del paradigma tecnocrático que el papa Francisco en junio de 2024, manifestara de esta manera ante los líderes del G7: "El paradigma tecnológico encarnado por la inteligencia artificial corre el riesgo de dar paso a un paradigma mucho más peligroso, que ya he identificado con el nombre de “paradigma tecnocrático”.
El fantasma de un futuro distópico nos acecha y parece confirmarse cada día. Crece a la sombra de una parálisis social alimentada por la inadvertencia de muchos y la incomprensión de quienes tienen en el presente, las herramientas con las que se construye el futuro.
El riesgo de la profecía autocumplida
La inteligencia artificial de Google define a la profecía autocumplida como "un fenómeno psicológico que se refiere a cómo las expectativas y creencias de una persona pueden influir en su realidad. Se trata de una predicción o creencia que se hace realidad simplemente por el hecho de creer en ella".
La inacción ante un futuro que -como todo futuro- está aún por construirse puede convertir a la distopía en una profecía autocumplida.
Varoufakis realiza en su libro una advertencia que vale la pena tener muy en cuenta: "Esta mutación histórica del capital en la que hago hincapié ya se ha producido pero, absortos en nuestros apremiantes dramas, que van desde la preocupación por la deuda y una pandemia hasta las guerras y la emergencia climática, apenas nos hemos dado cuenta. ¡Ya es hora de que prestemos atención!"
Para prestar atención a la advertencia del economista griego, debemos aceptar que el futuro -de cada uno de nosotros y de la Humanidad- se construye. El mañana es el producto de lo que hagamos hoy. O lo que dejemos de hacer. Si no lo hacemos nosotros, otros lo harán en nuestro lugar de acuerdo a sus conveniencias e intereses.
¿Podrá la inteligencia artificial devolvernos nuestro costado más humano?
¿Son el Feudalismo o el Globalismo Tecnocrático el futuro que queremos? Si lo son, todo bien. Pero si no lo son, el momento para construir nuestro propio futuro es ahora.
El premio Nobel de Economía 2024 Daron Acemoglu acaba de darnos algunas pistas de cómo actuar. Con fecha 29 de noviembre de 2024, publicó en el sitio proyect.syndicate.org un artículo con el sugestivo nombre "El mundo necesita una agenda de inteligencia artificial prohumana" (https://www.project-syndicate.org/onpoint/ai-and-agi-designed-to-replace-workers-worst-of-all-possible-worlds-by-daron-acemoglu-2024-11).
Acemoglu afirma en ese artículo que "a juzgar por el paradigma actual de la industria tecnológica, no podemos descartar el peor de los mundos posibles: nada del potencial transformador de la IA, pero sí todo el desplazamiento de mano de obra, la desinformación y la manipulación. Pero no es demasiado tarde para cambiar de rumbo ... la inteligencia artificial está preparada para cambiar el mundo tal como lo conocemos. Lo que queda por ver es con qué rapidez cambiarán las cosas y en beneficio de quién." Y opina que "no deberíamos esperar que la IA reemplace mucho más del cinco por ciento de lo que hacen los humanos durante la próxima década. Los modelos de IA tardarán mucho más en adquirir el juicio, las capacidades de razonamiento multidimensional y las habilidades sociales necesarias para la mayoría de los trabajos, y en que las tecnologías de IA y visión artificial avancen hasta el punto en que puedan combinarse con robots para realizar tareas físicas de alta precisión (como la fabricación y la construcción)".
Las predicciones realizadas por el premio Nobel 2024 cuantifican los tiempos en el que deberíamos transformar el desarrollo tecnológico en un proceso prohumano. Actuar, como dijo el papa Francisco ante el G7 recordando que "la debilidad del ethos vinculada a la percepción del valor y de la dignidad de la persona humana corre el riesgo de ser el mayor daño (vulnus) en la implementación y el desarrollo de estos sistemas."
En 2025, la inteligencia artificial dominará la tecnología con su expansión a varios sectores
En la Argentina pasan cosas...
En la Argentina, una mayoría inesperada y sostenida en el tiempo ha llevado a un hasta hace poco desconocido insultador serial a la presidencia de la nación. Su triunfo ha certificado la existencia de un nuevo escenario que viene agostando las estrategias sostenidas por los dirigentes que manifestaban representar los intereses de las mayorías.
La adhesión incondicional del gobierno de Javier Milei al futuro distópico que construyen Elon Musk, Mark Zuckerberb, Alex Karp y otros jinetes del apocalipsis tecnocrático ubica al gobierno de nuestro país en las antípodas del desarrollo tecnológico prohumano que propone Acemoglu. "Hablar de tecnología es hablar de lo que significa ser humanos y, por tanto, de nuestra condición única entre libertad y responsabilidad, es decir, significa hablar de ética. No se puede separar una de la otra" nos dice el papa Francisco.
La Argentina atesora una definición ética de la tecnología que años atrás, nos brindara el tecnólogo argentino Edgardo Galli: la Tecnología Conveniente. Un concepto genérico que incluye tecnologías de cualquier grado de complejidad y escala, producida en el país o adquirida en el exterior, protegiendo en este último caso los intereses nacionales, que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de la sociedad y respetar a la Naturaleza.
La Tecnología Conveniente resulta un poderoso instrumento para analizar y difundir el impacto que en nuestro futuro tienen las decisiones que el gobierno toma sobre el sistema científico tecnológico argentino, sus centros de investigación y sobre desarrollos como la industria nuclear y ARSAT entre muchas otros. Un primer paso que debemos dar los que creemos que, más temprano que tarde, las mayorías encontrarán el camino para volver a ser artífices de su propio futuro
(*) Presidente de la Asociación Civil INFOWORKERS