OPINIóN
opinión

Narrativas del conflicto

2023_10_28_al_ahli_hospital_afp_g
Al Ahli. El hospital que sufrió un ataque explosivo. | afp

“Un ataque de Israel mata a cientos en un hospital, dicen los palestinos”. Este fue el principal título en portada del New York Times días atrás, acompañado de una fotografía grande de un edificio derruido. Otros medios de prensa establecidos siguieron la estela de esta acusación infundada.

Un hospital en la Franja de Gaza había sufrido una explosión. Eso era todo lo que se sabía como hecho fáctico al momento en que muchos informaron que el ejército israelí era –o parecía ser– el responsable. Tal como especuló un corresponsal de la BBC al aire: “Es difícil ver qué más podría ser esto, dado el tamaño de la explosión, aparte de un ataque aéreo israelí o varios ataques aéreos”. En realidad, no era difícil ver la verdad, si los periodistas se hubieran ocupado de buscarla.

La fuente de la noticia había sido Hamás, un movimiento terrorista en guerra con Israel. No hubo 500 muertos palestinos, como Hamás declaró, sino entre 100 y 300 según la inteligencia norteamericana. El hospital no había sido bombardeado, sino su estacionamiento externo. Ni tampoco había sido resultado de un ataque israelí, sino de un cohete defectuoso disparado por la Yihad Islámica Palestina (JIP). 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Tres horas después del hecho, el ejército israelí presentó públicamente la evidencia empírica que refutaba la calumnia propagada por Hamás y aceptada como verídica por varios medios internacionales. Al momento del trágico acontecimiento, no había aviones israelíes sobrevolando la zona.

Los radares de Israel se encendieron en los instantes previos al bombazo sobre el hospital árabe Al Ahli, comprobando así que habían lanzados cohetes desde Gaza. Su trayectoria pasaba cerca de ese hospital. Las fotografías aéreas mostraban una destrucción inconsistente con una bomba lanzada desde un avión: no había ningún cráter en la zona de impacto ni daño a los edificios aledaños. Y una conversación entre miembros de Hamás interceptada por los israelíes validaba la responsabilidad palestina. “Dispararon desde el cementerio detrás del hospital”, decía un combatiente, “falló y cayó sobre ellos”. Además, un video de Al-Jazeera captó en vivo el momento en que un cohete lanzado desde la Franja se desviaba, disparaba metralla y caía en Gaza poco antes de que trascendiera la noticia sobre la explosión en el hospital.

Esta no era la primera vez que cohetes lanzados por grupos terroristas palestinos caían sobre territorio y población palestina. Según fuentes israelíes, en los primeros once días de guerra, alrededor de 450 cohetes disparados por Hamás o la JIP cayeron dentro de Gaza. En el pasado, en todas las agresiones que inició Hamás contra Israel, aterrizaron cohetes suyos en territorio palestino. Como el último 10 de mayo, cuando cohetes de la JIP cayeron en Gaza y mataron a tres niños y a un adulto palestinos.

Con este trasfondo, y sabiendo que el origen de la “noticia” era un movimiento fundamentalista que acababa de infiltrar Israel para masacrar bebés, violar mujeres, incendiar ancianos, decapitar soldados y secuestrar a más de doscientas personas, ¿cómo es posible que la prensa internacional haya sido tan crédula? ¿Por qué abrazó la narrativa de Hamas –esgrimida sin que hubiese transcurrido una hora desde la explosión– cuando era objetivamente imposible conocer a ciencia cierta la cantidad de muertos? ¿Por qué se apresuró a difamar a Israel cuando el propio ejército había pedido cautela y tiempo para investigar el incidente?

Esta guerra promete ser larga y sangrienta. Con seguridad habrá nuevos episodios confusos. Los medios de prensa del mundo libre deberán ejercer la máxima responsabilidad. Y de mínima, ser escépticos de la propaganda de un movimiento yihadista.

*Profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo.