OPINIóN
Dos en uno

Milei: ¿un liberal entusiasta o triste?

Según Carlo Gambescia, el liberal entusiasta se aferra a la idea de progreso y cree que la bondad triunfa por sobre la maldad; el triste en cambio, sabe que la sociedad es plural y que sin Estado no se puede construir política.

Las dos caras de Javier Milei
Las dos caras de Javier Milei | Collage

Javier Milei, a través de sus incursiones internacionales —fundamentalmente, en reuniones privadas y recepción de premios— y mediante algunas efectistas acciones de gobierno, ha logrado captar la atención de medios extranjeros. Hecho a lo que él refiere como “fenómeno barrial”, burlándose, así, de aquellos —en especial, de algunos liberales argentinos— que, según su cuenta, lo menospreciaron durante su larga campaña por la presidencia. 

Si bien es cierto que aparecer en la revista Time, ser foco de atención para The Economist o, incluso, su reciente foto en primera plana en The Wall Street Journal suele convertirse en el sueño de muchos líderes, el presidente Milei parece gozar superlativamente con estos sucesos mediáticos.

En este sentido, no son pocas las personas que, dentro o fuera de organizaciones e instituciones extranjeras, quieren saber quién es Milei. En Argentina, sus más acérrimos opositores y críticos no parecen albergar dudas. Sin embargo, a los que más les interesa saber quién es Milei es a sus potenciales aliados, tanto domésticos como internacionales. De esta inquietud se deriva, naturalmente, esta otra: ¿qué tipo de liberal es el presidente? Detrás de esta pregunta aparentemente especulativa se esconde un asunto concreto. A continuación, se detalla.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Liberal, libertario

Por varias razones, que no resulta necesario precisar ahora, muchos creemos que presentar una clasificación o tipología de los pensadores liberales es una tarea condenada al fracaso. Sin embargo, el ensayista italiano Carlo Gambescia —en su erudito trabajo intitulado Liberalismo triste, un perscorso: da Burke a Berlin— propone una clasificación muy ingeniosa, que presento del siguiente modo: liberales entusiastas vs. liberales tristes. Tras lo cual conviene, ahora, caracterizarlos, aunque sea mínimamente.

El liberal entusiasta se aferra a la idea de progreso y cree, hasta extremos inimaginables, en que la bondad humana triunfa por sobre la maldad, en situaciones de sociedad libre y abierta. En muchas ocasiones, el liberal entusiasta extrapola —por ingenuidad o descuido— la realidad del mercado libre con el funcionamiento del capitalismo. 

El liberal triste, por otra parte, sabe que la sociedad plural y abierta no puede evitar la política. Sabe, también, que el poder y la fuerza es anterior al derecho, es decir, que sin Estado no se puede construir ningún liberalismo. Sabiendo que todo en la polis es provisional y frágil, tiene que asumir riesgos y convivir con ellos. 

El liberal entusiasta se aferra a la idea de progreso y cree, hasta extremos inimaginables, en que la bondad humana triunfa por sobre la maldad, en situaciones de sociedad libre y abierta"

En resumen, el liberal entusiasta anhela una sociedad abierta y libre, pero —en algunos casos extremos— se inclina a imaginar, por convicciones o por mera esperanza, que una sociedad libre es libre de política. El liberal triste, en cambio, no anhela secretamente nada que esté más allá de los duros palos de la política. En el liberal triste anida la melancolía, porque sabe que una sociedad abierta y plural siempre es frágil ante los siempre presentes embates de la política. El liberal triste abraza la política como una mariposa cuando se acerca a la hoguera.

Con base a lo expuesto, ahora conviene preguntarnos: ¿en qué sentido el presidente Milei blande la espada liberal? ¿La blande como un entusiasta o como un liberal triste? Si se toma la entrevista realizada por Nicola Porro para el programa Quarta Repubblica en la TV Italiana (12/02/2024), todo parece indicar que Milei —con su enfático “desprecio por el Estado”— da como resultado un entusiasta redomado. 

El liberal triste sabe que la sociedad plural y abierta no puede evitar la política; el poder y la fuerza es anterior al derecho, es decir, que sin Estado no se puede construir ningún liberalismo"

La misma impresión se tiene sobre el domingo 7 de julio, cuando Milei—partido de fútbol mediante— se reunía con el ex presidente Bolsonaro, mientras los presidentes de los países miembros del Mercosur departían colegiadamente. En el mismo tenor, se enmarcan sus recientes viajes al Reino de España y otros tantos acontecimientos llevados a cabo en Argentina. 

En síntesis, ya sea con premeditación y estrategia o por simple actuación espontánea, los anteriores hechos muestran a un Milei más entusiasta que melancólico. Sin embargo, hay Milei para todos los gustos y momentos.

Para el Día de la Independencia, algunos analistas no escatimaron elogios, al comparar los actuales festejos con los realizados años anteriores. Como representación coagulada del Estado y la Nación, el desfile militar fue el marco propicio para que el presidente —junto a su vice— se subieran a una tanqueta de guerra. Una impecable fotografía circuló a través de The Wall Street Journal (10/07/2024) con el siguiente pie de imagen: “potencia política” (en el original: political firepower).

Hagamos de cuenta de que Milei es liberal y republicano

En este escenario, como en los anteriores, relacionados con las negociaciones para el tratamiento y la posterior aprobación legislativa de la Ley Bases y Paquete Fiscal, Milei parece mostrar plena consciencia de que hay leyes que regulan la política. Lo mismo se puede decir de las constantes demandas y presiones para destrabar la maraña regulativa sobre el mercado de cambios (“cepo” + impuestos), a lo que Milei pide —a sus interlocutores económicos y políticos— paciencia como retribución a su prudencia y responsabilidad política. 

El 9 de julio, el desfile militar fue marco propicio para que el presidente —junto a su vice— se subieran a una tanqueta de guerra. Una impecable fotografía circuló en The Wall Street Journal (10/07/2024) con el pie de imagen: political firepower "

En estos escenarios, la conducta presidencial parece ajustarse a las leyes que regulan el poder y la fuerza; leyes que el entusiasmo, por más enérgico y audaz que sea, no logra traspasar. Leyes a las que hay que acomodarse mediante embates constantes, es decir, situaciones políticas siempre incómodas que ponen a prueba y forjan el temple del liberal triste. 

No obstante, estas pocas evidencias no resultan suficientes para avizorar de qué está hecho el Milei triste o si, en cambio, son meros artilugios del liberal entusiasta que hace todo lo posible para salir del paso. Como ya tuve la ocasión de decir en alguna oportunidad, no hay un Milei: hay dos.

Para muchos analistas y para un conjunto variado de políticos profesionales, la interacción de los dos Milei producirá una fricción. Y es aquí donde aparecen los temores y recelos. En este sentido, no faltan quienes creen y vienen advirtiendo en que esa relación concluya en una especie de populismo de derecha. 

En otras palabras, temen que a la existencia de un líder de derecha popular se le puedan añadir rasgos y acciones típicamente populistas. Esta conjetura parece, por momentos, una duda razonable que hay que tratar con cuidado y atención. Así, entrados en ese terreno, se avizora una discusión diferente a la aquí propuesta. Sin embargo, será una reflexión que un liberal triste—como quien escribe— no podrá escamotear, pero que será tarea para otro momento, con base en nuevas evidencias. Videbimus…

*Investigador del CONICET, Licenciado en Economia, Doctor en Filosofía