El mileismo es múltiplemente débil, pero ha logrado que se lo visualice como fuerte. Su motosierra sólo corta a los débiles o a los desorganizados. Los realmente poderosos no le temen; negocian o lo usan a su favor, mientras puedan sacarles ventajas. Todo se reduce a una carrera contra el tiempo. Aunque durante el año 2025 todavía podría seguir el ciclo favorable a Milei, su cipayismo ideológico lo llevará a la construcción de un enclave primarizador, lo cual será incompatible con la memoria colectiva (industrialista) de los argentinos, particularmente de su clase media.
El poder más importante que tiene el gobierno es su habilidad y capacidad para fraccionar a todos los estamentos de la sociedad, de tal manera que su “poder” parece más grande que el de los demás. Claro que por ahora cuenta con la invalorable ayuda de la confusión mental y la debilidad estructural de la dirigencia nacional, carente de pensamiento estratégico, que sigue encerrada en sus antiguos preconceptos, demasiado ideologizados.
El mileismo ha aprendido del maoísmo que “lo grande no tiene nada de temible; puede ser derribado por fuerzas pequeñas” si se actúa con astucia y el pueblo (los votantes) las acompaña (Obras Mao Zedong Tomo V, pág. 334), en particular cuando la cooperativa de dadores voluntarios de gobernabilidad se “entrega” por convicciones ideológicas.
Desde hace tiempo que el PRO y la UCR vienen brindando, ingenuamente, ayuda parlamentaria, recibiendo como respuesta sólo el desprecio de LLA. Recordemos sus apoyos a la Ley de Bases y el paquete fiscal; también ayudaron a blindar los vetos al aumento de los jubilados, al financiamiento universitario y a la renegociación de la deuda pública. Ahora quedaron descolocados con el proyecto de “ficha limpia”, porque el mileísmo (¿un kirchnerismo de derecha?) no comparte con ellos el criterio que la “corrupción” sea realmente influyente en el voto ciudadano. Los ha dejado como verdaderos “impotentes”, frente a la sociedad.
LLA está convencido de que la nueva polarización (Milei vs CFK) permitirá absorber políticamente a todo el espectro liberal (PRO+UCR), llevándolos a la sustitución de camisetas amarillas por violetas. Creen que trabajando la emoción de un sector (anti peronista) pueden ganarle electoralmente al kirchnerismo (hasta en la PBA), apuntalado por sus “logros” macroeconómicos y sostenido por una mayoritaria tolerancia social, producto de la falta de alternativas creíbles o no “quemadas”.
La estrategia mileista consiste en “cocinar” a todos, pero de a uno. Luego de ese hito, se ocuparán del resto, del peronismo, del “centrismo”, y fundamentalmente del sindicalismo.
Esa estrategia está bien reflejada en el poema de Martin Niemöller (1892-1984), Primero vinieron por, que trataba la “cobardía” de los intelectuales alemanes tras el ascenso de los nazis al poder, y que, por no enfrentarlos, terminaban colaborando. Esa aparente “cobardía” se fundamenta en conceptos poco psicológicos, como son la defensa de intereses personales, económicos, sectoriales, lobbies, prebendas, ventajas y otras “debilidades” y miserias humanas. También de rigideces ideológicas que, bien manipuladas, son una excelente ayuda para los grupos reales de poder. Quien maneja una estrategia tiene ventajas sobre aquellos que se movilizan sólo con inflexibles preconceptos.
Cuál es el humo que ha vendido el gobierno: que su indudable gran éxito popular, bajar la inflación, estaría asentado en bases sólidas, como racionalizar el gasto público, lo cual es una gran mentira, porque solo ha “cortado” sin miramientos todo tipo de inversión, sin criterios favorables al desarrollo armónico o bien han procrastinado deudas y pagos que habrá que efectuar más adelante.
Mientras tanto el carrytrade sigue su curso y las fabulosas ganancias financieras siguen viento en popa. Todas estas ganancias provienen del aumento de la deuda pública durante 2024 (US$ 92.000 millones en 11 meses) situada en diciembre de 2023 en US$ 370.664 millones y que llegó en octubre 2024 a US$ 462.553 millones, a los que deben sumarse los cupones atados al PBI, que suman US$ 12.482 millones, lo que totalizan US$ 475.035 millones.
Por otro lado, el dólar barato, necesario para el carrytrade, provoca precios internos en dólares mayores que en Europa o EEUU, además de perjudicar a la exportación de productos con cierto valor agregado, cuestión que se agravará en los próximos meses por la devaluación del real brasileño del tradicional 4:1 al 6:1 con el dólar; siendo Brasil uno de nuestros principales países de exportación de nuestra industria liviana. Además, aumentará la presión importadora desde Brasil, con arancel cero.
El reciente ataque a la industria asentada en nuestro territorio es una manifestación clara del pensamiento mileista, que favorece al nuevo “capitalismo de amigos”: importación directa por el monopólico Courier, o bien la continuación de las prebendas arancelarias de Tierra de Fuego.
La principal debilidad del gobierno es que no tiene un auténtico plan de desarrollo hacia futuro. Su meta es exportar más petróleo y gas de Vaca Muerta, que lleguen algunas inversiones en minería y que el resto de las exportaciones tradicionales sigan su curso habitual.
Nada inteligente en la medida que pretenda abrir la importación, que dejará el tendal de pymes productivas que en algunos casos se reconvertirán rápidamente en importadoras. El empleo de cierta calidad seguirá decayendo: en el sistema financiero en agosto 2024 hubo 228.460 cuentas sueldos registradas menos que en diciembre 2023 (datos BCRA); se han perdido 180.000 empleos formales y seguirá creciendo el autoempleo, el cuentapropismo, las changas, es decir el trabajo de menor valor agregado y el menos redituable económicamente, que ya alcanza al 40 % del total del empleo actual.
La pobreza aumentó un 13 % en el primer semestre de 2024 y la llevó al 52,9% de la población desde un 40,1% en el mismo período del 2023. La indigencia llegó al 18,1%. La recesión, producto del plan de gobierno, se refleja en las caídas de la industria manufacturera (-6,2%) comercio mayorista y minorista (-8,3%) y la construcción (-16,6%).
La continuidad del plan mileista terminaría conformando una sociedad al estilo peruano, estable financieramente, con más del 80% de empleo informal de baja calidad y una élite del 10% muy rica; sociedad políticamente muy inestable y violenta.
La verdadera razón de lo absurdo en que estamos entrando es que todas las dirigencias se aferran a sus intereses particulares, creyendo que pueden capear individualmente la situación o esperando alguna crisis del gobierno. Contrario sensu, esa actitud le es muy favorable a la LLA para seguir su plan.
Mientras, los políticos juegan sus intereses personales de corto plazo, corridos psicológicamente (o por las encuestas) por este “león de papel”, en lugar de proponer, desde el sentido común, algo que parece muy lógico y que todo el pueblo reclama: debatir un plan conjunto para “ordenar” la situación y fijar los criterios básicos para un modelo de desarrollo que permita superar las malogradas experiencias de las últimas décadas, pero integrador de toda la sociedad.
En cambio, entran en el juego dialéctico de Laclau o el polarizador de la guerra cognitiva (amigo-enemigo), y terminan como furgón de cola de una minoría con criterios maoístas, que los atropella sin ninguna empatía. En la vereda opuesta, pero siguiendo los mismos criterios de LLA, sigue operando CFK para su permanencia en la opinión pública (la victimización siempre es muy rentable) y es la base del juego cómplice de suma cero que encierra el drama nacional. Que nos mantiene en una pobreza creciente y nos condena al subdesarrollo estructural.