OPINIóN
Criptogate

Milei es el presidente de los argentinos y no un influencer en finanzas

La estafa cripto y la sumisión de Milei a las indicaciones de jefe de piso televisivo de Santiago Caputo evidencian que “cuando un presidente no entiende que lo es, la fragilidad institucional puede quedar muy al descubierto” dice la autora. Y recuerda que fijar un posteo en redes no es inocente: es para que lo vean más personas.

Milei
Ricardo Mihura: "Milei destacaba esta cripto como un instrumento de inversión, lo que la ponía en un plano distinto de una simple meme coin" | Cedoc Perfil

Luego del “criptogate” del día 14 de febrero último, algunas observaciones se imponen con sorpresa y preocupación, o ambas.
Como es de público conocimiento, el viernes último el presidente de los argentinos, Javier Milei, utilizó su red social X para postear recomendando (el afirmó posteriormente que no recomendó ni estimuló nada, sino que “difundió”) que se invierta en una criptomoneda denominada $LIBRA. Este posteó lo fijó durante cinco horas, y cuando uno fija un posteo en general es porque pretende que más cantidad de personas lo vean.

Milei es el presidente de los argentinos así que “más cantidad de personas” quiere decir cientos, miles, tal vez millones de personas.
La criptomoneda $LIBRA que pertenece a la categoría de criptomonedas denominadas “memecoins” depende más en sus cotizaciones de tendencias relacionadas con la dinámica en redes sociales que de operaciones financieras más “ortodoxas”, por tal motivo, suele haber grandes probabilidades de que este tipo de monedas puedan disparar o desplomar su valor de modo más vertiginoso que otro tipo de inversiones financieras.

La criptomoneda en cuestión partió de US$ 0 y en menos de una hora su precio escaló a US$ 4,56. Y en apenas cinco horas, que fue el tiempo que el presidente Milei fijó el posteo, con un link que llevaba a que los interesados invirtieran en esta criptomoneda, su valor descendió a US$ 0,17. ¿Qué ocurrió en esas pocas horas donde la criptomoneda que el presidente Milei “difundió” subía su precio con rapidez? Cantidad de inversores del ecosistema cripto apostaron por dicha moneda, y así invirtieron en $LIBRA. Y cuando se desplomó el valor pasó que cantidad de esos inversores perdieron millones.

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Milei dejó entrever con una naturalidad descarada que utilizar su labor pública (porque no es solo un economista) para promover/favorecer o “difundir” intereses privados es normal. Y esa “normalidad” es la que cansó a tantos argentinos que lo votaron"

Si el presidente Milei obtuvo beneficios por estas operaciones especulativas financieras no lo podemos saber con certeza alguna, si el entorno del presidente obtuvo algún tipo de beneficio de esa índole, tampoco. Para esto la Justicia deberá investigar si esta maniobra fue solamente una operación financiera poco fortuita o fue una operación fraudulenta en connivencia con el poder político (ya sea con alguna participación interesada por parte del presidente o de su entorno).

El lunes 17 de febrero el presidente Milei brindó una entrevista a un noticiero de cable y ahí respondió sobre el episodio de la criptomoneda que el difundió por la red X, y que hizo perder millones a miles de inversores argentinos y extranjeros, y que benefició con creces a unas pocas personas.

Milei en la entrevista le repetía al periodista, que él difundió el posteo para que se invierta en $LIBRA desde su cuenta personal de X, el periodista le respondió que estaba claro que en su cuenta aparece como economista pero que no era una cuenta personal, porque él además era el presidente de los argentinos.

Ser el presidente de una nación implica tener bien en claro que los intereses privados y públicos no pueden confundirse, no pueden filtrarse ni enredarse"

En medio de este diálogo apareció en el set de grabación un miembro del círculo más íntimo del presidente, Santiago Caputo, y pidió que se pararala grabación y luego se escuchó a Caputo pidiendo al periodista “arrancá con la pregunta de vuelta”; esta conversación, seguramente por un error técnico, no se dio en off y se filtró y así la pudimos ver y escuchar más tarde en redes sociales.

Al margen del papelón en el cual se mete un asesor del presidente en medio de una entrevista y le habla en secreto al presidente y le indica al periodista que arranque de nuevo, ¿qué fue probablemente lo relevante para Santiago Caputo? Que Javier Milei es el presidente de la nación, y no lo entiende y que presume no entenderlo en una entrevista que iba a ser reproducida en todas latitudes. Y cuando un presidente no entiende que lo es, la fragilidad institucional puede quedar muy al descubierto.

Si nos enfocamos en los ciudadanos argentinos, se impone, como se manifestóal comienzo de esta columna, una sorpresa/preocupación. Si Javier Milei no se da cuenta de una vez, que es el presidente de los argentinos, es grave, no por sus percepciones personales ni por la preocupación de Santiago Caputo, sino porque ser el presidente de una nación implica tener bien en claro que los intereses privados y públicos no pueden confundirse, no pueden filtrarse ni enredarse. Siempre debe existir un blindaje entre los intereses privados y los intereses del Estado. Y Milei, aunque desprecie al Estado es parte de éste. Milei es la autoridad máxima de uno de los tres poderes del Estado, del Ejecutivo.

Y su cuenta en cualquier red social es la cuenta del presidente de un estado nacional, y el presidente de un estado nacional no puede y no debe promover, recomendar o “difundir” información para beneficiar a un grupo privado inversor jamás.

Aquello que hizo ganar la elección a Javier Milei fue que supo diferenciarse muy inteligentemente de los políticos tradicionales argentinos, que tantas veces se aprovecharon de la labor pública para promover/favorecer intereses privados. Milei con este último episodio cripto, y más aun cuando fue entrevistado posteriormente enfatizando que él es un economista, dejó entrever con una naturalidad descarada que utilizar su labor pública (porque no es solo un economista) para promover/favorecer o “difundir” intereses privados es normal. Y esa “normalidad” es la que cansó a tantos argentinos que lo votaron.