Javier Milei sigue viajando, acumulando premios menores y participando en eventos donde va a buscar la ovación fácil que le acaricia el ego. Eso por ahí le importa más que las políticas públicas internacionales que fuimos a buscar.
Se ha convertido para muchos en el hombre gracioso de Mar-a-Lago, un sitio que alguna vez tuvo un peso simbólico y hoy se asemeja más a un salón de fiestas o un centro de convenciones para la derecha global. La imagen es clara: cada vez que Milei aparece, muchos quieren una selfie con él ¿le sirve a Argentina tener un presidente buscado para las selfies y no para la discusión de políticas de Estado?
El riesgo que enfrenta el mundo con Javier Milei es que se sienta más líder del globo que presidente de un país subdesarrollado y con clima de crisis que se ha hecho costumbre. Mientras el gobierno se autocomplica en una maraña de problemas sin resolver, Milei parece más interesado en los galardones internacionales y en el espectáculo de la política exterior que en las urgencias domésticas.
Su reciente viaje a Mar-a-Lago para recibir un premio en una gala de la derecha es un ejemplo claro. En 15 meses de gobierno, ha realizado diez viajes a Estados Unidos, (mayor cantidad de viajes de lo que ha hecho dentro del país) con paradas frecuentes en los círculos de Donald Trump y Elon Musk. Mientras tanto, la inflación sigue golpeando en menor escala pero sigue creando incertidumbre económica y no da tregua.
“Lo amo porque él ama a Trump”, dijo en un discurso el año pasado Donald Trump. “Cualquiera que me quiera, me gusta”. Y Milei no ha dudado en darle todo su apoyo para demostrar su lealtad. Lo ha elogiado una y mil veces públicamente, publicando imágenes de ellos abrazándose, e incluso ha regalado a Elon Musk , (hombre sostenedor de la figura de Trump), una motosierra personalizada.
Su devoción alcanzó un nuevo nivel cuando, tras las elecciones estadounidenses, se convirtió en el primer líder mundial en visitar a Trump. Bailó alrededor de Mar-a-Lago y proclamó ante la multitud: “Hoy el mundo es un mundo mucho mejor”.
Lo que debía ser un espaldarazo internacional terminó siendo una visita sin foto y sin acuerdo"
Sin embargo, Milei no logró la tan anunciada foto con Trump en el evento American Patriots Gala en Florida, a pesar de la expectativa generada y de que incluso el presidente estadounidense se encontraba en el predio de Mar-a-Lago. Tampoco se concretó la reunión informal con Trump que el canciller Gerardo Werthein había anticipado. En su lugar, Milei apenas se limitó a plantear que aceptará los nuevos aranceles impuestos por el gobierno norteamericano y que Argentina readecuará su legislación para atenuar su impacto.
Milei participó del evento organizado por Make America Clean Again (MACA) y We Fund the Blue, donde anunció que Argentina avanzará en la modificación de su normativa para alinearse con las propuestas de aranceles recíprocos impulsadas por Trump. Sin embargo, la foto conjunta nunca ocurrió.
El mandatario asistió a la gala acompañado por el ministro de Economía, Luis Caputo, el canciller Gerardo Werthein y su hermana Karina Milei, secretaria general de la Presidencia. La decisión de aceptar los nuevos aranceles estadounidenses se tomó tras las reuniones que Werthein mantuvo en Washington con el secretario de Estado, Marco Rubio, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick.
Mientras Milei se movía entre eventos y discursos en Mar-a-Lago, en el plano internacional otros líderes lograban avances concretos en su relación con Estados Unidos. Nayib Bukele, presidente de El Salvador, anunció que el próximo 14 de abril será recibido por Donald Trump en la Casa Blanca. Este encuentro bilateral se dará después de que su país colaborara con Washington en la deportación de ciudadanos venezolanos, mostrando una relación pragmática y efectiva sin baile ni motosierra.
En contraste, Milei parece seguir buscando validación en el ámbito ideológico sin obtener beneficios tangibles para Argentina.
En el entorno presidencial, la frustración no tardó en aparecer. Lo que debía ser un espaldarazo internacional terminó siendo una visita sin foto y sin acuerdo. En círculos oficiales se intentó minimizar el episodio, pero la ausencia de Trump en la gala y la falta de una reunión bilateral real dejaron un sabor amargo. El posicionamiento internacional de un mandatario es importante, pero Milei no parece encontrar el camino para que vengan inversiones o acuerdos que beneficien a los argentinos.
No alcanza con su carisma de rockstar, los empresarios quieren ver seguridad jurídica, coherencia y previsibilidad entre gobierno y oposición . Su prioridad parece ser la validación ideológica en un club exclusivo de la ultraderecha global. El temor es confundir el show con la gestión, el aplauso extranjero con el progreso nacional. Mientras corre detrás de la zanahoria del reconocimiento internacional, Argentina sigue esperando al líder que se enfoque en resolver los problemas internos, consensuar y no dividir, en lugar de acumular selfis y premios en escenarios ajenos.