Una nueva conmemoración del Día del Maestro es una gran oportunidad para volver a reflexionar acerca de qué hablamos cuando hablamos de educación y de ser docente en la actualidad.
La tarea de enseñar y aprender se ha transformado en las últimas décadas. Las realidades sociales, culturales y laborales actuales exigen centrarse en el desarrollo de habilidades que van más allá de lo académico, abarcando aspectos artísticos, emocionales e interpersonales, áreas que el sistema tradicional no siempre ha contemplado.
De aquí que debemos imaginar el rol docente en un sentido más amplio que el de un simple transmisor de conocimientos. Resignificar este rol implica ver al docente como un curador de contenidos, un profesional que selecciona y se nutre de conversaciones con expertos de otras disciplinas, que complementa su perspectiva educativa con otras; asumiendo un papel de guía e inspirador para los estudiantes.
Estos nuevos desafíos para los docentes ponen en juego su vocación muchas veces, no sólo a nivel local, sino a nivel mundial, en diversos contextos y culturas. A menudo, se espera de ellos habilidades que no fueron parte de su formación inicial.
En este punto, el valor del desarrollo profesional de los equipos es un elemento clave. Un centro educativo debería ser una comunidad de aprendizaje activa, donde se difundan “buenas prácticas” y se generen repositorios de materiales de interés con libre acceso, la promoción para la participación o colaboración en organizaciones externas o con equipos multidisciplinarios, desarrollando así la capacidad de colaborar en equipo (práctica que no siempre fue habitual pero hoy es esencial).
Las frases más "cancelables" de Domingo Faustino Sarmiento
Este enfoque colaborativo implica también repensar al estudiante como el verdadero protagonista de su aprendizaje. Un sistema educativo no es una simple sumatoria de años o de personas que pasan frente a niños y jóvenes, ellos deben participar activamente de su desarrollo, cultivando curiosidad, interés y pasión por aprender, descubriéndose a sí mismos, comprendiendo sus fortalezas e intereses.
Los docentes, como actores clave, tienen la responsabilidad de despertar estas capacidades en sus estudiantes, encender las ganas, fomentando la metacognición y la reflexión.
Un sistema educativo no es una simple sumatoria de años o de personas que pasan frente a niños y jóvenes, ellos deben participar activamente de su desarrollo"
Ser docente es más que una vocación; es un compromiso profundo con la sociedad. Cada maestro tiene la enorme responsabilidad de guiar a sus alumnos, no solo en el ámbito académico, sino en la formación de valores, en la construcción de una mirada crítica y en la preparación para enfrentar los desafíos del mundo.
Al mismo tiempo, es responsabilidad del Estado y de los actores del ámbito privado ligados a la educación comprender y defender los derechos de los docentes, mejorar continuamente sus condiciones laborales y reconocer que su bienestar es fundamental para que puedan cumplir su misión. Aceptar y enfrentar estos desafíos no solo fortalece a los educadores, sino también brinda la oportunidad de contribuir a la creación de mejores sociedades dinamizadas por las nuevas generaciones.
