Los políticos tienen hoy poca legitimidad social y carecen de liderazgos capaces de aglutinar los difusos intereses, ideas y proyectos comunes de sus dirigentes, militantes y votantes. Además, todos los espacios están totalmente fragmentados. Y lo que se percibe es un panperonismo. A saber,
- El Cristikirchnerismo está desgastado y desprestigiado, ya que su base de votantes (pobres y jóvenes) se esfumó. Intentan juntar por izquierda, pero es una batalla perdida. Le quedan aún algunos barones y caudillos del reino perdido, que en realidad sólo los soportan porque aún creen que los necesitan. Carecen de liderazgos mínimos, que permitan alguna continuidad. No tiene destino de conducción.
- Kiciloff es a CFK como Rodríguez Larreta era a Macri. No rompe y espera el desgaste de CFK. Su renovación de mandato en la provincia más grande le da aire, pero tiene fuertes críticas internas por su paso por el ministerio de economía. Sus seguidores actuales están más interesados en buscar un cuasi-liderazgo protector para el logro de sus propios intereses electivos. Tiene fama de honesto.
- El peronismo “republicano” hace buena letra democrática, e intenta ser el lado político de algunas expresiones económicas internas; por eso ha comenzado a diferenciarse de las extravagancias mileístas, ya que apuesta al derrumbe de éste y a una salida vía la Asamblea Legislativa.
- El massismo intenta retomar muy lentamente su acercamiento a los dispersos grupos peronistas, mientras mantiene a numerosos cuadros propios como funcionarios del gobierno de Milei.
- Algunos gobernadores del Interior tienen sus propias formulaciones y estrategias para sobrevivir, en parte agrupados por intereses regionales o sectoriales.
- Asoma muy tenuemente un peronismo tradicional, bastante disperso, sin pasados con prontuarios o descréditos muy visibles, algo ortodoxo en lo económico, pero con la visión de retomar un proyecto nacional soberano, en alianza con otras fuerzas políticas como el radicalismo, el desarrollismo, el socialismo y otras, recreando un Movimiento Nacional, aggiornado a estos tiempos.
- Todos juntos empiezan a pensar en alguna propuesta económica en común, de corte industrialista y proempleo.
La gigantesca PBA, la gigantesca caja jubilatoria, el déficit fiscal y la inoperancia política
También el panradicalismo está presente en el escenario nacional
- El ala liberal mendocina-correntina sigue muy cerca del mileísmo, pero encuentra que hay objetivas dificultades para el desarrollo provincial, aunque cree en una estabilización-consolidación de Milei. Sus objetivos no son nacionales sino provinciales.
- El ala provincial semi-desarrollista (Santa Fe, Entre Ríos y otros) se mueve cautelosamente a mitad de camino entre lograr obtener recursos para sus provincias y manifestar sus diferencias doctrinarias con los libertarios.
- El ala porteña más economicista disputa el liderazgo interno desde la fuerte crítica al mileismo, lo cual divide aún más al resto de sus correligionarios
- El ala “rupturista”, que no termina nunca de romper (FM), quiere asociarse a un peronismo tradicional con la misma idea de recrear un Movimiento Nacional.
Milei es como Yeltsin, que surge por la implosión de la “nomeklatura soviética”, anquilosada en el poder y sin actualización doctrinaria. Igual que Yeltsin recibe el caluroso apoyo de las “fuerzas del cielo” (los poderes externos) que ayudan fuertemente a destruir el poder nacional, desguazando la estructura material del Estado y creando nuevos multimillonarios"
El mapa del panliberalismo, por su parte es como sigue:
- El PRO ya es bicéfalo: Mauricio Macri y Patricia Bullrich. MM quiere mantener su relativa independencia del “Packman” desatado sobre ellos por el mileismo, al cual PB ya se ha incorporado con banderas, escudo y pertrechos. La batalla interna es bastante feroz, al menos en la enorme PBA. Resultado incierto. Los integrantes del supérstite PRO de MM miden al milímetro como van las encuestas de imagen de Milei, antes de tomar posición interna. MM personalmente apuesta a un leve desgaste de Milei, que permita introducir sus cuadros de funcionarios dentro del gobierno y así poder “cogobernar”.
- Milei y su troika siguen su batalla celestial en los confines del planeta. Cada tanto visitan a la Argentina, para ver qué pasa. Con vista a las elecciones parlamentarias del 2025, Karina Milei sigue construyendo poder político interno, resolviendo manu militari quien entra y quien sale. Mientras tanto SC “gobierna”, conduciendo la agenda desde la comunicación en los medios y en las redes.
- La “Villaruel Conducción”, variante interna de LLA, enfrentada a KM, mantiene con mucha precaución sus esperanzas y expectativas.
En síntesis, la llegada de Milei al gobierno es producto de la implosión de tres décadas de gobiernos cuyas rígidas “nomeklaturas” ideologizadas (“Casta v. 1.0.”) no supieron acercarse a los auténticos pensamientos y necesidades populares, por lo que produjeron graves yerros y mala praxis, que exasperaron a la ciudadanía y en particular, a los más humildes y jóvenes.
10 puntos para recuperar la grandeza de una patria estancada
Milei es como Yeltsin, que surge por la implosión de la “nomeklatura soviética”, anquilosada en el poder y sin actualización doctrinaria. Igual que Yeltsin recibe el caluroso apoyo de las “fuerzas del cielo” (los poderes externos) que ayudan fuertemente a destruir el poder nacional, desguazando la estructura material del Estado y creando nuevos multimillonarios; son los que se arriman al nuevo poder, creando así la actualizada “Casta v. 2.0.”
La historia es rica en similitudes, pero nunca es linealmente copiadora de los acontecimientos. Es difícil pronosticar hacia donde se dirige el destructivo temporal “Milei”. Lo ideal sería hacia un resurgimiento nacional"
Luego del paso del destructivo temporal “Yeltsin”, Rusia pudo resurgir, aunque con mucho menos poder que la Unión Soviética. No ha sido producto de la genialidad o de la mano “dura” de un solo hombre, sino fundamentalmente del sentimiento de unidad nacional, de la supérstite religiosidad y del nacionalismo del pueblo ruso.
Un dato no menor es que no volvió a resurgir e instalarse el Partido Comunista (PCUS), sino que el poder nacional emergió desde un renovado liderazgo, bien nacionalista, apoyado por la conducción religiosa ortodoxa. Son datos no menores que revelan que los pueblos no retroceden ni regresan; avanzan sobre nuevas bases o son definitivamente destruidos.
Futuro nacional: entre Castillo, De la Rua, Macri o algo nuevo
En lo económico social el panorama argentino sigue más incierto que nunca, pese al logro de haber bajado bastante la inflación (aunque muchos dicen que no es muy real, por el enmascaramiento de gastos), pero a costa de una enorme recesión y aumento del desempleo. Las críticas de los economistas liberales y del FMI también le agregan su cuota de tensión a la evolución del “no modelo” libertario.
En lo político el gobierno aún goza de una imagen estable, aunque ya levemente en baja, principalmente por la dispersión del resto del espectro político, que juega abiertamente al paulatino desgaste del gobierno, sin, por ahora, proponer alternativas en cuanto a nuevas bases doctrinarias o programas de acción (vide supra).
La historia es rica en similitudes, pero nunca es linealmente copiadora de los acontecimientos. Es difícil pronosticar hacia donde se dirige el destructivo temporal “Milei”. Lo ideal sería hacia un resurgimiento nacional, cuyos fundamentos tienen que tener, necesariamente, un renovado modelo político, al que contribuyan varios espacios doctrinarios y un decisivo anclaje popular; o bien podría evolucionar negativamente hacia un mayor fraccionamiento polarizador que nos arruine aún más.
Depende de los dirigentes y militantes, pero también del pueblo.