OPINIóN
Siempre lo mismo

Los políticos nos ghostean

Épocas de crisis y desesperanzas políticas: ¿cómo confiar en personas que nos representan que defraudan? Sin importar el signo político partidario, resultan válidos el inconformismo y la apatía social. Es difícil salir indemne de tanta catástrofe.

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Cuando se aumentan las dietas sideralmente, cuando no dan quórum, cuando quedan envueltos en un escándalo (público-privado, cualquier esfera está mal). Cuando resultan corruptos, cuando votan lo contrario a lo que implica su ideología, cuando panquequean y se pintan la cara del partido político que más les ofrece. Cuando son oficialistas de turno básicamente.

Los políticos nos ghostean: toda la sociedad constituye el conjunto de personas estafadas que se queda a la espera de una respuesta que no llega. O tiene que masticar la respuesta que le dan, rancia, vieja, podrida. Con sabor a moho. Sobre todo cuando se abre la billetera y está vacía. Cuando cargar la SUBE dejó de ser un trámite para pasar a ser una preocupación. 

Prender la tele o abrir los portales y que todo sea al revés de lo que se esperaba  (y de quien nada esperas igual te decepciona...), genera desazón. El sinsabor ácido de tener que salir igual, todos los días, a una calle que se desmorona. A una vida que poco tiene para ofrecer.

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Es un ghosteo diferente al concepto que acuñó el término, desde ya. Porque lejos de dejar de estar, los políticos siguen apareciendo en primer plano y no se van nunca; estancados en los cargos o en las bancas, la rotación es casi nula y agota ver siempre las mismas caras. 

Los políticos nos ghostean: toda la sociedad constituye el conjunto de personas estafadas que se queda a la espera de una respuesta que no llega"

Pero igualmente nos ghostean, claro que sí, porque brindan falsas esperanzas. Porque en cada campaña electoral uno (partidario o no, militante o no, importe más o importe menos) se vuelve a ilusionar. Y la política no es fútbol: el equipo decepciona, pero el amor hacia los colores es para siempre, indiscutible, perenne. 

¿Por qué vivimos frustrados?

En cambio, las figuritas políticas (vamos, a todos nos convoca alguna en particular, cuando no un movimiento casi entero) desencantan cuando laburan para abultar sus bolsillos, desilusionan cuando no gestionan para el pueblo, frustran cuando repiten patrones y decisiones que ya vimos, que ya conocemos y que salieron mal. Que nos arruinaron años atrás. ¿Otra vez?

La única unión sin grietas que recuerdo de mis 34 años es el famoso "que se vayan todos" del 2001. Es muy triste (¡roza lo patético!) que, como dice el refrán, nos una el espanto.

Hablar de jóvenes que solo se preocupan por las redes sociales, el mostrar, el consumismo, el éxito rápido, la criptomoneda de moda... es consecuencia de esto. ¿Cómo no van a estar buscando salvar el ombligo propio con lo que tienen a mano, si no existen representantes que te miren a la cara y te sostengan la mirada, no te digo para toda la vida, pero al menos sí los cuatro o los seis años del peíodo que les asignamos con nuestros votos?