OPINIóN
Mes para ellas

Las mujeres extraordinarias que achicaron brechas

Además de las incuestionables Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Cecilia Grierson, Alicia Moreau, Victoria Ocampo y Lola Mora, la autora rescata la importancia de Doña Petrona C. de Gandulfo, “la figura capaz de legitimar en público la importancia del rol doméstico”, no poca cosa.

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Petrona C de Gandulfo. | X @AGNArgentina

En el Mes de la Mujer, suena interesante el desafío de recordar a esas pioneras argentinas que, hasta sin proponérselo, acortaron brechas en los siglos XIX y XX.

Por supuesto que la arbitrariedad en la selección y la brevedad de este texto será muy injusta con tantísimas mujeres extraordinarias que decidieron abrir puertas que ya no podrían volver a ser cerradas.

Una de ellas fue Victoria Ocampo, la escritora que firmaba las notas con su apellido porque “no le interesaba ser de nadie”.

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Libre como la pluma, inalterable como la tinta. Sólo el cáncer fatal de garganta le puso límites a esa mujer que se animó a fumar en público, a usar pantalones y a desnudar sus brazos.

O Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández (Lola Mora), la escultora que, con estudio y audacia, logró sortear los destratos e indiferencias que le ocasionaron ser una artista con bombachas de gaucho y romances clandestinos.

Cuestionada por haber estado vinculada a los gobiernos conservadores, el día que los vientos políticos soplaron para otro lado, Lola pasó de ser “la escultora de la Patria” a una lisa y llana “marmolera”.

A Lola Mora le debemos las Nereidas, el cine color y el primer subte porteño

Definitivamente, nada fue fácil para Lola Mora pero supo dejar huella en la búsqueda de la igualdad. Sin que nadie le regalara nada, supo hacerse un lugar en la historia, incluso, transgrediendo la moral de la época.

Y cómo no mencionar a Doña Petrona, la referente de la cocina argentina que en 1928 se presentó a un llamado de la Compañía Primitiva de Gas de Buenos Aires para integrar un equipo de ecónomas que promovieran el uso del gas en la cocina.

Hoy como ayer, las mujeres lavan platos; ¿qué significa saber hacerlo?

Casi sin saberlo y sin mucha aprobación del Señor Gandulfo, no sólo dio inicio a una carrera espectacular que la llevaría a ser pionera en la difusión del arte culinario en radio y televisión, sino que también logró ser la figura capaz de legitimar en público la importancia del rol doméstico.

En ese tiempo, la feminidad se medía por lo que las mujeres pudieran cocinar o bordar.

El ideal de mujer “respetable” operaba en el hogar y era su responsabilidad mantener el bienestar de la familia.

Incuso hay que decir que, apenas dos años antes de que Petrona se postulara para trabajar en Primitiva, la legislación obligaba a las mujeres casadas a tener autorización del esposo para salir a trabajar fuera del hogar.

Nada la detuvo. En 1934 publica un libro con tres mil recetas que fue tan leído como el Martín Fierro. Durante años, fue el “libro sagrado de la mujer moderna”. Dicen que en nuestro país, vendió mas ejemplares que la Biblia.

Aunque en esos años se desalentaba la participación de la mujer en el mercado de trabajo, Doña Petrona logró ser un ícono al demostrar que la cocina no sólo consistía en alimentar a los demás sino crear platos que fueran verdaderas obras de arte.

Y pensar que lo que más ansiaba Petrona cuando llegó a Buenos Aires en 1923 desde su Santiago del Estero natal era conseguir el honorable título “de”, ser una mujer casada, la señora de Gandulfo.

La lista es interminable: Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Cecilia Grierson, Alicia Moreau. Pero no estaría bien mencionar sólo a mujeres de las artes y las ciencias para reivindicar a las pioneras de la lucha por la igualdad.

El 8 M debe servir para no olvidar la lucha obrera que durante décadas llevaron adelante miles de trabajadoras en todo el mundo. A ellas les debemos, entre otras tantas cosas, la búsqueda de igualdad de trato, el acceso al trabajo, la remuneración y las condiciones de trabajo dignas.

*periodista, autora de “Leyendas de Ladrillos y adoquines”