OPINIóN
Sorpresas

Lali y la imaginación política

Los ritmos históricos dejaron de ser circulares y lo único que nos queda es esperar lo inesperado. Así sucedió con el último lanzamiento discográfico de Lali Espósito, que cerró el acto del 2 de octubre por la Universidad Pública, y a la vez, la llevó hasta el living de Susana Giménez. ¿Es contracultural?

El incómodo momento que vivio Lali Espósito en el living de Susana Giménez
El incómodo momento que vivio Lali Espósito en el living de Susana Giménez | Instagram

Por si alguien todavía no se ha dado cuenta, resulta muy difícil –cuando no del todo imposible– comprender cabalmente estos tiempos desde las matrices de interpretación tradicionales, esas que hasta hace no mucho parecían retener la capacidad de dar cuenta de nuestro mundo contemporáneo. 

Ya no funciona el historicismo abocado a detectar semejanzas que permitan postular repeticiones –las condiciones de nuestro presente son iguales a las que ya tuvimos en nuestro pasado, por lo tanto, el resultado hacia el que nos dirigimos será igual que aquel otro que supimos conseguir–. La cantidad de emergentes novedosos con los que tenemos que lidiar hace que, puesto a predecir el futuro, cualquier adivino de feria tenga casi las mismas chances de acierto que el más avezado analista académico. 

Semejante grado de incertidumbre impone la necesidad de aprender a mirar al presente desde otra perspectiva y obliga a una contradictoria pauta metodológica: esperar lo inesperado, estar atentos a la sorpresa. Abrir nuestro registro de acontecimientos a la consideración de hechos que antes nos hubieran pasado inadvertidos. 

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En esa clave, convendrá detenerse un instante en lo ocurrido con el estreno de Fanático, la canción con la que Lali Espósito responde a las críticas, los insultos y los ataques recibidos de parte del presidente, de algunos de sus funcionarios, y de hordas de troles twitteros, haters libertarios y fanáticos anti-woke. 

Lali Espósito lanzó "Fanático", una canción con indirectas a Javier Milei: cómo son las referencias en el videoclip

Desde una perspectiva tradicional, la publicación de esta canción no calificaría como un hecho de relevancia política. Sería registrada apenas como una ironía circunstancial, un divertimento breve y pasajero. Y no mucho más. Los cientos de miles de reproducciones y likes que la canción acumuló a las pocas horas de haber aparecido en plataformas y redes sociales, cantidades que un par de semanas después ya se cuentan por millones, son bajo la mirada del observador distraído un resultado predecible y esperable para una artista comercialmente exitosa. 

Sin embargo, sería importante recalibrar nuestros radares para que podamos notar que aquí hubo una diferencia. El lanzamiento de este tema implicó una proyección distinta, un plus que tuvo su eco más allá de las playlist personalizadas y de las cuantificaciones de los algoritmos. El modo de circulación de esta canción no fue exactamente el mismo que habían tenido los temas anteriores de Lali o de artistas similares.

Milei apuntó contra el novio de Lali Esposito

En el plano periodístico, Fanático fue referencia de columnas de espectáculo, pero mucho más todavía de artículos dedicados al análisis político. Horas de aire y de streaming, y ríos de tinta digital fueron destinados a enumerar las alusiones a los personajes que aparecen en el video. 

En la marcha universitaria del pasado 2 de octubre, a muy pocos días de su estreno, pudieron verse decenas de carteles de protesta que recuperaban partes de la letra (“Milei, aunque te hagas el malo, te está faltando cariño”; “¿Quién audita al Fan de Lali?”). Sin ir más lejos, allí, en la Plaza del Congreso, la canción sonó por los parlantes del escenario hacia el final del acto. La gente la cantó como si se tratara de un himno de protesta. Eso, por sí sólo, ya supone un acontecimiento que no deberíamos dejar pasar inadvertido. 

¿En qué consiste la particularidad de este tema? Es cierto que no hay en él ninguna invitación a la desobediencia o a la revuelta, como la que contiene Se viene el estallido, de Bersuit Vergarabat, que fue premonitoria y, en alguna medida, hasta impulsora de los sucesos de diciembre de 2001. Pero lo que sí puede señalarse es que Fanático tiene un objetivo muy bien logrado: pintar al rey desnudo. 

En eso recuerda a El mono relojero, de Kapanga y su caricatura del Duhalde gobernador de Buenos Aires durante la segunda mitad de la década de 1990. El protagonista de Fanático, ese personaje que está obsesionado en su intimidad por la cantante a la que repudia y denuncia en discursos y redes sociales, ese que aparece como malo pero que en realidad es un niño que no fue suficientemente amado, ese Lado B de un tipo que en público se muestra vehemente y violento, pero que en la intimidad usa el perfume de la propia Lali, resulta perfectamente imaginable y componible con el Lado A del Milei que todos conocemos. 

Hoy debemos estar atentos a las expresiones contraculturales, esas que en contextos como el actual comienzan a ser indispensables, y que nunca se sabe desde dónde pueden aparecer"

En esa eficaz parodia, en esa sátira hilarante que despierta risas y contagia entusiasmo, hay una muestra muy acabada de la potencia política que el arte puede tener. Mucho más cuando se considera que el público al que Lali convoca se corresponde con la franja etaria dentro de la cual Milei obtuvo su mayor caudal de votantes. 

Para la perspectiva tradicional, nada que aporte en el sentido de una oposición efectiva puede esperarse del pop como género musical, ni menos aún de una estrella que tiene a la sexualización como propuesta estética y al goce como mensaje principal. Sin embargo, nos estaríamos haciendo un muy flaco favor quedándonos instalados en esa suerte de conservadurismo estético que sólo ve política allí donde se menta al pueblo o donde se insta a la revolución.

Hoy debemos estar atentos a las expresiones contraculturales, esas que en contextos como el actual comienzan a ser indispensables, y que –como su nombre indica– nunca se sabe desde dónde pueden aparecer. 

Fanático tiene un objetivo muy bien logrado: pintar al rey desnudo"

Argentina es un país en el que lo contracultural puede devenir masivo; basta con recordar a bandas como Los Ramones, que en el resto del mundo eran consideradas “de culto” y que aquí llenaban estadios. En ese mismo sentido, Argentina también podría ser un país en el que lo mainstream devenga contracultural a partir de una apropiación inesperada. 

Está claro que Lali Espósito no es contracultural ni mucho menos under; ni tampoco pretende serlo. Pero su canción, entregada a la imaginación, a la intervención y al uso de toda la gente que encuentre en ella un cauce para su indignación y su bronca, bien podría lograr una circulación diferente, una que desborde mucho más allá de las fronteras de consumo que trazan los algoritmos.

¿Será Fanático recordada el día de mañana como la canción que inaugura una nueva modalidad dentro del subgénero de las canciones de protesta? Seguramente no. Quizás se olvide en lo efímero del mercado. Pero quizás termine siendo una caricatura que resulte efectivamente incómoda para los libertarios, y desde allí colabore con la posibilidad de coagular una oposición que hoy aparece completamente disgregada y desdibujada: una nueva imaginación política que ayude a contrapesar un gobierno que se cree incontenible. 

Las reacciones que hoy se están necesitando pueden venir de lugares insospechados. Por eso debemos mantenernos atentos al discurrir de emergentes como el de esta canción, a sus ecos y a las adaptaciones que ellas habilitan. 

*Profesor en Filosofía y Doctor en Ciencias Sociales. Docente en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Investigador del Centro de Estudios sobre el Mundo Contemporáneo UNTreF.