OPINIóN
Universidad del Salvador

La seguridad energética en el sudeste asiático

Indonesia, Singapur, Malasia, Vietnam, Laos, Brunei y Tailandia entre otros países de la región se abastecen sobre todo de la energía proveniente de combustibles fósiles. Aunque la transición a energías limpias está en marcha, los cortes de suministro y el alza de precios –también allá- preocupan. Qué estrategias desarrollan para evitar un gran apagón.

 Bangkok Tailandia 20240515
Bangkok Tailandia. | pixabay

La seguridad energética es la disponibilidad continua de energía, en cualquiera de sus diversas variantes, en cantidades suficientes y a precios razonables. Las interrupciones transitorias o prolongadas de los suministros de energía, la disponibilidad de recursos locales e importados para satisfacer la demanda energética y el aumento de los precios de energía son temas de agenda relevantes para el sudeste asiático. 

Varios países de la región (como Indonesia, Singapur, Malasia, Vietnam y Tailandia) han lanzado planes de energía de largo plazo con el fin de poder planificar y desarrollar la infraestructura a fin de mitigar los impactos climáticos y conducir a la transición y la seguridad energética. 

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En la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), las fuentes de energía más utilizadas son las provenientes de combustibles fósiles, principalmente el petróleo, carbón y gas natural. Sin embargo, en la última década las energías renovables han empezado a tener un mayor impulso por parte de los diferentes gobiernos para alcanzar los objetivos de emisión cero. 

En el sudeste asiático hay una gran diversidad de recursos energéticos, como también una distribución desigual de los mismos. Indonesia es la economía más grande de la ASEAN y posee importantes recursos, como carbón, gas natural, metales y petróleo. Es un exportador neto de energía, y este sector tiene un gran peso en la economía, siendo el carbón su principal producto de exportación, seguido por el aceite de palma. 

Malasia es el segundo mayor productor de petróleo del sudeste asiático y el tercer mayor exportador mundial de gas natural licuado (GNL), siendo Petronas quien posee derechos de propiedad exclusivos sobre todas las actividades de exploración y producción de petróleo y gas natural en el país. 

En el sudeste asiático hay una gran diversidad de recursos energéticos, como también una distribución desigual de los mismos"

La economía de Brunei está concentrada en el sector extractivo de petróleo y gas offshore (al igual que Malasia) que representan más del 91 % de sus exportaciones. Por otra parte, Singapur tiene limitados recursos naturales y energéticos, y es dependiente de la importación de energía (que representan el 58% de ellas). Tailandia, Filipinas y Vietnam están agotando sus yacimientos de gas, por lo que sus gobiernos están impulsando el aumento de las inversiones en terminales de gas natural licuado por la creciente demanda de energía. En el año 2023 Vietnam y Filipinas inauguraron sus primeras terminales de importación de GNL, mientras que en Tailandia las importaciones de ese producto aumentaron un 40%.

Aun así, la región enfrenta numerosos desafíos de seguridad energética. En primer lugar, los países de la ASEAN son más dependiente de las importaciones de combustibles fósiles. A pesar de que poseen reservas, la necesidad de inversión en infraestructura es fundamental para aumentar su capacidad.

En el año 2023 Vietnam y Filipinas inauguraron sus primeras terminales de importación de GNL, mientras que en Tailandia las importaciones de ese producto aumentaron un 40%"

En segundo lugar, para alcanzar los objetivos de emisión cero, los países de la región buscan incrementar la capacidad de fuentes renovables. La ubicación geográfica del sudeste asiático ofrece buenas condiciones para su desarrollo, pero el crecimiento del sector enfrenta varios desafíos: los costos iníciales de instalación y distribución, y las interrupciones en la cadena de suministro or los aranceles antidumping establecidos por Estados Unidos y la UE, entre otros.

Asimismo, precisa aumentar en 600 GW para 2050 (según la Agencia Internacional de Energía - IEA) la capacidad de almacenamiento en baterías. En tercer lugar, el aumento de las temperaturas, precipitaciones e inundaciones no solo produce interrupciones en el suministro, sino que también daña las instalaciones de generación eléctrica. 

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El aumento de la temperatura ha conducido a una mayor demanda de refrigeración, generando tensión en la red y sobrecalentando las líneas eléctricas. Además, las lluvias intensas e inundaciones interrumpen las operaciones de extracción de carbón y minerales críticos utilizados para el suministro eléctrico. Se suma a esto que la capacidad instalada de energía solar fotovoltaica e hidroeléctrica está situada en zonas propensas a ciclones. 

Para finalizar, vale remarcar que los países de la ASEAN están trabajando tanto de forma conjunta como a nivel nacional para conducir sus planes y proyectos energéticos. Estos requieren de una fuerte inversión para poder garantizar la seguridad energética,quela IEA estima en 21.000 millones de dólares anuales entre 2026 y 2030. 

Entre los proyectos conjuntos se destaca el proyecto de integración energética entre Laos, Tailandia, Malasia y Singapur, que tiene la capacidad de transmitir hasta 100 MW de electricidad de origen hidroeléctrico. Siguiendo los planes de transición energética, por ejemplo, Indonesia inauguró la planta solar flotante más grande del sudeste asiático (y la tercera más grande del mundo), con una capacidad de 192 MW, en la isla de Java Occidental.

* Instituto de Investigación en Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del Salvador (USAL)