OPINIóN
Interpretaciones

La responsabilidad nula de opinar sobre todo

En un mundo hiperconectado y con un fluir constante e infinito de noticias, es difícil sentirse informados. Consumos y saberes en la era de la superinformación.

Rompecabezas 20221218
Cultura y democracia. | Unsplash | Ross Sneddon | rosssneddon

Pareciera ser que se puso de moda la palabra "pasividad". O quizás lo que arrasa es la actitud frente a la vida. Antes vale recuperar el debate nunca terminado de gente-pueblo. Sinónimos, opuestos complementarios, las dos caras de una misma moneda... 

En fin, que no siempre sabemos en qué bolsa estamos mejor acomodados. Si aceptamos la teoría de que 'gente' remite a la individualidad, a lo subjetivo que deja de lado el alrededor, mientras que 'pueblo' es una noción colectiva que busca ir para adelante con otros, creo que varios pensaríamos conceptualmente estar en un lugar y, sin embargo, mano en el corazón, estamos un poquito (mucho) en el otro.

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Son épocas de sobreinformación e hiperlinks vertiginosos y frenéticos; no obstante, ¿existió alguna época en la que estar medianamente informados, con claridad y criterio, haya sido así de difícil y de complicado? En la era de la posverdad (inteligencia artificial y fake news a la orden de cualquier zócalo o titular de letras grandes - ¡en nuestros propios WhatsApp!), se genera el falso amigo de que se puede dudar de todo. Y yo quiero dudar de eso. ¿O no? 

Hay noticias de las que no deberíamos dudar. Tendríamos que poder aceptarla y ya. En lo personal, no sé si agregar lamentablemente, hace ya varios años que -creo, certezas apenas unas pocas- perdí la capacidad de asombro. Todo puede ser y todo puede no ser en igual medida.

Me resulta poco sensato emitir verdades absolutas sobre tópicos de los que (obvio) carezco de información"

¿Tenemos herramientas válidas y la capacidad plena de discernir cuáles de todos los datos que nos presentan son reales? Me quiero correr de la moral (y soy consciente de que a veces se juzga con una vara ideológica pues si no hashtag tibieza) y pensar únicamente en las posibilidades reales que tenemos de asumir y asimilar lo que pasa en el país, en la región, en el mundo. Muy complejo. 

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La matufia de intereses que no nos llega guarda la clave de lo que deberíamos saber. ¿O es que en realidad sí contamos con las piezas de los rompecabezas que nos tiran para entretenernos pero la caja tiene una imagen distinta que impide que lleguemos al resultado final?

La expertise en 140 caracteres del tema del momento (llámese juegos olímpicos, situaciones políticas, manoseos electorales, casos criminales, polémicas faranduleras de poca monta) me exaspera. A veces no puedo con eso y elijo callarme, quedarme afuera de las conversaciones. Me resulta poco sensato emitir verdades absolutas sobre tópicos de los que (obvio) carezco de información. No me sienta bien el brindar una opinión como si fuera sentencia (archívese, guárdese, publíquese...).

Contamos con las piezas del rompecabezas que nos tiran para entretenernos pero la caja tiene una imagen distinta que impide que lleguemos al resultado final"

Qué vigencia la de Nietzsche. Qué planeta tan sin hechos y tan plagado de interpretaciones. Mientras seguimos de cabeza gacha con las pantallas de los celulares, scrolleando imágenes que nada dicen (que nada aportan al sentido crítico de una construcción ciudadana responsable), vamos camino a una implosión personal que tiende a multiplicarse en todos las otredades que son mi 'afuera'. ¿Y si mejor explotamos todos juntos en la búsqueda de un presente (arreglemos esto antes de volcarnos a la instancia futuro) más vivible?