La jubilación mínima en la Argentina es de $279 mil. Si se le suma un bono de $70 mil, que no se actualiza desde hace un año, alcanza a los $349 mil. Es lo que cobraron en marzo la mitad de los jubilados, unos 3,5 millones de personas. Además, la llamada prestación para adultos mayores (PUAM), que reciben quienes entraron en moratoria por no haber completado los 30 años de aportes obligatorios, es de $223 mil; si se suma el bono de $70.000 llega a $293 mil. Aún así, el Gobierno dará de baja en diez días esta moratoria, que se ha ido prorrogando regularmente en los últimos años. Por lo que este año, el 50% de los varones y el 69% de las mujeres en edad jubilatoria no podrá acceder a su jubilación, como indica este informe de la subsecretaría de Seguridad Social.
Este es el marco en el que se debate sobre la represión de la masiva marcha al Congreso de este miércoles en reclamo por los haberes de los jubilados.
Hacía una semana que se sabía que a la tradicional protesta de los jubilados de los miércoles se iban a sumar hinchadas de algunos clubes de fútbol, de todas las categorías. Fue una idea que al parecer impulsó un jubilado hincha de Chacarita, que con otros hinchas del club se movilizaron la semana pasada. Ese día fueron hostigados por las fuerzas de seguridad que el Gobierno envía con el propósito de reducir la protesta. Hay videos disponibles para verlo: hubo algunos empujones contra gente mayor, que reaccionó indignada e inerme.
Día 459: ¿Cuánto falta para que Bullrich vaya presa?
A lo largo de la semana, el ministerio de Seguridad advirtió que este miércoles iban a movilizarse las barras bravas de los clubes. El ministerio alardeó sobre su firme decisión de reprimir cualquier manifestación de violencia.
Se dejó en manos de la ministra Patricia Bullrich la respuesta a una marcha inusual, se tratara o no de hinchas caracterizados como barras. Que se sepa, no hubo ningún contacto con los clubes de fútbol que, como todos sabemos, conviven si no administran/financian la actividad de las barras. No parece haber habido tampoco la búsqueda de algún contacto transversal con punteros políticos que, como todos sabemos, conviven si no administran/financian la actividad de las barras. Se puede agregar lo mismo sobre la policía de la provincia.
Este es un gobierno débil, el más débil desde la recuperación de la democracia. La conciencia de su debilidad lo lleva a la sobreactuación. Pero una cosa son las palabras encendidas y hasta los insultos, y otra son los palos.
Todo lo que el ministerio de Bullrich hizo fue preparar a las fuerzas de seguridad federales para una batalla. La ministra se empeñó en poner en práctica el protocolo de seguridad que ella misma diseñó, con el objetivo excluyente de despejar las avenidas y garantizar el libre tránsito. Lo hizo frente a una multitud que, lejos de haber sido orquestada, parecía no tener ningún tipo de organización ni articulación. Nada peor que una multitud en las calles sin organización.
Se vieron imágenes de patrulleros de la policía de la Ciudad con las puertas abiertas, abandonados a su suerte en medio de los manifestantes. Terminaron incendiados. En medio de los incidentes, un policía federal plantó una nueve milímetros en la plaza de los dos Congresos. La descubrió un camarógrafo. Hubo decenas de fotógrafos heridos con balas de goma. Uno de ellos, alcanzado por una granada de gas, se debate en estas horas entre la vida y la muerte.
Se le reconoce a Bullrich y al ministerio de Capital Humano el mérito de haber desarticulado la protesta piquetera/de organizaciones sociales -en muchos casos rentada, como se demostró en innumerables informes periodísticos- que enloqueció el centro de la Ciudad por años. La tarea de desarticular a los piqueteros se reveló imposible para los últimos gobiernos. De acuerdo. Pero ¿era necesario ceñir la movilización de este miércoles al protocolo de seguridad de la ministra? ¿Era prioritario garantizar la circulación de vehículos en torno al Congreso, en ese momento en sesión en la Cámara de Diputados? ¿No lo era más asegurar la libertad de expresión, la circulación de la marcha? ¿No era un buen antecedente lo sucedido durante las marchas en defensa del financiamiento de las universidades?
Patricia Bullrich lleva décadas en política. Su carrera ingresa probablemente a su último tramo e ignoramos qué objetivos tiene aún por cumplir. Debería calmarse, escuchar algunos consejos de gente razonable, hacerse preguntas y pensar. En el contrato social el Estado ostenta el monopolio de la violencia legítima, dice Max Weber. El Estado debe responder cuando pretenden disputarle ese monopolio. Pero es imprescindible que sepa cuándo y en qué proporción emplear la violencia.
Lecciones para tener en cuenta el próximo 24 de marzo.