OPINIóN
Nueva fase

La política exterior sin censura

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Foro de DAVOS. La acción del Gobierno está dirigida a lograr un mayor flujo de inversiones. | NA

La política exterior provocó variados cuestionamientos. La mayoría impugna el alineamiento con los Estados Unidos e Israel señalando la conveniencia de mantener una posición aséptica, para evitar perjuicios que pudieran afectar las inversiones, el comercio y el apoyo a la recuperación de las islas Malvinas. Estas observaciones se parapetan en el eufemismo del interés nacional.  

Los reclamos persisten en un enfoque tradicional caracterizado por la disociación entre principios y conveniencia; incluyen recomendaciones sobre el manejo diplomático que traducido sería como navegar sin hacer olas. Milei ya demostró que no responde a esa tipología; su ascenso político constituyó una demostración de su visión disruptora de la política. El análisis de su posicionamiento debería tomar en cuenta esa situación; incluso los conflictos con la diplomacia son un ejemplo del error de subestimar su mirada sobre las relaciones internacionales.

La acción del Gobierno es coherente con su política interna. La participación en el Foro de Davos y en las conferencias de empresarios con un mensaje sobre las reformas, ofreciendo un mercado desregulado con bajos impuestos, están dirigidos a lograr un mayor flujo de inversiones externas en sectores destinados a la exportación. Ese desempeño le permitió concitar la atención no solo por el histrionismo sino también por el cambio de paradigma de la economía del país. El objetivo de posicionar a la Argentina como destino de inversiones se ha convertido en el eje de la política exterior porque de su concreción depende el éxito de su programa de desarrollo con creciente participación privada.

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El alineamiento con los Estados Unidos e Israel trajo reminiscencias de los años noventa recordado por la infeliz frase de las “relaciones carnales”. En el presente, la expresión tiene un valor simbólico porque implica un reconocimiento a los valores occidentales de democracia, derechos humanos y libertad en contraposición a los regímenes que apremian la cohesión mediante el totalitarismo, represión y censura.  La declaración de Rusia y China del 4 de febrero de 2022 a la cual se sumó Irán y Corea del Norte expone esa división del mundo; el 24 de ese mes los ejércitos rusos iniciaron la invasión de Ucrania con el respaldo de sus socios.   

Las críticas a las Naciones Unidas o los votos en soledad en la Asamblea General son consistentes con la prédica oficial. La sorpresa hubiera sido que Argentina se mimetizara para no dar una nota discordante. Esas críticas no difieren mucho de las efectuadas por el Brics que reclama una reformulación de las instituciones de la gobernanza mundial con la diferencia de que no explicitan sobre qué principios pretenden restaurar la credibilidad en el multilateralismo.

La participación en el G20 y los diálogos bilaterales mostraron los alcances de su postura disruptora. El consenso constituye una labor ímproba por las posiciones disímiles de los miembros para responder a los desafíos de un presente mucho más grave que al momento de conformarse el grupo en 2008. La exposición de diferencias no debería asustar y más cuando algunos miembros no tienen reparos en violar el derecho internacional, la integridad territorial o expandir por decreto sus fronteras marítimas. La política exterior de la Argentina ha entrado en una fase alejada de prácticas oficiosas o acompañamiento silencioso. En la medida que se asiente sobre la defensa de la democracia, inviolabilidad de los derechos humanos y protección de la libertad contribuirá a la discusión.

*Diplomático.