Como todos sabemos, la Argentina ha sufrido una intensa actividad terrorista en el pasado, que produjo un saldo de dos terribles atentados. Lamentablemente sigue siendo un país donde (en menor medida) continuan operando organizaciones vinculadas al terrorismo internacional.
La Argentina siempre fue (lo sigue siendo) un país de interés para la comunidad internacional, quienes analizan numeras hipótesis de operaciones concretas en territorio nacional y fronteras.
La linea de política internacional de la nueva administración exige por parte del estado nacional no sólo invertir en materia de prevención del terrorismo y lavado de dinero, sino también que esa inversión sea eficiente, inteligente.
Por ello, este artículo pretende aportar ideas que pueden colaborar en el diseño e implementación de políticas públicas ordenadas a estos fines.
Para comenzar planteamos cuatro tópicos necesarios:
1. Concentración de recursos: inversión pública lo más acotada posible.
2. Unificación de decisiones: el proceso de toma de decisiones deberá ser claro y unificado y puesto que se precisan diversas tácticas, éstas deben ser ordenadas y adecuadas a una sola estrategia. Por lo dicho también será preciso que el manejo de la información no se disperse.
3. La colaboración interna y externa como regla inquebrantable: todas las agencias de seguridad deberán entender que la colaboración interagencial interna resulta indispensable. Asimismo, colaborar y trabajar en pie de igualdad con agencias extranjeras puede y resultará en beneficio del esfuerzo que realizan para proteger a nuestro país frente a las posibles amenazas que la situación geopolítica mundial presenta actualmente y que, como ya mencionamos, hemos sufrido en carne propia. Esta cooperación internacional puede permitir la implementación de un muy necesario:
4. Sistema de alerta temprana.
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Sobre estos cuatro ejes entiendo se lograría alcazar los objetivos que reclama nuestra sociedad y la comunidad internacional.
1. Concentración de recursos. Hoy en la Argentina, existen recursos económicos invertidos en distintas agencias federales. Incluso fuerzas locales: Secretaría de Inteligencia del Estado, Policía Federal, Prefectura Naval, Gendarmería Nacional, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Unidad de Información Financiera, Procuración General de la Nación, Policía de la ciudad de Buenos Aires, policía de la provincia de Buenos Aires, Dirección de Inteligencia Criminal del Ministerio de Seguridad de la Nación. Y existen más. Y cada uno plantea sus propios objetivos e investigaciones. Diversificar de tal manera los recursos conspira contra el objetivo final, más aun en un contexto de crisis económica. Por ello entiendo necesario utilizar los recursos inteligentemente. En primer lugar, no repetir aquello que puede unificarse: formación de agentes (una única escuela especializada) tecnología (software específico, vigilancia electrónica), operadores (tecnicos, traductores, analistas, agentes de campo, profesionales contables, informáticos…). Permitir el desarrollo de la tarea específica de cada agencia (seguridad ciudadana, aeropuertos, custodia de mar territorial y ríos navegables, fronteras, sistema financiero…), permitir el desarrollo de su experticia, pero reducir su autonomía relativa: de que sirve que la prefectura naval cuente con un cuerpo de contadores especializado en lavado de activos cuando existe una agencia especifica para ello. O que cada agencia tenga su propio software para desencriptar teléfonos inteligentes, cuando puede concentrarse esa tarea en un solo lugar, bajar los costos y mejorar el trabajo de los técnicos operadores. Es la experiencia brasileña por ejemplo que cuenta con un megacentro de tecnología aplicada al análisis forense. Para ello, se requiere la creación de un centro unificado.
2. El centro unificado deberá ser quien coordine la actividad de todas las agencias asignando las tareas según corresponda a la estrategia diseñada por este mismo centro. Optimizar los recursos económicos, humanos y tecnológicos. En materia de terrorismo no puede ni debe existir lugar para individualidades, intereses personales, egos o celos profesionales. Los objetivos tácticos deben estar ordenados a la consecución del fin último, estratégico: el genérico y aquellos específicos que la coyuntura nacional o internacional requiera. Entonces, una mesa de discusión y una cabeza de conducción, aparece como la idea mas apropiada. La toma de decisión debe ser ágil, dinámica y certera y debe contar con toda la información disponible. Así, no sólo evitar decisiones contradictorias sobre un mismo tema sino que evitaría que dos agencias investiguen un mismo caso, torpemente. Además llevaría certezas y seguridad tanto a los operadores judiciales (jueces y fiscales) como a la comunidad de inteligencia y seguridad, internacional. Y aquí aparece la necesidad de buenas prácticas en materia de:
3. Colaboración interna y externa. Debe ser el primer mandamiento en la lucha contra el terrorismo. Agencia que no colabora debe ser purgada en sus mandos. Agencia que oculta información, que compite negativamente, debe ser seriamente sancionada. Y la colaboración con agencias extranjeras debe ser decidida y administrada exclusivamente desde la cabeza de conducción. Resulta extremadamente negativo y hasta confuso para las agencias extranjeras no tener una línea de mando clara que organice los alcances de la colaboración. Los desorienta, no les permite establecer un sistema de trabajo, genera desconfianza y los obliga a realizar una tarea que no les corresponde: elegir a quien se le brinda información y con quien trabajar. Por ello, es la cabeza, el órgano de decisión quien debe organizar, administrar y controlar la colaboración interna interagencial. Y del mismo modo debe ser el único órgano autorizado para manejar las relaciones con operadores en la materia, de la comunidad internacional. Y desde este lugar implementar un:
4. Sistema de alerta temprana. Listas negras, movimientos de dinero, informacion producida por agentes de campo internos o internacionales, información en tiempo real de ingresos al país de posibles elementos terroristas, lista de pasajeros en tiempo real de aeronaves comerciales en vuelo hacia el país, operadores de campo en fronteras (especialmente en los puntos más conflictivos como ser la triple frontera, pasos con Bolivia y Brasil, donde desarrollan sus actividades las distintas organizaciones criminales ligadas directamente al terrorismo (organizaciones de medio oriente por ejemplo) o bien que colaboran con ellas (organiaciones de narcotrafico internacional como ser el PPC de Brasil).
Conformar un mando unificado, una mesa de discusión conformada por todas las agencias, concentrar los recursos para no duplicar esfuerzos, hacer énfasis en la colaboración y diseñar un sistema de alerta temprana, son (según mi experiencia) los desafíos que enfrenta hoy el Gobierno Nacional para una política exitosa en la prevención y represión del terrorismo internacional y recuperar la confianza internacional, perdida años atrás.
Federico Villena es juez federal de Lomas de Zamora
LT