OPINIóN
Efemérides 2 de noviembre

La Declaración Balfour fue el comienzo del conflicto palestino-israelí

La enemistad entre judíos y palestinos “comenzó” cuando un conde británico y el barón Rothschild, un banquero sionista, acordaron que el pueblo judío tuviera un territorio propio en la región de Palestina. Qué tuvieron que ver la Primera Guerra Mundial, Lawrence de Arabia y la acetona en este conflicto que nadie sabe cómo terminará.

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Solo se necesitaron 67 palabras para crear un conflicto que lleva más de cien años, y nadie sabe cuánto tiempo más podrá durar o si tendrá fin. Ese día, el 2 de noviembre de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, el gobierno británico, en un breve comunicado, anunciaba el apoyo al establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en la región de Palestina que aún entonces formaba parte de Imperio Otomano.

Este acuerdo se firmó entre el conde Arthur James Balfour (1848-1930) y el barón Lionel Walter Rothschild (1868-1937), miembro de la Federación Sionista de Gran Bretaña e Irlanda. 

La relación entre el gobierno británico y la banca Rothschild venía de tiempo atrás, desde que el banco de esta familia prestó dinero a los ingleses durante las guerras napoleónicas y salvó al país de declararse en cesación de pagos, una vez caído Napoleón.

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En 1917, Gran Bretaña no solo peleaba en Francia, sino también en Medio Oriente contra el Imperio Otomano, aliado de Alemania. Allí un grupo de oficiales británicos, como el teniente coronel Thomas Lawrence (más conocido como Lawrence de Arabia), asistían a los insurrectos locales y lograban la adhesión de las fuerzas árabes a cambio de la promesa de reconocer su independencia.

Declaración de Balfour del 2 de noviembre 1917 La firmaron Rothschild y el conde Arthur Balfour 20241029
Acuerdos previos a la Declaración de Balfour, del 2 de noviembre de 1917.

Evidentemente, Gran Bretaña estaba jugando a dos puntas...

¿Por qué entonces Balfour brindaba su conformidad a Rothschild? ¿Acaso necesitaba Gran Bretaña el apoyo económico de la banca? ¿Necesitaba la colaboración de la pequeña comunidad judía en Palestina o existía otro compromiso? 

La Primera Guerra Mundial fue un enfrentamiento tecnológico e industrial. De hecho, Alemania fue derrotada porque no pudo mantener su ritmo de producción por conflictos obreros en sus centros industriales.

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Por cada día del conflicto se usaban más de 100.000 proyectiles, lo que requería una producción inmensa y continuada. Un químico bielorruso judío, Jaim Azriel Weizmann (1874-1952), que trabajaba en los laboratorios del Almirantazgo británico (y con los años sería presidente del Estado de Israel) se había convertido en una celebridad por obtener acetona a través de un proceso de fermentación bacteriana, elemento indispensable para fabricar cordita o pólvora sin humo. Este invento fue trascendental para Inglaterra.

Tanto Weizmann como Rothschild bregaron por la firma de esta declaración ¿Existía algún convenio previo? ¿Acaso se le había prometido algo a Weizmann que se tradujo en esta declaración? 

Lloyd George, el entonces primer ministro británico, en sus memorias declaró que las reuniones con Weizmann y Rothschild fueron  “la fuente y el origen” de esta declaración.

Además, y como ya señalamos anteriormente, de esta forma lograban tener el apoyo de la comunidad judía en Palestina, cuando aún estaba en manos del Imperio Otomano. 

La ofensiva británica ya había sufrido varios reveses y necesitaba información de los movimientos turcos. Los israelitas que vivían en Palestina organizaron un equipo de espionaje llamado Nili, acrónimo de un verso del libro de Samuel (Nitzach Yisrael Lo Yeshaker, que significa “El Eterno de Israel no mentirá”).

Entre los miembros de esta red de espías se destacaban los hermanos Aaronsohn, Sarah y Aaron. Sarah había nacido en Zikhron Ya'aqov en 1880 y vivió en Estambul, donde fue testigo del genocidio armenio. Huyendo de un matrimonio mal avenido, se instaló en Palestina junto a su hermano, y comenzaron a pasar información a los británicos a través del abrir y cerrar de las ventanas de su casa, que daba al Mediterráneo.

Al final, Sarah fue capturada por los turcos y sometida a tormentos. El 9 de octubre de 1917, aprovechando un descuido, se suicidó sin haber revelado secretos de la organización Nili. Gracias a la información suministrada por Nili, los británicos lograron romper las líneas otomanas en la batalla de Beerseba (31 de octubre de 1917) y en la tercera batalla de Gaza, el mismo día que Balfour firmaba esta declaración.

Por haberse suicidado, se le negó a Sarah sepultura en un cementerio judío. Hoy, sin embargo, es considerada una heroína nacional.

El acuerdo avalaba “el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío…. Entendiéndose claramente que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y estatus político de los judíos en cualquier país”.

Vale aclarar que en 1917 el 90% de la población de Palestina era no judía. La ambigüedad de los términos empleados y la imprecisión de los límites (¿toda Palestina o una parte de ella?) junto con las promesas incumplidas a los árabes, y la progresiva instalación de colonias judías gracias al aporte económico de los Rothschild, fomentaron el enfrentamiento entre la comunidad palestina y la judía.

Las negociaciones del Alto Comisionado británico en Egipto, Henry McMahon, con el jerife de La Meca, en las que había permitido reconocer la independencia árabe a excepción de los distritos de Damasco, Homs, Hama y Alepo, agregaron más confusión al tema porque Palestina está al oeste de Damasco y no fue mencionada en el tratado.

Para colmo el Acuerdo Sykes-Picot, firmado en 1916, dividía las provincias otomanas de Cercano Oriente en cinco zonas: dos bajo control francés y otras dos bajo dominio británico; una quinta fracción era Palestina y debía permanecer bajo control internacional.

Las escisiones efectuadas arbitrariamente por Gran Bretaña fueron el “huevo de la serpiente” de enfrentamientos como los de India y Pakistán, las masacres de Ruanda y la guerra de las Malvinas"

El presidente de los EEUU, Woodrow Wilson, en marzo de 1919, declaró ante líderes judíos de la comunidad norteamericana: “Estoy persuadido además de que las naciones aliadas…. están de acuerdo en que en Palestina se sentarán las bases de un Commonwealth judío”. 

Años más tarde, al concluir la Segunda Guerra Mundial, el presidente Franklin D. Roosevelt declaró que una de las condiciones de paz de los aliados debería ser que “Palestina debe convertirse en un Estado judío”. 

Sin embargo, Lord Curzon, sucesor de Balfour en el Ministerio de Relaciones Exteriores del Imperio Británico, expresó su desacuerdo con esta declaración, a la que consideraba “el peor compromiso de Inglaterra” y “una contradicción sorprendente de nuestros principios públicamente declarados”, anticipando que esta declaración sería la causa “de la alienación y exasperación de los sentimientos de la población palestina”.

Como en otras partes del mundo que estuvieron en manos del Imperio Británico, las escisiones efectuadas arbitrariamente por Gran Bretaña fueron el “huevo de la serpiente” de enfrentamientos como los de India y Pakistán, las masacres de Ruanda y la guerra de las Malvinas entre otros conflictos que aún hoy deben dilucidarse.