OPINIóN
Arte resbaladizo

La banana más cara de la historia

De mañana costaba 25 centavos y, ya pegada sobre la pared de la galería de arte Sotheby’s "la banana" se subastó por US$ 6,2 millones. Esta “puesta en escena” de Maurizio Cattelan inpira una pregunta: ¿esto es arte, estupidez o una estafa millonaria?

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Informe sobre la banana en Argentina | Rodrigo Dos Reis

El pasado miércoles un golpe del martillo sentenció un hecho histórico: una banana, que por la mañana costaba 25 centavos de dólar, se vendió a la tarde por US$ 6,2 millones (con tasas y comisiones). Este pase de magia se vivió en la famosa Sotheby’s, donde se subastó la obra Comedian del artista italiano Maurizio Cattelan, una banana pegada con cinta adhesiva a la pared.

No es la primera vez que Comedian causa revuelo. En 2019 se presentó en Art Basel Miami y fueron vendidas tres versiones de la misma obra por precios que rondaron entre US$ 120.000 y 150.000. Para muchos esto fue interpretado como una estafa y, así, la obra se erigió como el símbolo de lo absurdo del arte contemporáneo.

¿Acaso todo el mundo se volvió loco? ¿Podríamos decir que esta pieza es realmente arte? Sus defensores la enmarcan dentro de lo que se llama “arte conceptual”. Para esta corriente lo que importa no es tanto el objeto en sí mismo, sino la idea que propone. 

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El ejemplo principal del francés Gérard Genette, tratando de descifrar qué es el arte conceptual, es el portabotellas de Marcel Duchamp. La obra no es tal por el objeto en sí mismo (un portabotellas producido industrialmente que en la época podía conseguirse en cualquier tienda), sino por el gesto del artista de entronizarlo como obra de arte. Y es por este gesto que la obra suscita distintos debates y reflexiones. 

Puede gustarnos o no, puede parecernos una estupidez o no, pero la obra de la banana no nace de un repollo, sino que se enmarca dentro de una tradición donde el arte es mucho más que paisajes y retratos.

En 2019 se presentó Comedian en Art Basel Miami y se vendieron tres versiones de la misma obra, por precios entre US$ 120.000 y 150.000; para mucho, fue una estafa"

Pero, incluso que concedamos que Comedian es realmente arte, ¿cómo se justifica semejante precio? ¿Cómo se compone el valor de una obra de arte? Pensar la obra de arte como mercancía siempre nos genera un poco de ruido e incomodidad. 

Theodor Adorno sostiene que es innegable que las obras, en tanto circulan en el mercado, se convierten en mercancías. Sin embargo, la obra de arte no se reduce únicamente a ser un bien de consumo, sino que hay un algo más que le permite trascender sus condiciones de producción. Esto es lo que Adorno llama la autonomía del arte. Siendo parte del sistema, el arte debe a su vez criticar, desde dentro, el statu quo.

Sin embargo, las fronteras no son tan nítidas. El mercado no es un factor externo al mundo del arte, sino un escenario central. Pensar el arte fuera del mercado parece un ejercicio de abstracción que poco tiene que ver con la realidad. 

Como afirmó el mismo Cattelan, “si el sistema es tan frágil como para resbalar con una cáscara de banana, quizá ya estaba resbaladizo”

Ahora bien, las obras de arte se presentan como una mercancía especial y diferente. Isabelle Graw en su libro Cuánto vale el arte señala distintas características. En primer lugar, las obras de arte son un producto único en su especie (no hay dos Giocondas), lo que le da un aura especial. Esta exclusividad tendrá su correlato en el precio. Incluso cuando las obras son esencialmente reproductibles, como la fotografía, o en este caso, la banana, los artistas procuran hacerlas únicas: producen una serie limitada y controlada, las firman, otorgan certificados, etc.

Otra de las características que señala Graw es que el arte “promete” perdurar en el tiempo, lo que lo hace tentador para los inversionistas. El arte no se gasta con el uso. Incluso con los años puede aumentar su valor. Por eso, muchas veces en épocas de crisis, como durante la pandemia, el arte, en tanto bien duradero, se presenta como una inversión más estable. 

En sus orígenes, el arte conceptual, al intentar “desmaterializar” el arte, se propuso desafiar la comercialización y mercantilización del arte. Sin embargo, no pudo escapar de las garras del mercado. Incluso cuando las obras son extremadamente intangibles –Salvatore Garau llegó a vender una estatua invisible– los artistas adjuntan certificados de autenticidad o instrucciones para replicar la obra. Este es el caso de Comedian. El plátano necesariamente se pudrirá, por lo que Cattelan ofrece un certificado de autenticidad y manual de instrucciones para cambiar la banana y montar nuevamente la obra. Quizá no es casual que el comprador de Comedian provenga del mundo cripto: esta misma lógica se aplica a los NFTs. Las imágenes digitales son esencialmente copiables, pero el diferencial es la adquisición de su NFT, un certificado de autenticidad que se inscribe en el blockchain.

El plátano necesariamente se pudrirá; Cattelan ofrece un certificado de autenticidad y manual de instrucciones para cambiar la banana y montar nuevamente la obra. No es casual que el comprador de Comedian provenga del mundo cripto"

¿Dónde yace entonces su valor? No parecería en el costo material de la producción de la obra, que consiste en una banana y un poco de cinta. Pierre Bourdieu sostiene que en la comercialización del arte hay un factor fundamental en el precio que es el “valor simbólico”. Difícil de medir con exactitud, el valor simbólico es una mezcla de la autoridad y trayectoria del artista, su originalidad, las muestras por las que pasó la obra, la crítica que recibió, etc. En definitiva, el valor simbólico no tiene que ver tanto con el objeto en sí, sino con la carga social que ponemos sobre la obra. Comedian parecería tener una alta dosis de valor simbólico.

¿Podemos hablar aquí de arte? ¿Se volvieron todos locos? ¿Está el mismo Cattelan cuestionando el mercado del arte con esta obra? ¿Es una estafa o un intento de reflexionar sobre el carácter absurdo y débil del mundo del arte? Como afirmó el mismo Cattelán, “si el sistema es tan frágil como para resbalar con una cáscara de banana, quizá ya estaba resbaladizo”.

*Dr. en Filosofía, Magister en Historia del Arte y becario posdoctoral del CONICET