La abstracción es el alma mater de dos exhibiciones que pueden disfrutarse en Fundación Larivière, en el barrio porteño de La Boca. Es la primera vez que esta institución hace una apuesta curatorial que incluye una gran cantidad de fotografías nunca antes exhibidas en nuestro país.
En la sala 1, “Abstracciones fotográficas”, con curaduría del especialista Alexis Fabry, pone el foco en las inclinaciones del coleccionista Jean-Louis Larivière, entre dos de sus inspiraciones claves: por un lado, el informalismo y el expresionismo abstracto y, por el otro, las geometrías de la América fría. Hay en esta exposición nombres que dejaron huella en la historia del arte: uno se encuentra con maravillosas fotografías que tomaron León Ferrari y Julio Le Parc. Completan la lista fotógrafos de Perú, México, Chile, Colombia, Argentina, Brasil, Uruguay y Cuba. Con nombres de la talla de Sameer Makarius, Fernell Franco, Portugal Salas, Juan Travnik, Martín Chambi, Facundo de Zuviría, Víctor Trejo y Beatriz Jaramillo, entre una treintena de destacados artistas.
Las 70 fotos expuestas integran la valiosa y cuidada colección que Jean Louis Larivière comenzó a crear, como orfebre, hace décadas junto a Alexis Fabry. Con ojo avezado, recorrieron Latinoamérica buscando a los más talentosos fotógrafos aún desconocidos, cuando todavía el mercado del arte en la disciplina era casi nulo. Así descubrieron artista que con el tiempo devinieron reconocidos. Larivière no solo se adelantó a su tiempo, sino que luego, con absoluta generosidad, creó la Fundación para compartir con el público su valiosa colección.
Fue en esos viajes que conoció a quienes luego serían figuras relevantes de su colección, una de las tres más importantes a nivel global, compuesta por más de 3 mil fotografías, desde postales y fotografía vernácula a series, porfolios y obras que combinan técnicas fotográficas con otros materiales y soportes. Incluye fotografías de finales del siglo XIX hasta nuestros días, con un marcado peso en las décadas del treinta y del sesenta, y el eje puesto en la ciudad y sus tensiones. En su mayoría, el acervo está compuesto por fotografías vintage. Las obras que lo integran provienen especialmente de Argentina, junto con un patrimonio fotográfico importante de México, Perú, Colombia, Chile, Venezuela, Brasil, Cuba, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Costa Rica, Guatemala y Panamá.
En este edificio que ocupa más de 500 metros cuadrados, que cuenta con una biblioteca con más de 800 títulos dedicados a la fotografía latinoamericana y que posee un sistema de temperatura y humedad que siguen criterios museísticos internacionales, uno puede adentrarse en la abstracción fotográfica: deleitarse con texturas, tonalidades, colores, reflejos increíbles, drippings, y creaciones que van desde líneas y formas ondulosas hasta la geometría pura y dura.
Con un sutil guiño a las creaciones del pintor uruguayo Joaquín Torres García, el diseño expositivo a cargo de Juan Lo Bianco realza la sala 1 de este edificio diseñado por arquitectos del importante estudio en Boston responsable de obras icónicas como la ampliación de la Villa del Museo Getty en Los Ángeles, y de la Facultad de Artes Visuales y Diseño de la Universidad del Norte de Texas, entre muchas otras.
"Un mar íntimo" de Francisca López
En la sala 2 de la Fundación, se presenta “Un mar íntimo”, de Francisca López, con curaduría de Rafael Cippolini, donde el clima que se genera es de absoluta introspección. Las piezas invitan a la reflexión, a experimentar un momento a contrapelo del vértigo y la vorágine.
Se trata de una exposición fotográfica antológica e inédita, que atestigua el trabajo que la artista lleva adelante desde 1998 en diálogo con la obra del fotógrafo húngaro Bandi Binder y de la pintora estadounidense Sally Dietrich, su pareja. La exhibición de López puede describirse como una forma de meditación visual y de comunión, con las obras de Binder y de Dietrich.
Binder nació en Hungría en 1917 y murió en Argentina en 2006. Vivió y trabajó en Argentina, Uruguay y Estados Unidos. Se convirtió en un excelente fotógrafo autodidacta especializado en el género del retrato y, posteriormente, del desnudo. El pop y la psicodelia de los años que vivió en San Francisco y Los Ángeles dejaron marca en su estilo. Además de tomar fotografías, experimentó asiduamente en el laboratorio con técnicas fotográficas no convencionales. Es por esto que gran parte de sus fotografías vintage son copias únicas. Entre 1940 y 1990, se dedicó a retratar a familias tradicionales argentinas y uruguayas que veraneaban en Punta del Este.
El vínculo entre Bandi y López fue cercano, auténtico, sensible. De esos encuentros azarosos que cambian la vida de una vez y para siempre: él tenía ochenta años; ella apenas veinte. La joven fotógrafa entabló una relación estrecha, solía visitarlo, conversaban sobre la pasión de ambos. Tras una década de encuentros y conversaciones sobre fotografía, Bandi le avisó que las clases terminaban. Luego, le presentó a su mujer: la amistad se consolidaría en poco tiempo.
“Un mar íntimo” incluye una selección de fotos hechas con tintas pigmentadas y papel de algodón. En Abstracción figurada, uno de los núcleos de la muestra, con close-ups, López sintetiza de manera vívida la gama cromática que integra la paleta de Bandi.
“La visión interior” es otro de los ejes de la muestra y, además, el título de un libro de Ediciones Larivière. Está integrado por una serie de fotografías sobre las huellas del trabajo de Binder. López recolectó cartones que él usaba como soportes de sus fotos. Cuando Binder estaba en su laboratorio con materiales que pensaba desechar, ella le consultó si podía conservarlos y decidió fotografiarlos. Le atrajo de estos soportes las marcas del tiempo, huellas de un pasado que captura y que deviene informalismo y abstracción.
Por último, en “Pinturas (des) veladas” López trabajó sobre un lote de papeles fotográficos que Bandi jamás utilizó y que Dietrich, su compañera, pintó en el reverso de la emulsión fotográfica. Con el tiempo, la luz fue transfiriendo y dibujando en las emulsiones formas, pinturas cuasi abstractas. El único modo de detener ese continuo cambio por efecto de la luz y del paso del tiempo consistió en fotografiar nuevamente la emulsión. Sin dañar la obra, no hay posibilidad de usar químico que detenga ese cambio constante. Solo la alquimia de la fotografía pudo lograrlo.
En el silencio de las salas, la abstracción se vuelve latido, memoria, un espejo sin rostro donde las formas se disuelven en luces, sombras, líneas, texturas etéreas. En Fundación Larivière, es posible adentrarse en un mundo signado por geometrías, texturas, tonos aterciopelados; entre los pliegues de lo íntimo y lo eterno. Cada potente imagen es umbral entre lo real y lo invisible, entre lo que fue y lo que aún cambia: imágenes hipnóticas.
Fundación Larivière (Caboto 564)
Horario: jueves a domingo de 12 a 19
“Abstracciones fotográficas”: hasta el 6 de junio
“Un mar íntimo”: hasta el 17 de mayo
Bono contribución: general 4 mil pesos; jubilados y estudiantes 2 mil pesos; vecinos de La Boca, sin cargo
*Periodista cultural y crítica de arte.
RB / Gi
