OPINIóN
Historia

José Ignacio Thames, el Presidente olvidado del Congreso de Tucumán

El sacerdote tucumano fue congresista en 1816 y apoyó a Manuel Belgrano en la elección de un monarca incaico para hacerse cargo de los destinos del Río de La Plata. Integró la Legislatura provincial y varias comisiones; fue enterrado en la Catedral de Tucumán, pero su tumba ya no puede identificarse.

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Congreso de Tucumán 1816 | wikipedia

José Ignacio Thames fue un destacado sacerdote tucumano, nacido a fines del Siglo XVIII, que tuvo relevante actuación pública durante las primeras décadas del XIX. Tenía un intelecto privilegiado y un carácter afable y contemporizador.

Graduado como “doctor en teología” por la Universidad de Córdoba, donde también se ordenó. Ejerció su ministerio religioso en Catamarca, Salta y Tucumán. Sus feligreses siempre reconocieron sus méritos como sacerdote.

Estallada la Revolución de Mayo, tomó partido por la causa patriota. Conoció al Gral. Manuel Belgrano, en tiempos de la Batalla de Tucumán. El Creador de la Bandera lo propuso como canónigo de la Catedral de Salta; dignidad sólo reservada a los presbíteros más destacados e ilustres.

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Convocado el Congreso de Tucumán, en 1815, Thames fue elegido congresal por el interior de Tucumán. Fue el único diputado de esa provincia, cuyo diploma no fue objetado; y el único congresal tucumano en asumir desde el arranque de las sesiones.

Incorporado al Congreso, suscribió la comunicación oficial, con otros veinte diputados, el 28 de Marzo de 1816, donde anunciaba al Director Supremo, Ignacio Álvarez Thomas la solemne instalación del Cuerpo.

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José Ignacio Thames.

Por su afable carácter componedor, llevarse bien con los demás diputados, y sus aptitudes profesionales e intelectuales, Thames integró comisiones a cargo del estudio y propuesta de los temas más relevantes y delicados.

Bajo su presidencia, el Congreso trató la forma de gobierno, pronunciándose Thames a favor de la tesis belgraniana de coronar a un descendiente de la Casa de los Incas"

Estuvo presente en el tratamiento de todos los asuntos relevantes: cuando el Congreso recibió al Gral. Manuel Belgrano, a su regreso de Europa, en la sesión secreta del 6 de Julio de 1816. También en la sesión del 9, donde aprobó y firmó el Acta de la Declaración de la Independencia.

Concluido el mes de Julio, en que fenecía el mandato de Francisco Narciso de Laprida para presidir el Congreso, los diputados lo eligieron Presidente por unanimidad, durante el mes de Agosto de 1816. Vale decir, que si la Independencia se hubiera declarado en Agosto y no en Julio de 1816; el presidente del Congreso habría sido este cura tucumano.

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Bajo su presidencia, el Congreso trató la forma de gobierno, pronunciándose Thames a favor de la tesis belgraniana de coronar a un descendiente de la Casa de los Incas, invocando una interesante argumentación jurídica, basada en la teoría de la restitución de los bienes malhabidos.

Durante su mandato, el cuerpo mantuvo diversas sesiones secretas, donde se debatieron temas de relevancia política, militar, diplomática y estratégica. En una de ellas, se aprobó el Sello del Congreso, que fuera confeccionado y utilizado en Tucumán, durante la segunda mitad de 1816.

Finalizada su Presidencia, el Congreso acudió a Thames en dos oportunidades más; y lo eligió Vicepresidente, cuando el cuerpo se mudó a Buenos Aires.

Cumplido su mandato, Thames no buscó honores, fama, fortunas, ni perpetuarse en el cargo. Retornó a su provincia, a ejercer su sacerdocio; lo que hizo durante el resto de sus días.

A Thames jamás se le levantaron cargos o fue acusado de delitos o enriquecimiento en la función pública. Permaneció tal como vivió siempre: como un ciudadano ejemplar, siendo un cura reconocido y querido por sus fieles.

Ocasionalmente, cuando su provincia lo requería, Thames integró la Legislatura provincial, o alguna comisión donde se escuchaban sus consejos.

Poco antes de cumplir 70 años, falleció en su ciudad natal. Firmó su certificado de defunción su primo y colega, quien también fuera su par en el Congreso de Tucumán:José Eusebio Colombres. No hubo honores ni pompas fúnebres.

Sus restos fueron enterrados en una sepultura común en el camposanto de la actual Catedral de Tucumán. Sin embargo, las reformas arquitectónicas que, con los años se fueron efectuando al templo, hicieron que su antiguo cementerio se perdiera, ya que jamás nadie se tomó el trabajo de identificar a las tumbas que había en su predio; o dónde estuvo emplazado el mismo.

Así fue cómo este prócer ejemplar, terminó sus días, olvidado por sus compatriotas, enterrado en una tumba, cuya ubicación también la ha borrado el olvido. Triste final de este Padre Fundador de la Patria, que supo contribuir a darnos una Nación Independiente, un 9 de Julio de 1816, en la entonces remota San Miguel de Tucumán.