escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com
La geometría brinda el escenario de la confrontación.
El pensador Sebastián Dumont inspiró el descubrimiento del triángulo poderosamente blindado del peronismo, a los efectos de confrontar políticamente con el Triángulo de Hierro (fundido) que aglutina a los vértices fundamentales del libertarismo.
Javier Milei, Panelista de Intratables, la señora Karina, Pastelera Fraternal, y Santiago Caputo, Neo Giacomini.
Tres vértices que necesariamente deben reconstituirse para tolerar o hacerle frente al Triángulo Poderosamente Blindado que contiene, en efecto, la experiencia superior.
La Doctora, el gobernador Axel Kicillof, El Gótico, y Sergio Massa, El Profesional.
Corrupción de estado
Durante el malicioso año pasado asomaba el viento negativo de la lucha interna por el control del peronismo de la Provincia del Pecado.
Fenómeno bonaerense que, en el torbellino del federalismo, arrastra al peronismo complementario del “llamado interior”.
El aroma del litigio se extendía entre Máximo, En el Nombre del Hijo -titular de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora-, con Axel Kicillof, instrumental producto disruptivo que supo plantar la perversidad de La Doctora.
A los efectos de arbitrar entre las cajas sustancialmente pecaminosas que suelen disputarse los mini gobernadores que tienen los fierros.
Y que saben manipular, con pragmática lucidez, a los identificados buscapinas que rondan sigilosamente por la legislatura.
Que merodean merced a la “corrupción de estado”, pletórica siempre de los “chocolates” consensuados.
Para cumplir la instrucción, Axel era el peronista apropiado.
Atisbos de intelectual romántico y nada distraído. Aspecto de bolchevique capitalizado por el relativo atributo de la transparencia, adjetivo escasamente usual entre las virtudes de la superstición.
Pero cuando Axel comprendió que el conflicto no lo tenía solo con Máximo ya era tarde.
El conflicto lo tenía con La Doctora. Sintió entonces que “se le partía dramáticamente el corazón”.
Aunque el drama pasó casi inadvertido. Supo disimularlo ante el minigobernador Jorge Ferraresi, Pilar del Patria.
Para La Doctora fue grave como un desafío. Instalar a un decente entre la mesa de los pecadores.
Apuntalar a Axel fue el mensaje directo para los minigobernadores que tomaban paulatina distancia de su jefatura.
Ya no se trataba apenas del heroico minigobernador de Monte Grande.
Tampoco del pícaro solitario de Hurlingham, que Alberto, El Poeta Impopular, convirtiera en ministro.
Se agregaba Avellaneda, Berisso, José C Paz.

Más que fastidiados, alrededor de Axel se acumulaban los minigobernadores que hacían equilibrio al borde del hartazgo.
Pero no estaban incómodos por La Doctora.
Lo estaban por la sistémica voracidad de los jóvenes de la Agencia, biológicamente convertidos en adultos.
Era tarde, además, porque Axel, en la dinámica, se entendió a la perfección con los minigobernadores que debía auditar.
Mientras ellos, despaciosamente, convencían a Axel que debía ser, en efecto, el jefe. El Conductor.
Y probablemente hasta se perturbó Axel por el deseo extremo de creerlo.
Cuando la confrontación amagaba con ser real comenzaron a transcurrir, en simultáneo, las «picadas de boleto» del proyecto libertario.
El Fenómeno Milei comenzaba a disiparse en plena emergencia del año impar.
Cuando en la dinámica del peronismo se impone la positiva sutileza de la concesión.
El esclarecimiento del enigma de la amplitud.
La tendencia repentina a perdonar. Tolerarse recíprocamente y esperar el año par, 2026, para defenderse de los cretinos o agredirlos.
De cómo Cristina, al igual que Hillary con Trump, hizo a Milei
Confirman que fue precisamente Sergio el que aportó la serenidad del raciocinio cuando estaban a punto de arrancar con las balas.
Por profesionalismo, Sergio sabía que la eventual ruptura era la garantía efectiva de la derrota.
Lo señalaba la experiencia personal. La consagrada fracción que encabezó en 2013 inspiró la candidatura presidencial de 2015 que facilitó el acceso al poder de Mauricio, el Ángel Exterminador.
La lucidez lo llevó a conducir el congreso del Frente Renovador, ámbito suficiente para clamar, con la tonalidad del buen pastor, por la magia de la unidad.
Por la construcción del Triángulo Poderosamente Blindado que constituye un ostensible avance de Axel.
Porque Axel hoy se encuentra en el mismo peldaño que Sergio. Y de La Doctora.
El lazo en adelante deja de ser vertical.
La relación ya es, en la práctica, horizontal.
Problemática generacional
En efecto, la epopeya de Donald Trump fortaleció el delirio reaccionario de Milei.
Al extremo de ser identificado, en el continente, como una especie de muestra gratis. Un anticipo de Trump.
Pero Trump intensificó también llamativamente en el peronismo la problemática generacional.
El portal trafica, desde hace años, que la edad del poder son los 50.
Raúl Alfonsín accedió a los 56, Menem a los 59. Kirchner, El Furia, a los 53.
El Perón que más valía, aquel del ’45, se llevaba todo por delante a los 50.

Resulta que el peronismo contiene cuatro figuras prioritarias que legitiman aquella regla tácita.
Axel está para los 54, Martín Llaryora para los 53 (igual que Sergio, que siempre está dispuesto).
Completa Eduardo De Pedro, El Wado, cuadro invariable de la Agencia, con 50.
Pero ocurre que Trump se atrevió a la campaña con 78 años y es de nuevo el presidente de Estados Unidos.
Aquí nomás, al lado, Lula está por cumplir los 80 y preside Brasil.
Nadie puede asegurar entonces que La Doctora no aspire a ser la candidata en 2027.
No estuvo presa, como sí lo estuvo Lula.
Fue declarada culpable de menos causas judiciales que Trump.
Para completar la parábola literaria, de pronto Trump sorprende con la proscripción de La Doctora para ingresar a Estados Unidos.
Obscenidad del error
Al margen del destino fatalmente condenable de las aberrantes demencias geopolíticas de Trump, cuesta legitimar la obscenidad del error de semejante magnitud.
Proscribir a La Doctora, a Florencia y Máximo, y al injustamente olvidado Julio de Vido, cuadro oportunamente clave que ya ni siquiera habla con La Doctora. Ambos se ignoran, incluso, con apasionamiento recíproco.
Es probable que Trump, en su fantástico delirio, crea estar seguro del éxito de las aberraciones emprendidas.
Como la soberbia de aplicar a otro estadista, a un par potencial, el abuso altivo, intolerablemente autoritario, que los recatados progresistas del “woquismo” le pretendieron aplicar.
Para obstruir la epopeya del regreso con gloria.
Mileis: todos los Milei dentro de Milei
A través de la proscripción efectista planteada hacia La Doctora, Trump reproduce el despliegue de la algarabía adolescente entre el antiperonismo básico.
Aunque el objetivo real haya consistido en vengarse de los precarios perversos que sin inocencia lo quisieron proscribir.
Infortunadamente, acaso, sin suerte.