OPINIóN
Efemérides 24 de marzo

Ironía del destino: Taxi driver y las infancias rotas

Por explotación social y por violación del derecho a la identidad, la película de Martin Scorsese y el primer aniversario de la dictadura militar argentina confluyeron en los años de plomo. Un 24 de marzo también se llevó un Oscar "La historia oficial", otra película sobre una infancia partida en dos. La justicia llegó primero en el cine; en la vida real tardó un poco más.

Robert De Niro y Jodi Foster juntos en Taxi Driver 20250319
Robert De Niro y Jodi Foster juntos en Taxi Driver. | X @filmartbox

Taxi Driver, que costó menos de 2 millones y recaudó US$ 28,6 millones fue un buen negocio para Martin Scorsese, sin dudas, pero no tan redondo como la enorme fama que lo consagró como el más prometedor de los directores de cine italo-norteamericanos, cuando ganó la primera de sus tres Palmas de Oro del Festival de Cannes con esta memorable película, el quinto largometraje de su carrera, el segundo junto a su actor fetiche, Robert De Niro y la puerta grande de una niña de 14 años que no dejó de sorprender, Jodie Foster.

Hoy, se cumplen 48 años de su estreno en Argentina, el 24 de marzo de 1977, cuando Jorge Rafael Videla era el presidente de facto. Curiosa fecha de lanzamiento para una ficción tan disruptiva, cuando la Junta Militar argentina “celebraba” el primer aniversario del golpe de Estado perpetrado un año antes.

La perspectiva del tiempo vuelve más fácil encontrar varias similitudes entre estos dos hitos que confluyeron en esa misma fecha. Coincidencia que despliegan varios aspectos cruzados que abren camino a la reflexión.

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Robert De Niro protagoniza a Travis Brickle, un antihéroe impulsado por la obsesión de erradicar la prostitución infantil en Nueva York. Un intento de purgar, al menos en parte, la escoria que inunda impunemente la ciudad en la década de los setenta.

La historia oficial
La historia oficial. El 24 de marzo de 1986, Luis Puenzo ganó el Oscar por su película. Norma Aleandro, presente y orgullosa en la entrega.

Jodie Foster interpreta el papel de Iris, una niña de tan solo 12 años (casi su edad durante el rodaje) que abandona el mundo infantil, se aleja de sus padres y se adentra en la marginalidad social y el tráfico de mujeres, por la manipulación y explotación del proxeneta llamado Sport, protagonizado por el duro Harvey Keitel.

La vida solitaria y sin sentido de Travis, un ex marine de la Guerra de Vietnam, se cruza con la desgracia de Iris, y esto despierta un nuevo propósito en su vida de taxista sin futuro: rescatar a Iris y salvarla a toda costa de la degradación.

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El final de la película, evitando algunos spoilers para quienes aún no la hayan visto, se resuelve mediante la “justicia” por mano propia, reflejando cinematográficamente, entre muchas otras cosas, la desprotección y la violación de derechos de la niñez. Además, por añadidura, tampoco podría pasarse por alto la crítica hacia la indiferencia estatal y la escasez frente a tal desamparo social.

Ahora bien, la trama de la película encuentra un punto en común con lo que sucedía aquí, en Argentina, hace 49 años, pero que se prolongaría durante otros siete largos años hasta el 10 de diciembre de 1983. Dentro del plan sistemático que quiso llevar adelante la dictadura cívico-militar, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, se destaca una práctica tan ilegal como atípica como la apropiación de menores, en la que se perseguía una doble función, según Gonzalo Pedano: evitar tanto la perpetuación biológica como la supervivencia política de los grupos subversivos de aquellos años de plomo.

En el documental Botín de Guerra, dirigido por David Blaustein, el militar Adolfo Scilingo declaró: “Los niños eran llevados con familias bien nacidas, esto es, con familias militares o afines a los militares”. Sin embargo, esa afirmación oculta una cínica ironía atroz, dado que los niños eran secuestrados y apropiados por estas familias para recibir una educación acorde a la moral de aquel sector social.

¿Qué pueden tener en común dos contextos tan diferentes? Por un lado, la ciudad criminal neoyorquina a fines de la década del setenta reflejada por la óptica de Scorsese; por el otro, el Terrorismo de Estado llevado adelante por la dictadura cívico-militar entre los años 1976 hasta 1983.

En ambos, hay un tránsito desfasado de la niñez.

Taxi driver y las infancias rotas

El 24 de marzo de 1977 se estrenó una película que habla de una infancia vulnerada y un intento de justicia por mano propia, en una sociedad que mira para otro lado.

El 24 de marzo de 1977 se cumplió en Argentina el primer aniversario de un régimen siniestro que planificó la separación y robo de hijos a sus padres.

Otro 24 de marzo, pero de 1986, Luis Puenzo recibió el Oscar por su película La historia oficial, otro gran logro del cine nacional que cuenta cómo Gaby tendrá que crecer "en el país del no me acuerdo" con su infancia también partida en dos.

Tampoco sería erróneo destacar el papel protagónico de las tareas detectivescas que llevaron adelante las Abuelas de Plaza de Mayo en su intento por hallar y restituir su identidad a aquellos niños apropiados que no supieron cuál era su verdadero origen.

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En Taxi Driver, más allá de que Iris tenga un apego con el mal vivir, se sabe que ese burdel no es “su” lugar. Tampoco lo son las “familias decentes” que reciben a los nacidos en cautiverio, apropiados en el contexto dictatorial argentino.

“Estoy convencida de que sus hijos eran terroristas, y terrorista es sinónimo de asesino. A los asesinos yo no pienso devolverles los hijos porque sería injusto hacerlo. No tienen derecho a criarlos”, dijo la Doctora Delia Pons en 1978, en el Tribunal de Menores N° 1 de Lomas de Zamora, ante un grupo de Abuelas que reclamaban la restitución de sus familiares nacidos en el cautiverio ilegal.

“Tampoco me voy a pronunciar por la devolución de los chicos a ustedes. Es ilógico perturbar a esas criaturas que están en manos de familias decentes que sabrán educarlos como no supieron hacer ustedes con sus hijos. Sobre mi cadáver van a obtener la tenencia de esos chicos” insistió la letrada (HERRERA – TENEMBAUM; 2007, pág. 24).

El Juzgado de Menores consolidó institucionalmente el intercambio de infancias entre terroristas o familias de terroristas, es decir, prevaleció una concepción totalmente errada y tergiversada de lo que un niño tenía y tiene derecho a recibir.

La indiferencia social argentina es la misma apatía neoyorkina que muestra Scorsese en Taxi Driver.

En definitiva, ambos casos -el de Iris en la película y los niños secuestrados durante la dictadura militar de los años ‘70- nos invitan a reflexionar sobre la responsabilidad colectiva en la protección de los derechos de los niños, que en muchos momentos han sido despojados de su infancia, ya sea por la explotación social o por la violencia institucional.

Taxi Driver y esta increíble coincidencia de la tropa de Jorge Rafael Videla celebrando el primer aniversario de su golpe de estado a las instituciones argentinas invitan al recuerdo y la reflexión. Uno de los episodios más oscuros de la historia argentina que no debe repetirse "nunca más". La historia oficial del atropello a la democracia y la otra, entonces menos visible, pero igualmente lacerante y dolorosa, la de las infancias desgajadas. En Argentina o en Nueva York, un llamado urgente a la justicia y la memoria.

Para Robert De Niro, que durante el rodaje de Taxi Driver esperaba el Oscar como Mejor Actor de Reparto por El Padrino II, este film significó un camino de ida en su carrera prolífica y aún envidiable: el Premio al Mejor Actor del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York, en 1976. Con Iris, Jodie Foster se llevó el Premio BAFTA a la Mejor Actriz de Reparto, un año más tarde. El éxito del cine llegó antes que la justicia social. A veces la ficción aventaja a la realidad.

* Estudiante de Psicología, Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires; asistente en Análisis de Cámara Gesell

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