Para alcanzar un desarrollo inclusivo y sostenible, que permita reactivar la economía de Argentina, mejorar las tasas de empleo y disminuir la pobreza que hoy ronda el 40%; las exportaciones de bienes y servicios que, actualmente, equivalen al 16,6% del PBI (Banco Mundial, 2020) deberían duplicarse y hasta triplicarse en los próximos años. Si el objetivo es claro, la pregunta está en cómo lograrlo.
Internacionalizar nuestras organizaciones es el primer paso. En este sentido, exportar es solo una de las alternativas disponibles; también podemos pensar en modelos de negocios internacionales desde el comienzo, en alianzas de cooperación y transferencia entre entidades, o en nuevas formas de trabajar a través de las fronteras apoyados por la tecnología.
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Aún más, una inserción internacional exitosa es aquella que es multiactor y multinivel, en la cual el estado nacional está presente pero no es el único actor: empresas -grandes y medianas-, gobiernos de distintos niveles (nacional, subnacional y local) y organizaciones del tercer sector juegan un rol importante.
Una inserción internacional exitosa es aquella que es multiactor y multinivel, en la cual el estado nacional está presente pero no es el único actor: empresas -grandes y medianas-, gobiernos de distintos niveles (nacional, subnacional y local) y organizaciones del tercer sector juegan un rol importante.
En un mundo interconectado y competitivo, tres herramientas son clave para cualquier tipo de organización que quiera internacionalizarse. La primera es la planificación estratégica. Esto implica analizar las oportunidades a nivel global y también evaluar -con una mirada crítica- la capacidad organizacional propia. El proceso de internacionalización conlleva necesariamente construir nuevas capacidades. De esta estrategia surgirá el plan de acción o la política pública, en el caso de los gobiernos, con metas a corto, mediano y largo plazo.
La comunicación es la segunda herramienta fundamental. Se trata de pensar de manera integral en la marca, los canales y el posicionamiento que queremos reflejar a nivel internacional. Para los gobiernos, la diplomacia pública es una herramienta de soft power clave. En el caso del sector privado, vemos una tendencia a incorporar nuevos perfiles y nuevos equipos encargados de la diplomacia digital, especialmente de las grandes empresas como Microsoft.
En particular, América Latina se caracteriza por niveles bajos de comercio intrarregional
Por último, es fundamental el trabajo en red: por clusters, por mercado objetivo, entre los distintos sectores de la sociedad, tratando, en suma, de generar ecosistemas que permitan aprovechar las oportunidades y amortiguar los obstáculos. De ello hablaremos en la I Jornada de Internacionalización de las Organizaciones, organizada por la Universidad Austral y la Embajada de los Países Bajos, que tendrá lugar el 9 de noviembre.
Nuestro país tiene un desafío enorme, compartido con muchos países de la región. En particular, América Latina se caracteriza por niveles bajos de comercio intrarregional, de alrededor del 20% (Bertin, 2020). En tiempos de nearshoring, de análisis de riesgos globales, tal vez allí se encuentre una primera clave para impulsar la internacionalización.
*Directora de la maestría y del área de Relaciones Internacionales de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral. Abogada (UTDT). Magíster en asuntos globales (Yale University).