OPINIóN
Dilema

Inteligencia Artificial: la corporalidad limitada

La IA o cualquier robot creado a partir de ella podrán tomar decisiones racionales. Podría criticárseles su utilitarismo, el alejamiento de la voluntad, el deseo y las emociones. Sin embargo, nunca podrán tomar decisiones éticas. ¿Por qué? Aquí radica la paradoja de nuestra superioridad humana.

2023_04_07_robots_cedoc_g
Desafío tecnológico. | cedoc

Ya no conozco gente que use el verbo “pulular”. Deben existir seguramente, pero no me los cruzo, ocomo se suele escuchar ahora, “no me las estaría encontrando”. La RAE define este verbo como bullir, abundar o multiplicarse, sobre todo, insectos y animales semejantes”. Es decir, pulular es un verbo de connotaciones molestas. 

Y aunque suelo escribir desde la molestia, hoy lo que quiero es bordar algunas “conjeturas” al decir de Borges. Nobleza obliga, para “bordarlas” -en el sentido con que lo usan en España- necesitaría de más lectura y más citas de autores. 

No pienses, ¡para eso estoy yo!

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El reverso de este precario bordado es la idea de que pululan por doquier ideas acerca de qué es el hombre que, o bien lo reducen a la razón pura, o bien a pura biología. Como siempre, quizás, desde Descartes en adelante.

Herbert Simon, único Premio Nobel de Administración (Economía, 1978) -diría alguien que no quiero nombrar. Quizás los que hicieron la Licenciatura en Administración o un MBA lo conocen por su famoso libro de 1947, El comportamiento administrativo. Lo leí hace mucho, recuerdo que tiene un lindo apéndice sobre cómo armar una escuela de negocios (lo que más me gustó del libro) y recuerdo el sabor kantiano que te deja en el paladar.

La memoria me puede traicionar, pero me quedó la idea de que la razón es sobre todo una razón calculadora y organizadora de los datos de la realidad y está “limitada” (bounded rationality). Mi lectura maliciosa es que Simon, al referirse a las limitaciones de la racionalidad, incurre en una confesión de tanguero desencanto: “creía que era ilimitada y la vida me engañó”, o bien, “me chiflaba su belleza, pero la ví flaca, fané y descangayada”

Las máquinas no tienen creatividad porque no tienen instinto de supervivencia"

Simon con su idea de racionalidad limitada no solo influyó en los también famosos Amos Tversky y Daniel Kahneman (este últimoNobel de Economía, 2002) y su conceptualización sobre los sesgos cognitivos sino que también integró el grupo Dartmouth que gestó la idea de Inteligencia Artificial en 1956.

En estas aproximaciones a la toma de decisiones se suele enfatizar que la contraparte de lo racional es lo emocional dejando en el olvido a la voluntad, el deseo y la libertad. Y si bien se subrayan los aspectos no-racionales de la toma de decisiones, se quedan siempre del lado cognitivo y no aparece el rol de la voluntad libre. El sesgo es un bies, una visión torcida, una distorsión cognitiva. 

Las emociones, por ejemplo, se cruzan y distorsionan la decisión. Pero ¿ese es el problema de las decisiones?  Quizás sí, si solo lo aplicamos a aquellas sobre ganar y perder en contextos de incertidumbre, que es lo que estudió Kahneman. Pero ¿y el resto de las decisiones de la vida? ¿Aplica este marco para la ética, por ejemplo?

La voluntad, el deseo o la libertad no son sinónimo de emociones. Además, cada una de ellas no es un botón separado en un tablero de control. Soy un todo integrado: mi sensibilidad, mi intelecto, mi cuerpo, mi impulso vital, mi neurobiología, mis componentes químicos y mi libertad, todo soy yo.

En la filosofía de la inteligencia artificial se parte de la idea de que todo podrá ser reducido a un lenguaje de ceros y unos, a impulsos eléctricos, a reacciones electro-fisicoquímicas en el hardware, a algoritmos, a instrucciones, a procesos, incluso la toma de decisiones éticas

La moral y la ética ante los "casos difíciles" que enfrenta la Justicia

Curiosamente en el siglo XXI, en estos tiempos de la post-post-verdad, resucitan estas filosofías que tienen plena confianza en el costado lógico y calculador de la razón aumentado -maravillosamente y, de hecho -en sus capacidades por las computadoras y la inteligencia artificial. A la par, crecen las neurociencias con base en otras ciencias intentando explicar todo comportamiento humano.

Concedamos que -a lo sumo- la IA podrá llegar a hacer un cálculo utilitarista de diferentes escenarios al estilo de los dilemas de autos automáticos del MIT, Moral Machine,  pero no podrá recomendar una decisión ética, porque no tiene cuerpo.

No hay ética, si no hay cuerpo. No tiene sentido pensar y actuar según el bien y el mal si no morimos–algo que no le ocurrirá ni al robot y al algoritmo. Los hermanos Christopher y Jonatan Nolan tiene una línea brillante en la película Interstellar (2014) que dice más o menos así: Las máquinas no tienen creatividad porque no tienen instinto de supervivencia.

Parafraseando a Simon, los robots y la IA tienen corporalidad limitada. Sin un “ser para la muerte”, sin reconocerse como alguien que va a morir y que a la vez lucha denodadamente por estar vivo y trascender, la máquina se puede saltar perfectamente la pregunta por el sentido, la pregunta por el bien o el mal, no la necesita ella -no lo sabe- y la puede dar.

Sin cuerpo, sin finitud, sin un yo o individualidad con deseos de infinitud no hay ética, y de algún modo, tampoco hay decisión. Elegimos porque vamos a morir, porque el tiempo es limitado y, a lo que hacemos, le pedimos que haya valido la pena.

*Dra. en Filosofía, Investigadora FCE, UCA