Cada cinco minutos, una persona muere en Argentina por enfermedades cardiovasculares. El infarto agudo de miocardio es una de las principales causas y, en esos casos, cada minuto cuenta. Actuar rápido no solo aumenta las posibilidades de supervivencia, sino que también reduce las secuelas que puede dejar el episodio. Pero, ¿de cuánto tiempo hablamos en esta “cuenta regresiva” que se inicia con el primer síntoma?, ¿y por qué la velocidad es tan, pero tan importante?
Para funcionar adecuadamente, el corazón requiere un suministro constante de oxígeno y, durante el infarto, ese flujo se interrumpe. Cuando esto sucede, las células del corazón empiezan a morir. Cuanto más se demora la restauración del flujo sanguíneo, mayor es el daño, lo que puede llevar a complicaciones como la insuficiencia cardíaca o, en el peor de los escenarios, a la muerte.
Lo primero es saber reconocer los síntomas de infarto y pedir ayuda sin demora, en los primeros minutos, sin esperar que el malestar pase por su cuenta. El dolor en el pecho es el síntoma más conocido, pero no el único: molestias en el brazo, la mandíbula o la espalda, fatiga inusual, náuseas y dificultad para respirar también pueden ser señales de alerta, indicativos de un infarto en curso.
En el tratamiento del infarto, la atención médica inmediata es clave. Existen parámetros internacionales que establecen los tiempos para cada etapa en pos de minimizar el daño cardíaco y mejorar las probabilidades de una recuperación sin secuelas:
- Llamado a emergencias: debe hacerse ni bien se detectan los primeros síntomas, no aguardar que el malestar pase por sí solo.
- Llegada de ambulancia y servicios de urgencia: deben llegar al paciente y comenzar el tratamiento inicial dentro de los primeros 10 minutos de haber recibido la llamada, y trasladarlo al centro médico más cercano.
- Ya en el hospital, si la institución tiene capacidad para realizar angioplastias (procedimiento para destapar la arteria), esta debe realizarse en los primeros 60 minutos de ingresar al paciente, un estándar que se conoce como “tiempo puerta-balón”.
- En centros médicos sin esta capacidad, se aplican medicamentos para disolver el coágulo (fibrinolíticos) dentro de los primeros 30 minutos, un período llamado “tiempo puerta-aguja”.
Al respecto, cabe aclarar que si bien los fibrinolíticos son un buen tratamiento para el infarto, el más eficaz y seguro para destapar la arteria coronaria es la angioplastia.
Para dar respuesta a pacientes en los plazos recomendados, es crucial que el sistema de salud funcione en red, optimizando traslados, derivaciones y atención en centros especializados.
Finalmente, si la gente no reconoce los síntomas y no consulta rápido, todo el resto de la cadena se demora.
Vale recordar que la mejor estrategia para reducir el impacto de las enfermedades cardíacas sigue siendo la prevención: controles médicos periódicos que permitan detectar y tratar factores de riesgo como la hipertensión y el colesterol alto, una alimentación equilibrada, ejercicio regular, control del peso y evitar el tabaco son algunos pilares fundamentales para el cuidado de la salud cardiovascular.