En marzo, con la llegada del COVID-19 a Argentina, cambió radicalmente la realidad a la que estábamos acostumbrados. El ambiente del tango, como muchos otros sectores, no escapó de ello y cuando estábamos todavía en la temporada alta, con miles de extranjeros en Buenos Aires disfrutando y consumiendo tango, la actividad se paró en seco.
Las milongas fueron las primeras en cerrar sus puertas, incluso antes de que se decretara el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Rápidamente el resto de las actividades relacionadas fueron mermando su agenda.
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Las 940 milongas por mes en 140 sedes de la Ciudad de Buenos Aires, las 77 boutiques de zapatos y vestimenta exclusiva de tango, alrededor de 21 escuelas, varias decenas de grupos musicales y orquestas, e innumerables shows de tango con sus bailarines profesionales, debieron congelar sus actividades como en la pose final de un tango. Los milongueros extranjeros volvieron rápidamente a sus países y los porteños a encerrarse en sus casas.
Como la mayoría de los artistas de cualquier expresión, los del tango siempre están en una situación financiera endeble y este cese de actividades los dejó en una fragilidad nunca antes padecida. Hubo muchas actividades solidarias para poder ayudar a aquellos en situación desesperada.
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El CAST (Cruzada Abrazo Solidario de Tango), el Primer Festival Solidario de Tango Nacional, y varias otras apuntaron a la colaboración para sostener a aquellos que no tienen otra forma de sustento más que su trabajo diario.
Se realizaron gestiones, que aún están en marcha, ante el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Gobierno Nacional para que se destinen partidas especiales que permitan palear esta situación angustiante, como es el caso del pedido de continuación del subsidio BA Milonga en esta coyuntura. Además, por primera vez en la historia, todas las agrupaciones relacionadas con el tango se unieron para formar un frente común con el cual reclamar a las dependencias gubernamentales no solo una ayuda extraordinaria para los ‘hacedores' del tango, sino por políticas concretas para desarrollar y potenciar actividades relacionadas con esta expresión, declarada patrimonio cultural intangible de la humanidad por la UNESCO, pero hasta cierto punto ninguneada localmente.
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Pero, mientras todo esto ocurre, por una necesidad económica pero también emocional, mucha actividad se mudó a internet. Las boutiques comenzaron a enfocar su marketing y sus ventas a plataformas online, cambiaron el mix de productos para incluir ropa de calle y direccionaron sus ventas al interior del país en vez del extranjero.
Por su parte los tangueros comenzaron a sentir la necesidad de abrazarse, aunque sea virtualmente. De esta manera se organizan encuentros virtuales donde se charla, se pasa música y se entrevista a personalidades. Aparecieron festivales online donde se dictan seminarios y clases de baile a distancia, y los profesores y escuelas comenzaron a dar lentamente clases virtuales.
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Como hace más de cinco años, Hoy Milonga acompaña a la comunidad del tango en este momento listando y auspiciando eventos virtuales y sumando una nueva sección dedicada a clases online. Con el encierro, bailar es fundamental para la salud del cuerpo, la mente y el espíritu. Y tener a mano un listado de clases online es un gran estímulo para incentivar el aprendizaje y es una buena oportunidad para todos aquellos que alguna vez pensaron en tomar una clase de tango pero no tenían tiempo, o no se animaban.
Si bien no tengo dudas que el tango resurgirá de esta calamidad mundial, estaremos atentos al daño ocasionado. Mientras tanto, te invito a encontrarnos en el abrazo virtual, hasta que podamos VOLVER.
* Creador y fundador de la guía Hoy Milonga.
