Nos conocimos en 1984, El Porteño quería publicar fotos mías de Alfonsín que había hecho para DyN en la campaña y primeros días de gobierno. Esa primera vez creo que no nos caímos bien.
Años más tarde fundó Página, que tenía la redacción en la misma manzana que la agencia, se formaban grandes mesas con periodistas y fotógrafos de DyN, NA y el diario, Jorge de vez en cuando se sumaba a algún café en el Mallorca. Ya era famoso.
Empezamos a ser amigos cuando Caparrós se hizo cargo de Página 30. Las cenas de los tres con nuestras parejas, y más tarde con hijos, eran realmente agradables, buena comida, buenos vinos y charlas hasta la madrugada, debatiendo y riéndonos de todo.
A Lanata no le gustaba mucho la fotografía y tenía relación difícil con los fotógrafos que trabajaban en sus medios. Cuando me ofreció hacerme cargo de la edición gráfica de Crítica dudé mucho, por suerte desistió, indignado, al saber mi sueldo en Clarín.
El día que muere Alfonsín, Crítica manipula la famosa foto de Buge, sacando a Menem de la imagen y dejando solo a R.A. en un camino sin fin, mi jefe me exige una columna criticándola, mi argumento base fue que los lectores de los productos de Lanata sabían que raramente la fotografía era un documento, al otro día todos estaban enojados, en Clarín amenazaban con echarme y Lanata me trataba de traidor, creo que fue nuestra única pelea.
Admiré siempre su valentía frente al poder de turno, pese a ser una estrella era cariñoso, confiaba y escuchaba, tuvo un instinto nato para descubrir talentos ocultos, generoso a la hora de dar consejos. Son muchos los que hoy dicen: “Fue el primero que se fijó en mí”.
En los últimos años muchos de nuestro encuentros fueron en hospitales, donde increíblemente lograba seguir fumando. Nos hizo creer a todos los que lo rodeábamos que era inmortal.
Siento estos días una enorme tristeza, pero también el orgullo de haber sido su amigo.
*Fotógrafo.
