OPINIóN
Búsqueda frenética

Felicidad paradójica en tiempos de hiperconsumo

Gilles Lipovetsky anticipó el hiperconsumo, pero el vacío emocional actual supera a la acumulación material de principios del milenio. “La búsqueda de satisfacción parece no tener fin” dice el autor y el síntoma preludia futuras patologías socioculturales.

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Pareciese que tenemos un doctorado en acumulación. Acumulamos experiencias, objetos, conexiones, pero siempre con la sensación de que falta algo más. No importa cuánto logremos, cuántos “me gusta” recibamos, o cuántos objetos poseamos, la búsqueda de satisfacción parece no tener fin.

Gilles Lipovetsky lo anticipó en su ensayo La felicidad paradójica, publicado hace 17 años. Su crítica al hiperconsumo no solo se trataba de la acumulación material, sino del vacío emocional que esto genera. Hoy, esa crítica suena aún más fuerte en una sociedad donde no solo consumimos objetos, sino también experiencias, identidades, y hasta vínculos. Lo que antes era una preocupación por el consumismo ahora se ha convertido en un síntoma cultural profundo que afecta nuestra manera de percibir la vida y nuestras interacciones.

Lipovetsky ya lo anticipaba: en un mundo de hiperconsumo, la felicidad no es una meta alcanzable, sino una búsqueda interminable"

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Lo efímero ha tomado protagonismo. Las redes nos prometen una gratificación instantánea, una dosis rápida de felicidad que, en teoría, debería satisfacer nuestras necesidades emocionales. Sin embargo, esa felicidad nunca se materializa del todo. Estamos constantemente en búsqueda de lo siguiente, de lo nuevo, creyendo que la verdadera satisfacción está a la vuelta de la esquina, en el próximo post, la próxima compra, o el próximo logro digital.

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Lo que es interesante aquí no es solo la paradoja de la felicidad, sino cómo hemos llegado a aceptar esta dinámica como parte de nuestras vidas. Hemos aprendido a conformarnos con una gratificación que dura lo que tarda en llegar la próxima notificación. Lipovetsky ya lo anticipaba: en un mundo de hiperconsumo, la felicidad no es una meta alcanzable, sino una búsqueda interminable.

Deberíamos empezar a vivir nuestras vidas más por lo que realmente estamos haciendo y menos por lo que podríamos estar mostrando"

Tal vez sea hora de empezar a simplificar un poco. No digo que renunciemos a todo y nos mudemos a una cabaña en el medio del bosque, aunque, seamos sinceros, en algunos días no suena tan mal. Pero sí creo que deberíamos empezar a vivir nuestras vidas más por lo que realmente estamos haciendo y menos por lo que podríamos estar mostrando. A veces, el desafío más grande no es encontrar la próxima gran cosa, sino simplemente disfrutar lo que tenemos delante sin la necesidad de validarlo con un like.

Quizás deberíamos relajarnos un poco, dejar de perseguir esa gratificación instantánea y redescubrir el placer de lo simple. En lugar de ver la vida como una carrera hacia el próximo gran objetivo, deberíamos aprender a valorarla como una serie de momentos que merecen ser vividos por lo que son, no por lo que prometen darnos.