OPINIóN
Identidad

Escapismo en redes sociales

El auge de la virtualidad pulverizó los mecanismos sociales. Ya no es necesario que Gran Hermano nos vigile, nos vigilamos entre nosotros, los soldados reclutados por el metaverso. La sociedad ya está disciplinada y no hay salida: dejar de subir contenido es quedar fuera.

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Redes sociales | Cedoc

Ser o no ser, he aquí la cuestión.
¿Quién querría llevar tales cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa …? (…)
Así la conciencia nos vuelve cobardes a todos y así el primitivo matiz de la resolución desmaya con el pálido tinte del pensamiento, y las empresas de gran aliento o importancia, por esa consideración, tuercen su curso y pierden el nombre de acción.
(“Hamlet”, W. Shakespeare)

¿Existe cobardía en la cultura de cancelación del otro? ¿Se desarrolla de forma inconsciente la exacerbación del hedonismo? ¿Resulta más cómodo construirse a sí mismo a partir de la redefinición a piacere de lo que busco ser o parecer? 

La fragilidad del tejido social lleva un correlato directo con el entramado de las personas. Como puertas incomunicadas donde entran y salen situaciones que no permanecen en el tiempo ni en el espacio; las relaciones sociales se tornaron fungibles.

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Todo es intrascendente. La construcción también. Importa el aquí y ahora, por ende nada de lo vinculado a lo perenne.

Zombis que no piensan, no reaccionan, sólo están en un espacio virtual que le pertenece a todos y a nadie al mismo tiempo. El auge de la virtualidad pulverizó los mecanismos de sociabilidad secundaria tan necesarios para la armonía y la convivencia. 

El autismo como consecuencia directa del ser asocial, al mismo tiempo requiere y se nutre de la anestesia empática que drena lo irreal. Dispositivos móviles y redes sociales, los emporios de cristal que dieron defunción a la familia, a las relaciones interpersonales, a la pertenencia social.

Enmarcados mentalmente se naufraga en la cultura del cautiverio selectivo. Se elige pertenecer al gueto social de un mundo virtual específico. Allí hay selectividad en el metaverso que decide suplantar la realidad humana por la realidad aumentada a través de la inclusión de otros tantos mundos digitales tridimensionales donde proliferan posesiones y un número ilimitado de usuarios compartiendo lo intangible.

Redes sociales y filtros que retocan imágenes

En 1984, la novela distópica de George Orwell tiene preponderancia la figura del líder del Partido en un gobierno totalitario que acecha de forma omnipresente en todos los carteles y monedas con la frase: "El Gran Hermano te vigila". Los ciudadanos están obligados a rendirle veneración y amarlo, caso contrario se tornarían en detractores del régimen y serían disciplinados para ser enfilados. El operativo combinado del Ministerio del Amor, que brega por la ley y el orden a través del mecanismo de la tortura y los lavados de cerebro reeducando a los ciudadanos rebeldes con el Ministerio de la Verdad encargado de la propaganda del gobierno difundida en noticias, arte, entretenimiento y educación son dos de los dispositivos disciplinarios por excelencia para la mantención del statu quo reinante.

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Hoy, el ojo que todo lo ve es la nube virtual en la que conviven absolutamente todos los datos sensibles y personalísimos de cada uno de nosotros. No nos vigilan. Nos vigilamos entre nosotros. Reclutados fielmente en el círculo de pertenencia al metaverso. La sociedad ya está disciplinada. Dejar de subir contenido es quedar fuera. Dejar de aparentar es quedar fuera. La no utilización de un filtro es quedar excomulgado de la identidad líquida y fugaz, porosa también, que nació y murió en milésimas de segundos.

La única salida es la rebelión individual. Quebrar el equilibrio y dar inicio a una revolución copernicana que abrace un giro holístico pulverizando por dentro las entrañas ciegas de la sumisión y obediencia. Para no ser borregos del sistema de vigilancia, la distancia crítica requiere del ser humano dar un salto alejándose de la comodidad sórdida del escapismo al que nos invita el mundo virtual.

La materia prima de la inteligencia artificial (IA) son los datos que aporta el humano al dejar sus huellas digitales cada vez que navega. 

Somos humanos, nutrimos a la IA. Somos personas, únicas, singulares e irrepetibles. Jamás la máquina tendrá el virtuosismo creacionista del hombre hecho a la imagen y semejanza de Dios.