OPINIóN
apariencias

Entre la realidad y el like

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Pregunta. ¿Cuánto estamos presentes y cuánto queremos mostrar? | shutterstock

El último fin de semana fue distinto. No lo planifiqué mucho, como vengo haciendo desde hace varias semanas. Decidí fluir, como se dice ahora, dándome tiempo para mí, evitando caer en el FOMO. Esta espontaneidad me llevó a reunirme con un grupo de amigos y sus parejas, a quienes no veía hace tiempo y quiero muchísimo.

La noche avanzaba entre copas y música, cuando uno de mis amigos, a quien llamaré X, sacó su teléfono y comenzó a tomar fotos para publicar con cierta urgencia. No es la primera vez que X lo hace; ya es casi un ritual. Esta vez, sin embargo, al salir del bar, X nos envía un mensaje al grupo de WhatsApp:

[03:36 AM] X: Amigos, likeen mi historia, por favor, ya! Necesito apoyo, háganlo rápido así el algoritmo me ayuda a crecer.

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¿Hasta qué punto estamos presentes en el momento y cuánto estamos enfocados en mostrar que estuvimos allí? Esta dualidad entre vivir y documentar se ha convertido en una práctica social cotidiana, una especie de efecto reality show que nos envuelve a todos.

No es la primera vez que reflexiono sobre el uso y abuso de las redes sociales y su impacto en nuestras vidas. En mi segundo libro, El Dilema Humano: del Homo Sapiens a Homo Tech, exploré cómo la tecnología moldea nuestras interacciones y percepciones. Hoy, veo cómo esta necesidad de validación digital se ha intensificado.

El FOMO, que inicialmente se refería al miedo a perderse eventos sociales, ha evolucionado. Ahora, no solo queremos estar presentes en todos los eventos, sino también mostrar al mundo que estuvimos allí. Esta práctica, que podría parecer inofensiva, tiene implicaciones más profundas en nuestra psicología y en cómo construimos nuestras relaciones.

Aumentos en celulares y otros aparatos electrónicos
Foto: Télam

Regresando a mi amigo X, la presión por obtener likes y validación digital no es exclusiva de él. Es un reflejo de una práctica social extendida, donde el valor de una experiencia parece medirse por la cantidad de interacciones que genera en línea. En este contexto, me pregunto: ¿Cuánto de nuestra vida vivimos realmente y cuánto simplemente mostramos?

La paradoja del FOMO reside en que, en nuestro intento por no perdernos nada, a menudo nos perdemos de lo más importante: el momento presente. Este fenómeno no solo afecta nuestras relaciones personales, sino también nuestra salud mental. La ansiedad por la validación constante puede llevarnos a un ciclo interminable de comparación y autoevaluación.

Entonces, ¿cómo podemos equilibrar nuestra vida digital con la necesidad de estar presentes? ¿Es posible disfrutar de una experiencia sin sentir la necesidad de documentarla y compartirla de inmediato? ¿Podemos encontrar un punto medio donde la tecnología nos conecte sin que nos consuma?

En última instancia, la respuesta podría estar en ser más conscientes de nuestras acciones y en establecer límites saludables con la tecnología. No se trata de demonizar las redes ni de hacer una apología en su favor, sino de encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar del aquí y ahora, sin la presión constante de tener que mostrarlo todo.

Quizás, al final del día, la verdadera conexión no se mide en likes ni en seguidores, sino en la calidad de nuestras interacciones y en la autenticidad de nuestras experiencias. Y tal vez, en esa búsqueda de equilibrio, podamos redescubrir el valor de estar realmente presentes, viviendo el momento sin la necesidad de validarlo digitalmente.

*Autor y divulgador tecnológico.