La globalización y, dentro de esta, la hegemonía de los Estados Unidos, atraviesan una fase crítica. El presidente Donald Trump intenta anexar Groenlandia, quedarse con Canadá, le pide a Ucrania el 50% de la explotación de sus recursos naturales y les sugiere a las empresas eléctricas y nucleares de ese país que tendrán protección si aceptan ser transferidas a compañías con capitales estadounidenses. No es fácil encontrar un momento histórico similar.
En este escenario, la imposición de los “aranceles recíprocos” a las principales economías del mundo, anunciados por Trump durante la semana, cambia las reglas del comercio global. La decisión de EE.UU. es hegemónica y arbitraria.
La respuesta fue rápida. China, por ejemplo, elevó los aranceles a productos norteamericanos en un 34%. Hay un tembladeral en los mercados globales. Al cierre de esta nota, las acciones de empresas argentinas caían más del 7% y el riesgo país rozaba los 950 puntos.
El presidente argentino intenta transformar en un valor su alineamiento incondicional con EE.UU. Esa incondicionalidad nos ha llevado a votaciones que contradicen tradiciones históricas de la Argentina. Sin embargo, Javier Milei no logró reunirse con Trump en su viaje urgente a EE.UU.
El gobierno viene sosteniendo que todo debe estar en manos del mercado y que es necesario dejar al Estado en su mínima expresión, eliminando todo tipo de regulaciones. Lo contrario de lo que hace el “gran país del Norte” al que Milei admira. Como quedó demostrado con la imposición global de aranceles, el presidente de los EE.UU. lleva adelante una política que, por lo menos en esta materia, es la inversa de la que pregona Milei.
En otro orden, el Senado rechazó los pliegos del juez federal Ariel Lijo y del jurista Manuel García-Mansilla, propuestos por el Gobierno como jueces de la Corte Suprema.
La Constitución, partiendo del concepto de la división de poderes, establece que el nombramiento de los jueces lo debe hacer el Senado y requiere de una mayoría especial de dos tercios. ¿Por qué? Porque considera que es un tema de gran trascendencia que requiere de un consenso amplio. No se puede resolver por simple mayoría. Los dos tercios constituyen un número que, generalmente, excede a los miembros del partido de gobierno.
El Senado tiene entre una de sus potestades no tratar un proyecto como este que no alcanza a conformar una mayoría de dos tercios. Lo que el Ejecutivo debe entender es que la división de poderes es una fortaleza de la democracia y no una debilidad. Cuando no logra un acuerdo, debe retirar esos pliegos y buscar otras propuestas que puedan lograr esos consensos.
En paralelo, continúan las negociaciones con el FMI. Como sabemos, los acuerdos con el organismo internacional son una aspirina: solo permiten ganar tiempo. Si el Gobierno tiene éxito, tratará de llegar sin una crisis a las elecciones. Pero lo que se está incubando es un desbalance y una acumulación de resultados negativos que cuando se sinceren van a tener repercusiones muy graves sobre la economía.
La actual administración nos quiere convertir en un país con una producción primaria mayoritaria: el agro, un poco de minería y combustibles. Los principales funcionarios ya no dicen que se quieren parecer a Irlanda o Alemania. Ahora sostienen que “si nos va bien”, vamos a ser como Perú. ¿Qué quiere decir que vamos a ser como Perú? Pretenden hacer desaparecer a las clases medias y, junto a ellas, a las pymes, a la producción nacional, al desarrollo en ciencia y tecnología, etc.
El 2 de abril se conmemoró el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. En el acto oficial, el Presidente dijo: “Buscamos ser una potencia a punto tal que ellos (los malvinenses) prefieran ser argentinos y ni siquiera haga falta la disuasión o el convencimiento para lograrlo”. En la práctica, una inadmisible aceptación del principio de autodeterminación de los isleños como criterio de soberanía. Una ruptura con una línea histórica de la diplomacia nacional.
La Argentina atraviesa una crisis local dentro de una crisis global.
De esa crisis doble sólo se sale a través de un proceso de acumulación política amplia, diversa y con un programa nítido de transformación que beneficie a las clases medias y al resto de los sectores populares.
*Diputado nacional por Unión por la Patria y presidente del Partido Solidario.