OPINIóN
La voluntad domesticada

El último sprint tech del 2024

Se impone una prregunta: ¿qué significa ser humano en un mundo que deberá adaptarse cada vez más a depender de las máquinas? Textos transformados en videos, IA que puede “ver” y analizar emociones, generación de imágenes hiperrealistas, tecnología que adivina gustos y necesidades… y eso sólo para arrancar el 2025.

inteligencia artificial
Imagen ilustrativa | CEDOC

El 2024 cerró con un sprint tecnológico que no nos dejó espacio para respirar. Grok, con su integración de Aurora. Sora, el nuevo modelo de OpenAI que transforma texto en video, y el modo avanzado de voz de ChatGPT, que ahora ve, analiza emociones y contexto en tiempo real, marcaron el fin de un año que nos empujó a redefinir qué significa ser humano en un mundo moldeado por máquinas. Y como si eso no fuera suficiente, OpenAI lanzó su modelo o3, prometiendo hacer que la IA sea más poderosa, más accesible y, paradójicamente, más humana que nunca (al menos en la teoría).

Grok, se democratizó para cualquier usuario de X. Ya no es solo un asistente, es un copiloto que no solo organiza tu vida, sino que la optimiza hasta niveles que parecen mágicos. ¿Necesitás agendar una reunión, responder mensajes o encontrar un restaurante que combine tus gustos con el presupuesto de tus amigos? Grok lo hace en segundos. Pero su verdadera joya es Aurora, el motor de generación de imágenes ultrarrealistas que redefine la relación entre creatividad y tecnología. Aurora no solo fabrica imágenes, fabrica narrativas. Recrea paisajes que nunca existieron, eventos que parecen tan reales que los aceptamos sin cuestionar. 

Y en un mundo donde vimos a Milei abrazado a Cristina Kirchner en la playa (gracias, Aurora), es inevitable preguntarnos cuánto tiempo nos queda antes de que el concepto de verdad colapse por completo.

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Aurora no solo juega con la percepción, también con nuestras emociones. Una imagen fabricada no es solo un pedazo de data, es una herramienta que manipula cómo nos sentimos, qué pensamos y cómo reaccionamos. Lo que antes era un meme mal editado ahora es una pieza de propaganda capaz de influir en elecciones, debates y relaciones personales. ¿Estamos preparados para este nivel de perfección visual, o simplemente nos estamos dejando arrastrar por su atractivo?

Nos estamos convirtiendo en espectadores de nuestras propias mentes, confiando demasiado en que la tecnología haga el trabajo pesado de pensar por nosotros"

Sora, el modelo de OpenAI que transforma texto en video, no se queda atrás en el impacto emocional. Pedile que te explique cómo funcionan las auroras boreales, y en segundos tendrás un video de calidad documental que combina ciencia, arte y emoción. Pero este nivel de inmediatez no viene sin costos. Si todo se convierte en espectáculo, ¿qué pasa con nuestra capacidad de reflexión? Sora no solo satisface nuestra curiosidad, la domestica. Nos da respuestas visuales tan completas que ya no sentimos la necesidad de hacer preguntas. En un mundo donde todo lo que imaginamos puede ser mostrado, ¿qué queda para la imaginación humana? Quizás nos estamos convirtiendo en espectadores de nuestras propias mentes, confiando demasiado en que la tecnología haga el trabajo pesado de pensar por nosotros.

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Y luego está el queridísimo ChatGPT, que este año integró un modo avanzado de voz que lleva la interacción a un nivel casi humano. Ahora puede observar el entorno, interpretar emociones en tu tono de voz y ofrecer sugerencias que van más allá de las palabras. Si estás hablando con ChatGPT en una habitación desordenada, podría sugerirte que tomes un momento para ordenar el espacio porque “parece que necesitás claridad mental”. O si detecta ansiedad en tu voz, te recomendará ejercicios de respiración. Es tecnología diseñada para conectarse contigo, no solo para responderte. Pero este nivel de empatía artificial también plantea preguntas muy polémicas. ¿Estamos buscando en las máquinas la conexión que no logramos encontrar entre nosotros mismos? ¿Qué significa depender de una inteligencia que nunca duerme, nunca juzga, pero tampoco siente realmente?

Nos prometen eficiencia, pero también nos enfrentan a una nueva forma de dependencia"

Por último, el modelo o3 de OpenAI es el broche de oro en este sprint tecnológico. Este modelo no solo es más rápido y eficiente, es un intento de integrar la IA en todos los aspectos de nuestras vidas. Desde planificar un viaje hasta redactar un informe complejo, o3 entiende mejor el contexto, conecta datos con precisión y ofrece respuestas tan humanas que podrías olvidar que estás hablando con una máquina. Pero con esta capacidad viene el riesgo de la dependencia. Si la tecnología puede hacerlo todo por nosotros, ¿qué queda para que nosotros hagamos? Quizás la pregunta no sea si estamos avanzando demasiado rápido, sino si sabemos qué estamos dejando atrás.

El 2024 nos dejó un mensaje claro: la tecnología no es neutral. Nos impulsa, nos conecta, pero también nos controla de formas que apenas comenzamos a entender. Grok, Aurora, Sora y ChatGPT no son solo herramientas, son espejos que reflejan nuestras aspiraciones, miedos y contradicciones. Nos prometen eficiencia, pero también nos enfrentan a una nueva forma de dependencia. Nos dan acceso a mundos que nunca imaginamos, pero también nos empujan a cuestionar cuánto de nuestra realidad estamos dispuestos a sacrificar.

Quizás el desafío de esta era no sea adaptarnos a estas tecnologías, sino decidir cómo queremos vivir con ellas. Porque el futuro es un camino que estamos construyendo, a veces sin darnos cuenta. Tal vez 2025 no sea el año en que las máquinas tomen el control, sino el año en que finalmente aprendamos a reclamarlo. O quizás, simplemente, sea el año en que aceptemos que el control ya es una ilusión.